El Inicio.

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Bokuto evaluó como su cliente se levantaba de su asiento para estrecharle la mano. Tan pequeña entre la de él que creía que podía partirla si apretaba un poco más.

—Sígueme.—Indicó la mujer, rodeando el escritorio.

Lleva tacones. Pensó mientras le seguía por la empresa. La ayudó empujando la puerta de madera e incluso a subir al auto. Su diminuta figura le daba tanta ternura que quería abrazarla y llevarla al parque para que se balanceara y jugara con sus hermanos.

—Jefa.—Comenzó captando su atención mientras la miraba por el retrovisor.—¿Qué le gustaría comer?

Por primera vez en el día y medio que la conocía la vio relajarse y dedicarle una sonrisa, la cual quedó grabada en su cerebro el resto de su existencia. Bokuto, aún embobado con su belleza, asintió y se dirigió hasta el Mc Donals mas cercano. Mientras tomaban asiento ya con el pedido en mano, sonó el teléfono, el cual descubrió de un par de semanas después que odiaba ese sonido. Solo significaba problemas.

Sin embargo era su parte favorita del día. Le gustaba verla dar ordenes, exigir respuestas e indagar hasta el más mínimo detalle.

Aquel jueves por la tarde el reporte no había sido nada bueno. Bokuto estaba cruzado de brazos en la puerta de su oficina. En el almuerzo había escuchado como era que llamaban a su jefa por primera vez, tal vez era porque solían no hablar con él de esas cosas. Pero Bokuto sabía para quien jugar, después de todo ella siempre lo defendía y ayudaba cuando mas lo necesitaba. Pero las malas lenguas siempre estaban. En aquel momento. El gerente en ventas, quien no era que la mente maestra de los malos chismes, se encontraba dentro del famoso "nido" listo para ser despedazado por el águila.

—Tachibana.—Dijo masajándose las sienes. Bokuto tieso se preparó para lo peor. Había aprendido por la malas que ese tono de voz contenía una tormenta.—Confío que esta será la última vez que el equipo de ventas comete este error.

Entrelazó sus manos sobre el escritorio fijando su mirada en el hombre frente a ella. Lo vio hundirse en el asiento acomodándose la corbata.

—Jefa...

—Mogami será mis ojos y asistente en el caso que lo requieras. Harás con él un reporte cada dos días de la situación en la que se encuentran las ventas de la empresa. Hinata se estará comunicando contigo mañana a primera hora que maximizar las redes sociales. Una mano más no le hace daño a nadie.—Decidió mientras escribía en una hoja los datos de las personas a medida que iba nombrando.—Quiero que investiguen hasta la última pestañea del comprador. Redes sociales, situación de la empresa, noticias relacionadas y reputación. No más ventas fantasmas o tendré que despedirte.

Entregó el papel y Bokuto abrió la puerta para que Tachibana se retirara. El ágila solitaria miraba por la ventana, su soledad era palpable. Para Bokuto era una leona. Firme, fuerte y decidida.

—No creo que Tachibana sea de confianza, jefa.—Comentó mientras ella marcaba un número. El teléfono fijo apretado con hombro y agenda en mano.

—Hinata, te quiero en mi oficina.—Dijo sin dedicarle siquiera una mirada.—No llegué donde estoy confiando en todos, Bokuto. Sé absolutamente todo lo que sucede aquí. Si dejé que pasara es por una razón, ¿No crees?

Bokuto jamas había pensado que sus ojos marrones podrían ser tan fríos. Para ser pequeña, cargaba la confianza de mil dioses. Le guiñó un ojo, dedicándole media sonrisa. Un ligero golpe en la puerta lo sacó de su trance y volvió a su postura tranquila e intimidadora.

Hinata había crecido bastante, notó emocionado. Llevaba el cabello corto e incluso parecía totalmente confiado en su trabajo. Vestía traje y corbata totalmente impecables. Bokuto quiso reír y abrazarlo, sonreír y preguntarle como era que había entrado al lugar.

Jefa, creo que me estoy enamorando.Where stories live. Discover now