3. The cave - Mumford and sons
El ruido se ha detenido, al menos en el exterior. Todavía se hace eco en la cabeza de Aristóteles. Él ha estado callado, mirando al techo, desde que su padre se salió de la casa, desde que su madre rompió a llorar en su propia habitación, desde los sollozos de su hermanito se volvieron silencios del miedo, apenas audibles a través de las paredes.
—¿Arqui?—susurra, girando hacia su lado derecho. Él debe estar recostado justo al otro lado de su pared de tablaroca, que está cubierta con dibujos arrancados de cuadernos y canciones propias, cuando aún tenía inspiración para dibujar todo menos garabatos.
—¿Sí?—Ari distingue la ligera voz aniñada de su pequeño hermano, oye el susurro debajo de las mantas, asumiendo que él hace lo mismo.
—¿Quieres dormir conmigo? No quiero tener pesadillas y tu compañía me hace sentir mejor, ¿crees que puedas ayudarme con eso?—le pregunta a el pequeño, porque sabe perfectamente que Arqui jamás admitirá tener miedo. Jamás admitirá que se siente más, que lo necesita. Es tan sólo un pequeñito que teme parecer un cobarde por lo que su padre dirá si se entera. Sintiéndose más solo que nunca.
—¿Puedo llevar a Kenny?
Aristóteles sonríe ante eso, porque Kenny es el juguete preferido de su hermanito. Es un oso casi deshilachado que fue de su propiedad y que seguidamente, comenzó a serlo de Arqui cuando nació. Hubo un tiempo entre su primer y tercer año de edad en que nunca lo soltó, lo llevaba a todas partes. Hasta que ese año, su padre lo llamó demasiado mayor para tener un objeto de seguridad e intentó esconderlo en la azotea. Pero Aristóteles se lo rescató.
—Por supuesto...
Tan sólo unos segundos después, Arquímides abre la puerta que conecta su habitación con la de su hermano mayor. Arrastrando su oso de felpa de un brazo mientras camina hasta la cama de Ari y hace su mayor esfuerzo para subir a la cama. Una vez dentro de las sabanas, el pequeño cuerpo le da la espalda e intenta dormir. Más tranquilo que antes y sin ningún sollozo saliendo de sus labios. Así que Ari intenta hacer lo mismo, pero siente una vibración retumbar en su estómago, y cava bajo las sábanas para encontrar su teléfono, la luz hiriendo sus ojos por un momento.
Es un mensaje de texto de Cuauhtémoc.
No sin sorpresa, desbloquea su teléfono y deja que sus ojos se relajen, permitiéndoles ajustarse al brillo. El mensaje es directo de Whatsapp, y Ari se pone a pensar un poco sobre cómo ha conseguido su número hasta que recuerda que los intercambiaron dos años atrás, cuando su tía Blanca lo mandó con un pastel de bienvenida. Nunca se hablaron de nuevo.
Temo:
"La canción estuvo genial.
¿Te gusta algo más como ellos? Quiero recomendaciones"
¿Que demonios? En primer lugar, Aris no puede recordar realmente lo que escuchaba cuando hablaron en la escuela. Y, en segundo lugar, ¿qué demonios?
Ari:
"Sí, tal vez.
¿Quienes te dije?"
Él recibe una respuesta inmediata. Cuauhtémoc debe estar esperando con su teléfono desbloqueado.
Temo:
"SYML"
Oh si, ahora ya lo recuerda. Recuerda perfectamente la mirada perdida del niño más pequeño cuando se lo mencionó en el salón de clases. Sonríe ante el recuerdo sin poder evitarlo.
Ari:
"Cierto.
Bueno, no sé. Intenta con Radiohead"
Temo:
"Genial, gracias! :)"
Es así, como el eco personal de la pelea entre sus padres dentro de la cabeza de Ari, se detiene y finalmente puede dormir, abrazando a Arqui en el proceso.
ESTÁS LEYENDO
AUDÍFONOS, aristemo
FanfictionLos auriculares de Aris nunca salen de sus orejas. En la escuela, no importa. Nadie quiere hablar con él de todos modos, e incluso si intentara prestar atención en clase, no haría una diferencia. Mientras que en casa, ahoga los combates. Así es como...