CAPÍTULO PRIMERO:

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LA VIDA SIN GILBERT BOUGAINVILLEA

Violet Evergarden, era una jovencita cuya legendaria belleza era admirada a donde quiera que fuera, sus profundos y peculiares ojos azules nadie era capaz de asegurar si eran del color del cielo o el mar, su tono tan especial parecía ser una combinación de ambos, una intensidad propia del mar y lo celestial tomado del cielo. Una mirada como ninguna otra. Su largo cabello resplandecía con la misma intensidad pero de una manera distinta, tiras de mechones rubios caían sedosamente, cuando lo tenía suelto, y parecían brillar tanto como el sol, y cuando su impresionante cabellera estaba atada en trenzas que se enredaban con listones rojos, su color no se opacaba ni un ápice, de cualquier manera, con cualquier peinado, uno podía notar su cabello rubio, sedoso, largo y con un brillo sobrenatural, con un color tan especial como el de sus ojos que centellaban al contraste de su cabellera. Sus rasgos, delicados como los de un ángel, labios suaves y de un ligero color rojo, la piel como la de una auténtica muñeca, sin algún tipo de imperfección y que no importaba la situación, siembre lucía fresca y tersa, como los pétalos de una rosa. Y, por último, la que parecía ser su frágil figura, de una jovencita menuda, sin más fuerza que la de una flor, era delgada y algunas curvas marcaban su cuerpo preciosamente, sin mucho busto, el necesario para marcar su cintura, sus largas piernas que le otorgaban un semblante mucho más impresionante y que lucían muy bien sin importar lo que vistiera. Era el cuerpo de una jovencita en plena madurez, pero con una fuerza sobrehumana, y eso era un detalle que sólo aquellos que la había visto combatir, lo sabían.

El único detalle que parecía no combinar con cada centímetro de perfección de su cuerpo, eran sus brazos, desde los hombros hasta la punta de los dedos, todo era metal, no había piel suave y tersa, no, eran brazos de metal reforzado especial para combate, creados para los soldados después de la guerra, y ella era una soldado. Claro que ese detalle no solía notarse a menos que Violet se quitara unos guantes negros que cubrían sus manos, una vez que lo hacía, las manos mecánicas saltaban a la vista. Era un detalle que en definitiva podría restarle belleza, pero a ella no, Violet jamás podría verse de otra forma que no fuera hermosa, e incluso esos brazos de guerra le agregaban un toque de misterio que cualquiera que los veía, se llenaba aún más de curiosidad por esa jovencita.

Sin embargo, sus días de combate habían terminado, ahora ella tenía una nueva vida, y se presentaba así:

-Me apresuro hacia donde deseen mis clientes. Soy el servicio de Auto-Memories Dolls, Violet Evergarden – y después una elegante reverencia.

Ahora se pasaba el tiempo escribiendo cartas para otros, expresando sus pensamientos y ayudándoles a transmitir sus sentimientos. Era una celebridad en su trabajo.

-Violet-chan, parece que tienes un nuevo cliente – Claudia Hodgins estaba frente a ella con su típica sonrisa – Es un encargo un poco largo, creo que te tomará diez días terminarlo...

-Cattleya no me ha comunicado nada.

-Pues claro que no – el Presidente rascó sus cabellera roja y eso era que sólo hacía cuando estaba incómodo o mentía – Este es un favor para un antiguo amigo... tiene la intención de escribir un par de cartas y le ofrecido tus servicios, espero que no te moleste.

-Esperaré sus instrucciones, Presidente.

-Gracias, pequeña Violet.

-¿Todo está bien, presidente Hodgins?

-Sí, ¿por qué lo preguntas?

-Luce nervioso – el hombre lamentó que la jovencita fuera tan perceptiva, pero se esforzó por disimular mejor – Desde hace varios días parece tenso, y me pregunto si tiene relación conmigo.

EL MAYOR Y LA AUTO-MEMORIES DOLLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora