El amarillo no te queda

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<<Seguros en el tren>> eso era lo único en lo que podían pensar en ese momento ambos Jóvenes.

Ania y Jacob se había sentado en las últimas filas del tren, juntos, Ania temblaba por la delgada tela estampada que tenía por pijama, después de todo el frío de otoño en Nueva York era implacable y más cuando en tu casa tenías un eficiente calentador que alejaba el frío y te permitía irte acostumbrando poco a poco al congelador natural del exterior.

-Gracias- dijo entre escalofríos Ania- Y lamento haberte dicho todo eso, no te lo merecías, estaba nerviosa y asustada- confesó la oji-verde.

-wow, jamás imaginé esto-contestó el aludido con una sarcástica y brillante sonrisa- Ania Turner ha dado las gracias y se ha disculpado de golpe- el rubio aplaudió lentamente mientras miraba como los mofletes de la recién mencionada se inflaban y se volvían rojos. Estalló en carcajadas.

Solo paró cuando la taladrante mirada de la joven y sus protestas se estrellaron contra él.

-está bien, lo dejare, solo es que – se le quedó viendo a Ania por unos segundos algo confundido y extrañado- Hace mucho tiempo que no te oía decir "gracias" y "lo siento"- señalo el chico.

Ania bajó la cabeza apenada, el rubio tenía la razón desde su primera y última pelea jamás se habían vuelto a hablar y después sucedió el accidente, el accidente donde los padres de Jacob y el propio Jacob murieron, o por lo menos así era como los medios y la policía informaron a todo el país.

-que querías que te dijera Jacob-habló por lo bajo la pelinegra-después de lo que me hiciste estaba enojada, dolida, y me sentía Traicionada.

Jacob se sintió confundido, no tenía ni la menor idea a lo que Ania se refería, así que decidió dejarlo pasar y no arruinar el momento, ahora que podía volver a charlar con Ania se había dado cuenta de que no había cambiado mucho, ella era como el océano, tranquilo en ocasiones, mortal en otras.

-lo siento- fue lo único que dijo Jacob mientras bajaba la mirada.

Hubo un silencio incómodo, ambos no sabían que decir.

Por un lado Ania tenía demasiadas preguntas que hacerle a Jacob, pero no quería romper la fina línea de cordialidad que habían construido haciéndole una pregunta que pudiera afectar el nuevo y extraño humor que tenía el adolecente.

Y por otro lado Jacob simplemente no sabía que decirle a Ania; no se había decidido si contarle por qué debía ir a Orlando Florida, o su extraño sueño que todas las noches tenía sobre aquel hombre rubio.

Ania decidió hacer una pequeña pregunta, una que tal vez no fuera tan dañina.

-Jacob ¿Cómo sobreviviste?-la sangre del aludido se congeló, no quería rememorar aquella noche, su gesto se endureció

-puedes hacerme cualquier pregunta menos esa- respondió frio

Ania supo que había metido la pata hasta el fondo, ya no quiso preguntar más pero tampoco se disculpó, no era culpa suya tener curiosidad y querer saber que había hecho su excompañero de clases para salir vivo de esa situación.

De nuevo un largo silencio, Jacob había perdido el interés de hablar con la chica en pijama de ositos cariñositos, toda intención de hacer las paces se había esfumado.

Una voz femenina resonó a través de los altavoces del tren: "pasajeros esperamos que hasta ahora su recorrido sea placentero, en poco tiempo nuestro personal pasará a revisar sus boletos, gracias por su atención y disculpen las molestias".

En ese momento la sangre de ambos jóvenes descendió hasta el suelo, se miraron mutuamente y sin decirse ninguna palabra se entendieron perfectamente.

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⏰ Última actualización: Jun 22, 2019 ⏰

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Jacob Mclean. [HEREDEROS PERDIDOS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora