A cuestas.

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A cuestas es lo que tienes por vivir, cariño.
Lo demuestras día con día, al vivir, al sentir cada cosa que sobrepasa tus límites, que los sofoca, que los conmueve a tener más de qué ser en vez de qué hablar.

En tu espalda se desliza algo pecaminoso pero delicado y sutil. Tal vez para tentar o advertir que tu piel estará expuesta a la incertidumbre de las apariencias y supondrás que por esto hay que dejarte llevar. Déjame correr y esconderme contigo para luego entender qué es lo que conlleva a que la ropa no sea variable en momentos así. Explícame cómo puedes ser ese braille que quiero aprender a leer con la sensibilidad de mi lengua intentando y procurando entender cada fonema que aparezca en cualquier parte de tu ser físico, siendo nada más uno y ese uno sea el que esté intentando contener tu respiración forzada.
Las yemas de mis dedos deben quemar y quedar adheridas y tanto debe ser así que se pueden inclusive enamorar tanto de tu piel como lo estoy yo. De cada línea o curva que ésta tiene dibujada de una forma que sólo podría ser tuya, en realidad.

Después de todo, eres tú a quien poseo en mis adentros más ínfimos y en mis placeres más generales. Cada tipo de consentimiento ante tu carne es distinto y maravilloso, y por eso es que tienta hacer cada uno de ellos con total pulcritud y si, la obscuridad gana, lograr unas cuantas sonrisas que alcancen el clímax de la complicidad. Hay que saber cómo aprender a jugar, a imaginar, a percibir. Perderme en el mar que posees por boca y comenzar a encaminar mis sentidos bajando por tu mandíbula al compás de una melodía suave en la entrada de los oídos, dando paso a cualquier tipo de sensación. Es como tener miedo al agua pero aún así lanzarse de lleno a un pozo. Puedo recrear en mi mente tus tenues parpadeos, tu pecho en constante dinámica, irregular, entrada en confianza, tu respirar jodido por la cercanía con mi nariz y tu temblar ocurrente por la tensión que posees en los brazos. Ante todo pensar en tus ojos, atentos y en sintonía inmarcesible con mi mirar. Con mi parpadear y con la forma de cambiar de vista...
Ay, amor de mis días. ¿Cómo puedes llegar a esto?, ¿Siendo sueño, risa?

No, es sólo con ser tú. 
Es tu chispa.
Es tu magia.

Mis colores para tí.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora