Capítulo I Hazme caso, por favor.

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Narra Dereck

Después de hablar con mi madre, me fui a mi habitación. Realmente lo había hecho. Le había dicho a mi madre lo que sentía por ese chico de ojos enigmáticos, que me atrapan y me hacen sentir mariposas.

"Eso es demasiado cursi". Pensé un poco avergonzado de mis propios y cursis pensamientos.

Para mi suerte, ya había hecho los deberes. Así que me duché, y me acosté a dormir.

A la mañana siguiente, mi madre abrió la puerta de mi habitación, y dedicándome un fuerte y sonoro "buenos días," me despertó de inmediato.

Me senté, y le indiqué con la mano que ya estaba despierto. Me fui al aseo, y al terminar, me vestí. Me puse unos jeans negros, un suéter de manga corta blanco y me peiné mi pelo rubio y liso.

Cuando estuve listo, cogí mi mochila, y bajé a desayunar. Mi madre me sonrió.

-Buenos días.-dijo a pesar de haberlo dicho ya. Pues al parecer, para ella los buenos días que me decía para despertarme, eran tan solo una alarma, y no contaban.

-Buenos días.-le respondí poniéndome los cereales en el tazón.

Cuando terminé de desayunar, cogí mi mochila, y me dirigí a la puerta. Pero antes de que pudiera decir algo, mi graciosa madre me interrumpió.

-¡Suerte con tu novio!-gritó desde el salón. Rojo como un tomate, me fui sin despedirme. Pero no sin escuchar la risa de mi madre.

Iba a paso lento hacia el instituto. Pues calculaba, para llegar sin prisa.

En la entrada, divisé a Álex. Así que, corrí para ponerme a su lado.

-Hola, Álex.-le dije con una sonrisa.

-Ho-Hola, Dereck.-me respondió con una cálida y tímida sonrisa, que hizo que rápidamente notara calor en mis mejillas. Intenté disimular, haciendo como si no me diera cuenta y no fuera culpa del tímido chico enfrente de mí.

Álex, era bajo, 1'65, creo. Tenía el pelo negro, liso y corto. Unos ojos grises-azules, y tenía la piel muy blanca. Era pequeño, pero no era flaco ni parecía débil. 

Al parecer, siempre le habían hecho bullying. Y por eso era tan tímido. La verdad, es que se asombraba bastante de que yo un "popular", le hablara y no me metiera con él. Vale, admito que era popular. Pero no era un cabeza hueca, que se mete con alguien solo por ser diferente. O por el simple hecho de querer meterse con alguien.

Álex era un "nerd", y por eso, me costaba mucho que me tuviera confianza. Pero sabía, que con solo que lo salude por las mañanas y no me meta con él, sabía que no era un idiota.

-Em... M-Me voy a c-clase, adiós.-dijo un poco incómodo. Al parecer me había quedado de nuevo mirando esos hermosos ojos grises.

-Oh, sí... Adiós.-dije despertando del trance. Cuando él se fue, carraspeé con desagrado. "Tengo que dejar de perderme en sus ojos como una colegiala enamorada"  Pensé riñéndome a mí mismo por mi acto que me habría delatado si no fuera porque es Álex.

Dejé de martirizarme, y me fui con mis amigos, que estaban reunidos hablando animadamente al lado del coche de Ace, uno de mis mejores amigos.

Ace era alto, medía 1'86. Lo sé, porque es un centímetro más alto que yo. Era peli rojo, de ojos verde pradera, y tenía unas cuantas pecas por la cara. Era alegre, valiente, fuerte y varonil. Le gustaba mucho picar, y hacerse el bobo, pero sabía cuando ponerse serio. Lo conocía desde los 12 años, cuando empecé el instituto.

-Hola, chicos.-los saludé.

-Hola, Dereck.-me saludó Ace. Que rápidamente cambió por una mirada pícara.-¿Cómo te ha ido con Álex?

Mi hijo gayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora