6. Talk - Khalid
Aris se dirige con desgano, arrastrando lo pies mientras se encamina a casa. Los audífonos sonando en sus oídos y la atenta vista al frente como le enseñó su madre.
Las clases de ese día habían sido realmente exhaustivas. Las matemáticas de nuevo lo había dejado en ridículo, en historia lo habían pasado a la pizarra y se equivocó escribiendo "hecho histórico" sin ache. Y en español, se perdió en el modo en que Temo leía en voz alta y el profesor se aseguró de exponer ese estúpido momento de distracción. Claramente los chicos de su salón se habían asegurado de burlarse a sus costas por ello.
Finalmente, durante la hora de baloncesto, los chicos habían dejado medianamente olvidado el asunto de Temo. Y habían jugado como siempre. Hasta que Cuauhtémoc se despidió de lejos con un gesto tan adorable que logro que Ari se distraerá por más de un par de segundos e hizo que resbalara sobre un compañero.
No entendía la razón por la que comenzaba a ser tan torpe, o por lo que comenzaba a serlo más de lo normal. Especialmente cuando Temo estaba involucrado. Pero no le había gustado nada ser el blanco de burlas por ello.
—¿Qué estás escuchando ahora?
Se sobresaltó cuando sintió un cuerpo chocar con el suyo y una mano le sacó el auricular de la oreja sin previo aviso.
—¿Qué demoni...—murmuró Aristóteles, con el entrecejo firmemente fruncido sobre sus ojos. Volteó a ver al sujeto a un lado suyo y finalmente se relajó. Era Temo, que le sonreía abiertamente con un leve sonrojo a causa del calor en sus mejillas.
—Hola—él dijo, suavemente.
—Hola, Temo.
El moreno rió entonces, inclinando un poco la cabeza antes de volver la vista al frente. Aristóteles supo que debía hacer lo mismo antes de chocar contra un poste y quedar más en ridículo, (si es que era posible).
—¿Directo a casa?—indagó Temo, acomodando el cuello de su camisa. Aris pensó que si alguien tenía que portar el uniforme de la escuela, sería Temo: en él lucía increíble.
—Hmjúm.
Aristóteles no confiaba en su voz para hablar más que eso en esos momentos, quizás decía un tontería más. O le diría lo bien que se ve con ese corte de pelo y sin gomina peinándolo.
—¿Qué escuchas ahora?
—Talk—soltó con floritura, como si de pronto las palabras no fueran un problema cuando era un tema que realmente le interesara—, ¿por qué?
—No—chilló Temo, alargando la sílaba tanto como pudo. A Aristóteles no se le escapó el modo en como sus cejas oscuras se alzaban sobre su frente y hacía un gesto muy curioso con sus labios—, no lo creo. ¿Te gusta Khalid?
—No puedes juzgarme. Es una canción muy buena, López.
Ari miró con fascinación sorprendida el lindo modo en como Cuauhtémoc reía para él. Sus ojos se achinaban, su expresión se relajaba y todos su dientes brillaban entre sus labios llenos. Sus largas pestañas se estiraban sobre sus mejillas rosas y mostraba cual espectáculo la hilera de dientes perfectos, blancos y grandes, como perlas que encajaban perfectamente con su rostro. Era increíble que alguien pudiera reírse de ese modo y no lo consideraran un delito homicida en potencia.
Y cuando su risa salía de su ronco pecho, pasaba por su garganta y bailaba por sus labios, era más de lo que podía soportar.
Aristóteles tuvo que retener un gran suspiro.
Continuaron caminando por un rato, y para ese momento la canción ha terminado, pero ni siquiera le importa. Sólo camina a su lado, hombro con hombro, y nadie dice nada porque no hace falta. Siguen su camino en total silencio y no es incómodo; el aire no se comprime, ni siente que se asfixia. Se siente fluir. Y es perfecto. Ambos se contentan solo con tener la compañía del otro.
—Okey, hablemos seriamente—dice Temo, repentinamente. Y Ari le dirige una larga mirada apreciativa antes de responder.
—Muy bien, ¿sobre qué?
—El último álbum de Billie—habla, como si fuera una cosa de vida de muerte. Y Ari ríe de un modo que no sabía que podía hacer.
—Total perfección.
—¿Si?
—Lo he tenido sonando una y otra vez desde que salió. Simplemente perfecto.
—¡Lo sé!—Temo chilló. Ari sonríe ante la emoción del niño. No ha dejado de sonreír desde que se encontraron.
—Es tan bueno.
—Incluso si eres un mentiroso—se burló el menor.
—¿Qué?
—De todas las veces en que te he preguntado lo que estás escuchando, ni una sola vez la has mencionado.
—Está bien, me atrapaste—respondió Ari con diversión—: Tal vez no desde el día en que salió ni todo el tiempo, pero en verdad Billie constituye la mayoría de mi lista de reproducción.
Temo rió un momento antes de volver al mismo silencio de antes, chocando un poco los hombros al caminar. Ni siquiera podía recordar en que momento se habían acercado tanto.
—¿Puedo escucharla alguna vez?
—¿Qué?—preguntó, la confusión tiñendo sus facciones.
—Tu lista de reproducción—Temo dice.
Es eso lo que hace que Aris se congele. Porque él no es el tipo de persona que comparte su lista de reproducción predilecta con los demás. Incluso si le ha dicho a Temo lo que es prácticamente todo lo que está en esa lista, no es lo mismo. Lo que haya o no en ella es ante sus ojos, un pedazo de él. Ha sido lo único que lo mantuvo cuerdo durante años, y no cree que esté listo para compartirlo con nadie.
Y sin embargo,
—Sí, tal vez algún día.
—Genial.
•••
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AUDÍFONOS, aristemo
FanficLos auriculares de Aris nunca salen de sus orejas. En la escuela, no importa. Nadie quiere hablar con él de todos modos, e incluso si intentara prestar atención en clase, no haría una diferencia. Mientras que en casa, ahoga los combates. Así es como...