Ella.

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Wolfie-XoX, con cariño para ti

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Wolfie-XoX, con cariño para ti.

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La detestaba por ser como era. Una niña arrogante, presumida, mandona, irrespetuosa y enojona.

La había conocido al cumplir los once años; en esa época su fascinación por el mundo de los superhéroes iba más allá de la admiración que la sensación le sembraba, Jonathan Kent quería ser más que un tipo con un traje, él deseaba ser un símbolo y un ideal tal como la Liga de la Justicia y en especial su padre lo eran. Cuando le avisaron que tenía el permiso de unirse a la cruzada del Héroe no se opuso a las pocas condiciones con las que venía el deber, entre ellas estaba el pequeño, pero recalcitrante, punto del trabajo en equipo y la adquisición de experiencia con apoyo de un mentor, el suyo, o mejor dicho, la suya era Damian Wayne.

La niña ave solía ladrarle órdenes a diestra y siniestra, era poco considerable y no paraba de tacharlo con los calificativos más humillantes que hasta ahora Jon había recibido. Sus peleas solo eran menguadas y jamás pasadas a los puños por la voz de su madre en la cabeza que le decía que jamás debía agredir a una mujer, pero Dios sabía que la niña muchas veces era merecedora de los pensamientos bélicos de Jon.

Fueron muchos los escenarios donde Superboy considero que era mejor irse, buscar a un nuevo guía y dejar tirada a la busca pelitos de Wayne, pero cada que se decidía por comunicarle a su padre su punto de vista los ojos altaneros de Damian le llegaban como chispas, pequeños destellos verdosos iniciadores de un fuego ardiente de burla y humillación, ¡No la dejaría ganar! ¡No le daría el gusto de verlo derrotado! Fue por eso que soporto, apretó bien los puños y los dientes cuando quería darle un buen golpe; aguanto cada una de las insoportables facetas, las aprendió a reconocer y, con mucha más paciencia de la que jamás se creyó poseedor, la dominó. Logro comprender porque era así, los motivos ocultos que la orillaron a comportarse como si no supiera de sentimientos y es que esa era la verdad, ella no sabía cómo relacionarse más que con armas y muerte, había sido creada por un clan de sangre maldita y eso pesaba casi como el mundo entero en unos hombros tan tiernos y jóvenes.

El tiempo hizo lo propio para volverlos cercanos, para soportarse mutuamente y hacerlos amigos. Resultó grato conocer la otra cara de la moneda, una de aceptación.

Más allá de los gestos hostiles y las palabras hirientes Damian era humana y como tal era sensible a algunas cosas, los animales fueron el primer descubrimiento de que la chica sí tenía alma y una muy hermosa. No era extraño verla en compañía de sus mascotas y de mostrarse sobreprotectora con todo lo que consideraba valioso de preservar, etiqueta donde catálogo a Jonathan Kent pues ahora solía preocuparse en demasía por el bienestar e integridad del niño menor.

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