Futuro San Valentín.

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Se suponía que era una misión sencilla, eso es lo que su amigo prometió antes de que aceptara el embarcarse en aquel revoltijo conflictivo que era más severo de lo que ambos imaginaron

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Se suponía que era una misión sencilla, eso es lo que su amigo prometió antes de que aceptara el embarcarse en aquel revoltijo conflictivo que era más severo de lo que ambos imaginaron. Ahora estaban huyendo como conejos espantados a lo que era una trampa y futuramente su nicho de sepultura para descansar eternamente. De un momento a otro el techo se colapsó amenazando con aplastar a la pequeña ave que trataba de salir de la zona con la mayor rapidez que sus músculos cansados le permitieron.

Apenas había logrado fugarse de un misterioso vapor púrpura que amenazaba con dejarlo inconsciente y ahora se enfrentaba a casi media tonelada de pura roca que trataba de aplastarlo como hormiga.

-DAMIAN!!!!- grito Superboy sin importarle en lo más mínimo los alias, lo que deseaba en esos instantes era llegar antes de que fuera tarde. Pero el tiempo no estaba a su favor y ambos lo supieron cuando la velocidad de Jon no fue suficiente.

Una densa nube de polvo se levantó cubriendo todo a su alrededor. El ruido aun persistía y lo llenaba de rincón a rincón, los ojos de Superboy estaban abiertos como si fueran dos guisantes a punto de explotar y es que no había podido llegar a tiempo para quitarlo del peligro, sus tiernos irises azules se empañaron por culpa de las lágrimas que pronto brotaron al igual que poderosas cascadas que se niegan a menguar, o al menos así fueron los primeros cinco segundos de estupor donde su cuerpo rígido se clavó como estaca en el piso.

-¿Estas bien mi avecilla?

Aquella voz tan conocida lo volvió a la realidad. Valiéndose de su vista kriptoniana Jon se animó a contemplar que sucedía y entonces lo vio. Era un hombre alto, de brazos fuertes que sostenían sobre su cabeza el pedazo de concreto, de espalda ancha que parecía querer cubrir al pequeño Robin que yacía igual de impactado que el otro menor; los cabellos de aquel desconocido eran oscuros y estaban peinados perfectamente hacia atrás confiriéndole a su rostro un aspecto varonil y sensual por la fuerte mandíbula que se mantenía floja lejos de estrés.

-Tú... tú...

-Sera mejor que quite esto- comentó refiriéndose al techo que con suma facilidad aparto- ya regreso bonito.

Un estremecimiento gobernó el cuerpo dolorido de Damian quien se permitió admirar el vuelo cuidadoso del mayor. Y es que no solo le había sonreído con tanta galantería que lo hicieron sentirse expuesto sino que también parecía devorarlo con la mirada, con ese par de canicas claras que reflejaban un cielo desconocido pero extrañamente familiar en sus recuerdos.

Cuando por fin aquel extraño volvió a donde los chicos, tomo entre aquellos extraordinarios brazos el cuerpo inerte del demonio, a esa distancia el pequeño Wayne dreno sus dudas sabiendo que quien ahora lo sostenía con suma galantería era Jon. No su Jon de trece años y del que aún corrían lágrimas sobre sus mejillas, no. Aquel Jonathan era otro, de algún futuro alterno o tierra distinta una donde él ahora era Superman. El kriptoniano llamó a su versión joven y los tres salieron hacia el cielo; desde la posición en la que viajaba Robin le fue fácil percibir muchas cosas. Como por ejemplo, que ese Jon olía a las lesiones caras que solía emplear su padre cuando de alguna reunión como empresario se trataba, o que los músculos de aquel espécimen eran tan duros y macizos como nunca sintió en sus hermanos. ¡Por dios! Que hasta la sonrisa confiada que adornaba aquel rostro maduro estaba trastocando la aun inocente mente del Wayne.

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