🔥Día 2🔥

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[Nuestro segundo primer beso]

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La mañana se presentaba fresca con la ligera brisa que soplaba aun cuando el sol ya hacía su aparición como todos los días. Eran apenas las nueve de la mañana cuando Bon abrió los ojos en dirección al techo de su cuarto, se sentía bien, se sentía bastante descansado. Suspiró lentamente mientras se giraba para tomar su móvil y ver la hora, pero no contó con que su mano derecha quedara atrapada por culpa de algo, o más bien, de alguien. Volteó a ver si se había vuelto a enroscar con las sábanas tras moverse por la noche, pero grande fue su sorpresa al observar cómo un pelimorado de rostro sereno y angelical abrazaba su brazo de forma posesiva y cariñosa, con los ojitos cerrados tranquilamente y sus labios levemente abiertos, dejando escapar ligeros ronquiditos en señal de que seguía dormido. 

Se sonrojó completamente, ¡entonces no fue un sueño! Bonnie realmente había vuelto antes de tiempo y lo había sorprendido en su cuarto. Y lo mejor es que se quedó toda la noche con él, y lo supo porque se fijó en que se quedaron dormidos sin siquiera cenar o cambiarse por sus pijamas. Estaba al borde de gritar de total felicidad, pero en lugar de eso decidió acercarse más a su amado para rodearlo por igual con su otro brazo, transmitiéndole su calor corporal mientras le besaba los cabellos con dulzura.

— Mm... Boh, no te muevas... tanto— logró escuchar del contrario que se acurrucaba en su pecho, pasando sus manitas por su espalda ancha, produciéndole una muy cálida sensación—. Quiero dormir... un ratito más... contigo...

Definitivamente estaba muerto de ternura, no podía creer que había aguantado tanto tiempo apartado de aquel ser hecho de azúcar, el cual le daba diabetes de tanto mimarlo y acapararlo para él solito. Rió levemente mientras jugaba con sus largos cabellos, un tanto más largos de lo que recordaba, al parecer Bonnie debería ir a la peluquería a arreglarse las puntas por lo menos, aunque no le molestaba para nada que tuviera el pelo largo. Le quedaba hermoso. Se estremecía levemente al sentir la algo fría naricita del contrario sobre su cuello descubierto, notando el leve airecito que salía de esta de forma calmada, dándole ligeras cosquillas en la piel.

— Allez, mon petit lapin, on doit prendre le petit déjeuner~— le susurró con dulzura en el oído mientras sus manos se dedicaban a hacer despertar los sentidos del pelimorado, acariciando suavemente su cintura ceñida sobre su arrugada camiseta holgada de mangas largas y subiendo por su pequeña espalda.

— Hum...— apretó los ojos con molestia por la luz que entraba por la ventana, frotándose estos con sus manitas hechas puño, pero pronto relajó aquella mueca por una pequeña sonrisa al visualizar los bellos ojos esmeraldas de su amado mirándolo con ternura—. Buenos días a ti también, maestro~— contestó aún adormilado y siguiéndole el juego, pues no había entendido nada de lo que le había dicho, como siempre, mientras alargaba la última vocal estirando ahora sus delgados bracitos al igual que sus labios esperando un beso—. ¿Y mi beso de buenos días?

Bon no pudo resistirse ante aquella tierna imagen, y solo atinó a sonrojarse y abrazarlo con cariño, acercando su rostro al del contrario con claras ganas de comerle los labios. Sin embargo, algo lo detuvo justo cuando ya tenía sus labios finos y morenos casi sobre los gruesos y rosas del contrario, pues su querida mascota se había acercado para ponerse en medio de ambos, haciéndole algunos cariñitos al peliturquesa, clara señal de que tenía hambre. Aquello lo hizo reír levemente al mismo tiempo que la tomaba entre sus algo grandes manos, en las cuales cabía perfectamente, viendo cómo se hacía bolita en estas y se acurrucaba. Mas no se dio cuenta del puchero que estaba poniendo su novio por estar haciéndole más caso a su conejita, pues había dejado al pelimorado sin su beso, algo que le molestaba.

Los 30 días de la OTP (Hard Version)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora