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Hola me llamo Francisco Forllua y tengo 16 años.

No no, muy común.

Que onda chicos! Soy Fran...

¿Encerio? que estúpido.

¿Que tal? soy un nuevo compañero y quería saber si...

-Francisco desayuna o se te va a enfriar.- levanto la vista de mi plato y veo a mi madre sirviéndose café.

-Perdón, solo estaba pensando en como presentarme hoy frente a todos.

-No te preocupes, al ser un pueblo pequeño no van a ver tantos alumnos, seguramente les vas a caer a todos bien.

-Gracias mama.- digo un poco desganado y mi madre lo nota.

-¿Otra vez las pesadillas?- pregunta mientras me acaricia lentamente la mano.

-Si...siempre aparecen y no se como hacerlas desaparecer.

-Tranquilo Fran, todo a su tiempo. No tienes que dejar que esas pesadillas o sueños te ganen, ten paciencia y todo se va a calmar.

-Lo mismo decía papa...- digo con melancolía, lo extrañamos lo se pero a veces me enoja que mi madre lo haya olvidado tan rápido y se haya casado con otro hombre. Mi padrastro George.- Lo siento.- me disculpo- se que también lo extrañas pero no puedo evitar recordarlo.

-Lo importante es recordar los buenos momentos y nos dejo muchos hijo.- le dedico una sonrisa triste y ella me la devuelve. Levanta la vista hacia el reloj y se apresura a decir.- Bueno ya es la hora de que marches a conocer a tus nuevos amigos. Anda, así no llegas tarde.

Me despido de mi madre y salgo de la cocina. Cuando voy a subir a mi habitación para agarrar mis cosas veo que no están y ya me hago una idea de quien puede tenerlas.

-Toma Franchis, yo la traje para ti.- me volteo y veo a mi hermanastra con mi mochila entre sus manos. Por su cara debo de suponer que le pesa por eso se la tomo y le digo:

-Brandy ya te dije que no agarraras mis cosas y que no me llamaras "Franchis"...pero gracias igual.- Brandy tiene 8 años y es hija de George. Su madre se divorcio de su padre, no se a que edad ni tampoco me importa.

-Lo siento.- dice mientras me da un abrazo de despedida. Es una niña muy adorable la verdad pero a veces muy revoltosa.

-No pasa nada.- digo y salgo de mi casa. Agarro mi bicicleta que esta a un costado, me siento y empiezo a pedalear.

Voy mirando a las personas y las calles, no son muchas ya que es muy pequeño el pueblo, pero la gente se ve amable la verdad. A decir verdad me encantan estos lugares tranquilos y relajantes, así que no va a ser problema acostumbrarme.



















SheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora