Tamaki da un respingo y frunce los labios, helados y temblorosos, mientras su mirada esquiva torpemente el tímido vistazo que Ochako le dedica. Y es que no esperaba aquella pregunta, pero no es sólo eso: siente que está malinterpretándola por completo.
"Senpai, ¿qué... soy yo?"
¿Qué es ella? ¿En qué sentido? ¿De qué modo, en qué momento?
¿A medianoche, cuando intercambian mensajes en un monocromático chat que Tamaki siente lleno de colores? ¿O en mitad del día, cuando no puede verla pero la imagina, con una sonrisa dulce y el corazón lleno de flores, de galaxias que anhela habitar y a las que daría todo con tal de pertenecer por siquiera la más ínfima fracción de segundo? ¿Quizá a las tres de la tarde, cuando alcanza a divisar sus castañas hebras y siente el rostro enrojecer ante la idea de poder abrazarla y apoyar el mentón en la coronilla de su cabeza, de inhalar profundamente y retener tanto como le sea posible el dulce aroma ajeno?
¿Tras la batalla, cuando es más que nada sudor, fiereza, determinación y agotamiento, y pese a ello continúa siendo la mujer más increíblemente hermosa del mundo?
¿Cuando se esfuerza por alcanzar sus sueños, su felicidad, incluso si el mundo está en su contra?
¿Cuando encuentra una gota de luz en un mar de oscuridad y ello le basta para continuar adelante, para seguir viviendo?
¿Cuando le mira y le hace sentir que no hay nadie más, ni nada más?
¿Cuando sus manos se rozan y no pueden hacer más que desviar tímidamente la mirada?
¿Cuando ríe y es la criatura más perfecta sobre el planeta?
¿Cuando ella misma le recuerda, con su voz, con su mirada, con su calidez, con su dulzura, que es más que un planeta, más que una galaxia, más que un universo?
¿Qué es ella, precisamente, en qué momento?
Porque Ochako es muchas cosas.
Es compasión, paciencia, determinación, firmeza, suavidad, espontaneidad.
Es mujer, es heroína, es humana.
Es magia, arte y estrellas.
Es mirada de café, labios de chocolate, y corazón de acuarelas.
Es huella imborrable que le entinta la piel para no marcharse jamás, sin importar cuánto lave... o cuánto deje de lavar.
Es paz para su caos.
Y es caos para su paz.
Es emoción para su rutina.
Y tranquilidad, afecto, ternura, y un hogar.
No puede preguntarle qué es, sin especificar en qué instante, en qué sentido, o frente a qué ojos.
Porque a los ojos de Tamaki,
Ochako lo es todo.
Todo y más.
Es... esperanza.
Es un nuevo inicio, día tras día, segundo a segundo.
Como si empezara a vivir.
Y cada error que cometa, se pudiese reparar.
Ochako es.
Es, es, es.
Simplemente es.
Y no espera nada de ella, porque ya le ha dado más de lo que merece, más de lo que podría pedir, más...
Simplemente más.
Es más.
Y está confundido. Quizá está malinterpretando la pregunta, pero Ochako sigue esperando su respuesta y él acaba de recordar que existe un mundo ahí afuera de sus pensamientos sobre ese maravilloso ángel que a tientas busca su mano.
"¿Senpai?"
Le llama suavemente, y Tamaki siente...
Siente que podría morir.
Que va a colapsar.
Que...
Que simplemente, siente.
Su cara arde con violencia y él agita nerviosamente las manos en el aire, intentando cubrir su arrebolado rostro.
"¡N-no me preguntes algo como eso tan repentinamente!"
Se queja, con la voz en un hilillo.
Ochako se percata de lo que ha hecho y se siente súbitamente avergonzada.
"¡L-lo siento, senpai! Yo no..."
"Eres... genial."
Responde él, en un murmullo, y sencillamente ya no puede más.
Sobre todo cuando Uraraka, perpleja, suelta una risita y él entiende que, sí.
Ha malinterpretado su pregunta.
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Dreaming of me and you.
FanfictionColección de one-shots, viñetas y drabbles con Ochako y Tamaki como protagonistas. Más información en la presentación.