Me llamo Leo

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Es la mitad de la clase de inglés, las dos primeras horas de inicios de septiembre, la primera mitad del último año. El recuerdo vago del campamento de verano no tiene lugar tras el fiasco de la intromisión de los nuevos directivos organizadores.

Adrik mira la ventana esperando que algo pase, solo la lluvia parece surca el cielo, mientras los charcos de agua se hacen más y más grandes en el asfalto del estacionamiento.

Los rizos rubios se funden en su cabeza, la humedad en las diminutas chispas, que le habían alzado al bajar de autobús, vuelve inútil los treinta minutos que ha invertido en su cabello esta mañana. Sabe que ahora tendrá que ir al baño y arreglarlo, pero necesita que pasen de las 8, porque está seguro de que no quiere que el resto se enteré de su vanidad secreta, en su apariencia.

La señorita Gretchen pronuncia con un marcado acento la conversación entre dos amigos, planeando un fin de semana en Londres. La clase mantiene la vista fija en su libro, pero nadie presta verdadera atención en ello.

Las gotas que escurren por el cristal parecen salpicar las macetas en el interior del aula, el sonido de la lluvia se mezcla con la voz cansada de la señorita Gretchen... y por un momento, existe la descarada tentación de mantener los ojos cerrados, al igual que Alex, que verdaderamente no le importa dejar escapar saliva sobre su antebrazo derecho.

Cuando despierte a hablarle, romperá la calma y continuara con lo que sea que deseaba contarle en autobús aun cuando Adrik fingía estar dormido para no escucharlo.

Pero la calma se rompe con los estruendosos tocones en el pasillo, es la señorita Wanda, la subdirectora, quién camina cercana a la puerta y se abre pasó en el salón.

El día de hoy lleva una falda color amarillo y unas medias verdes, como un girasol viejo, su cabello color mantequilla, se encuentra perfectamente peinado y el maquillaje se le amontona en las arrugas de sus mejillas. Siempre que sonríe, lo empeora, quizá por eso, sus expresiones son tan rígidas, abriendo apenas sus labios, aun cuando se nota como su cabeza está a punto de explotar.

Hay alguien más acompañándola, pero la atención de Adrik se pierde cuando un auto extraño sale del estacionamiento y sus ruedas salen violentamente del fango.

La clase estalla en sonoras carcajadas y es entonces que la cabeza rubia vuelve al frente. No lo entiende al principio, quizá es el sueño quien lo vuelve más lento.

Hay un muchacho de cabeza rapada, que se encuentra sostenido en un firme agarre de su nuca, por la subdirectora. Sus mejillas parecen algo sucias, su uniforme luce raro, algo mojado y grande. Pero hay algo más. Los murmullos del salón, y la atención en sus rodillas... lleva el uniforme escolar de las chicas.

Alexander empuja con su codo en las costillas de Adrik. ¿Cuándo despertó? Se pregunta sin hacerlo realmente.

- ¿Es una broma? ¿Porque este chico trae una falda? ¿Acaso es un travesti?

- Buenos días clase, quiero que le den la bienvenida a su compañera de clases, la señorita Eleonor. Espero que sean amables con ella y puedan ser un buen ejemplo de caridad y respeto.

Las risas se callan y cuchicheos comienzan en su lugar, están confundidos. La imagen de Jesús mira al personaje de cabeza rapada, con algo de misericordia, pero nada puede ocultarle, está al frente del aula y todas las miradas de sus compañeros están completamente justificadas. Wanda le entrega una lista a Gretchen y esta firma.

- Bueno... Señorita Gretchen, no interrumpo más su clase. Eleonor cariño, pórtate bien.

Le da una suave caricia a su mejilla y empuja un poco su espalda para que tome el primer asiento enfrente.

Días de Lluvia (actualizando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora