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15/06/2019. Seúl, Corea del Sur.

Había ocasiones en las que tenía miedo de todo. Miedo de sonreír, de respirar e incluso tenía miedo de llorar, sabía que llorar provocaba que le dolieran los ojos, se volvían rojos y su nariz también, su pecho dolía y solo quería que lo apuñalaran hasta que el dolor se fuera. Incluso tenía miedo de dormir ¿y si no despertaba? ¿Y si le daba un infarto, y despertaba en la habitación de un hospital?

Estaba harto.

En ocasiones no quería siquiera pensar, pero se quedaba en silencio mirando la nada y las millones de voces dentro de su cabeza empezaban a hablar, a gritar, a reírse de él y entonces, el miedo se apoderaba de su cuerpo, se sentía tan solo.

A veces, sentía su cuerpo hundirse en el basto océano, miraba como los rayos del sol desaparecían mientras se hundía cada vez más y más. Su cuerpo ni siquiera luchaba por nadar, por respirar, no luchaba por sobrevivir. Estaba tan cansado que solo quería que sus pulmones terminasen de llenarse de agua, quería solo quedarse dormido, pero nada sucedía, solo seguía allí, sumergido. En un principio, lucho por salir, pataleaba e intentaba nadar hacia la superficie, gritaba bajo el agua, pero nadie lo escuchaba, nunca en todo ese tiempo vio una mano sumergirse, un cuerpo caer y tomarlo para llevarlo hacia arriba.
Luego simplemente se cansó, su cuerpo pareció acostumbrarse y simplemente se quedó flotando sobre las corrientes suaves del mar, con el paso del tiempo fue hundiéndose, tan lento que sus pulmones y sus ojos ardieron, todo su cuerpo se sintió pesado; pero con el paso del tiempo se sintió liviano.

Y dejo de temer a la profundidad.
Pero siempre le tuvo miedo a la oscuridad debajo de él, tenía tanto miedo de que la luz del sol ya no apareciera más, hubo algunas veces en las que no veía nada, estaba todo tan oscuro que sentía que sus ojos volvían a arder y sabía que estaba llorando, era en esos momentos en los que el terror y la desesperación aparecían de nuevo, y nuevamente peleaba contra la fuerza que lo arrastraba hacia el fondo, intentaba subir y buscar una luz, buscar aunque sea las estrellas nocturnas, pero su cuerpo se cansaba cada vez más rápido, y luego, volvió a dejarse llevar. Tenía miedo, estaba tan cansado que solo dejaba que guiaran su cuerpo hacía las profundidades.

Entonces cuando cerraba los ojos, el sentimiento de opresión y desesperación lo domaban por completo, y despertaba.

Esa era una de sus tantas pesadillas.
Siempre despertaba llorando, cuando era niño siempre llamaba a su hermana o a su padre, y cuando estaba envuelto en sus brazos se sentía seguro, dejaba de sentirse solo y el miedo se iba. Ahora ya no era lo mismo, despertaba con lágrimas, pero no llamaba a nadie, solo se quedaba hay mirando la oscura pared de su habitación.

Algunas veces quiso gritar, gritar tan fuerte hasta que su garganta se desgarrase y su voz no saliera, pero siempre tenía miedo de moverse, era como si se hubiese paralizado. Cuando era niño los abrazos de su familia le quitaban el miedo, la última vez que abrazo a alguien después de ese sueño, el miedo creció más y más, lloro tanto que se quedó dormido. Ahora solo temía abrazar a su hermana, porque él sabía lo que su sueño significaba, él sabía que no le quedaba tiempo, él sabía que si la abrazaba, que si abrazaba a la única persona que le ha dado el amor más sincero lloraría tanto que se odiaría a si mismo al día siguiente, que se aferraría a su hermana tanto que buscaría la manera de unirse el uno con el otro, pero así como él sabía que eso no sucedería, así sus lágrimas se hacían cada vez más gruesas y se alejaba más.

Cuando al fin pudo calmarse, decidió tomar asiento en la cama, refregó sus ojos sintiéndose pesado y cansado, sentía algo molesto en su brazo y cuando miro, observo la intravenosa atravesando una de sus venas. Entonces recordó todo.

Estaba en casa hablando con su hermana de la pintura que exhibiría al final del semestre, el llevaba los platos de la cena que recién habían comido, recordaba la risa de su hermana y sus palabras que admitían lo orgullosa que estaba. Mientras miraba su menuda espalda fue que sintió el nudo en su garganta y el ácido subir por su pecho, dejo las palabras a media y salió corriendo al baño, vomitando todo lo que había comido ese día, recordó que había vomitado sin parar, en algún momento sintió las manos de su hermana acariciando su espalada buscando calmarlo. Las lágrimas salían sin parar y le dolía el estómago, no podía respirar, la voz se le fue y todo pasó en cámara lenta, vio a su hermana pararse y salir del baño, él cayó en el piso del baño escuchaba la voz de su hermana alejarse y todo simplemente se desvaneció, entonces despertó en aquel lugar con su amiga el mar esperándolo como siempre y la oscuridad hundiéndolo más, y más.

Colors » NominDonde viven las historias. Descúbrelo ahora