capítulo 26

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Cuando una relación termina, o mejor dicho, cuando un vínculo emocional termina, en este caso, porque una de las dos partes ha decidido ponerle fin, se diferencian distintos tipos de personas.

Están las personas que se desean lo mejor mutuamente y que intentan mantener una amistad o al menos una relación cordial.

También están las que deciden hacer de tripas corazón y olvidarse de aquello cuanto antes, como si no hubiese ocurrido nunca.

Y por último, las personas que solo saben sacarse el dolor de una forma: devolviéndolo.

Rectifiquemos y digamos que más que tipos de personas son reacciones, reacciones que surgen del estado en el que te deja aquello, y de cómo te sobrepones a ello.

Es totalmente lícito que una persona acabe con otra y queden como amigos, y sin embargo otra relación no la haya acabado de la misma forma, y se hayan olvidado o incluso se hayan odiado hasta estremecerse.

Así que dejémoslo en reacciones.

La RAE define reacción como una acción que se opone a otra, o forma en la que alguien o algo se comporta ante un determinado estímulo.

¿Y a qué viene todo esto?

Pues a que muchas veces una reacción no tiene nada que ver con la personalidad de una persona, son estímulos, los cuales muchas veces se vuelven incontrolables.

Mimi llevaba alrededor de una hora y media alejada del grupo, no saludó a Miriam, y la gallega tampoco es que hiciese el amago de saludarla a ella. Esa hora y media, la había invertido en hablar y beber junto a María, la chica morena que la estuvo mirando durante todo el inicio de la noche. Al parecer, tenían algunas amigas en común, pero ellas no se conocían de nada. La morena era modelo, y había acabado allí porque su tío era el organizador del evento y le hacía ilusión que ella asistiera, sino raramente se hubiese pasado por allí.

Miriam llevaba toda la noche pendiente de Mimi, aunque nunca lo reconocería. Bailaba con Agoney, con Ana... pero su vista siempre se desviaba hacia la barra, hacia ella. Le era inevitable, quería acercase a preguntar qué tal, quería al menos mantener una relación cordial con ella, ser amigas, algo, pero sabía que no lo había hecho nada bien con Mimi y que lo mismo ya no había lugar para que aquello sucediese.

Estos días atrás le sirvieron, o más bien les sirvió a Agoney, para darle la chapa, y al menos que entrase en razón, que se diese cuenta de que no había hecho nada bien con la granadina, y que al menos si no le daba una explicación coherente, merecía una disculpa en condiciones.

Y tal vez fue por qué María y Mimi cada vez estaban más cerca, o porque algo en el interior de sus entrañas le estaba obligando a ir allí e interrumpir el buen rollo que parecían tener ambas, pero sin a penas darse cuenta y con la mirada fija en Mimi, Miriam comenzó a caminar hacia ella.

— Ya va la Leona a marcar territorio. —hablaba Ricky algo chispa.

— Pues no tiene derecho, es más, creo que no va a acabar bien. —añadía el canario algo serio.

— ¿De qué hablan? —intervino Ana.

— Nada... De nada. —respondieron rápidamente los dos al unísono haciéndose los locos.

La gallega llegó hasta Mimi.

Y al igual que con decisión llegó, con la misma fuerza se quedó parada, parada y callada tras ella, sin que la viese, aunque la mirada extrañada de la morena le terminó obligando a hablar.

— Hola.

— ¿Hola? —saludó insólita María, Miriam la estaba pareciendo algo peculiar.

— Pfff... —suspiró Mimi pesadamente al girarse y verla.

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