The Black Keys

51 4 3
                                    

- Sueeee, vamos que llegamos tarde. - Gritó John desde la puerta principal esperando con la mochila a cuestas. Sue seguía metida en la cama, ajena a la hora que era y cansada por culpa de la fiesta de la noche anterior. Se sujetó la sien y miró perezosamente el reloj de su mesita de noche, el cual marcaba las 8:10.

Volvió la vista hacia arriba, hacia el techo, donde había un poster mal colocado que le había regalado Mark hacía un par de años de un grupo de música llamado "The black keys". Tenía dibujado a dos hombres con cabeza de animales; uno con la de un carnero y otro con el de una jirafa y, a pesar de haberlo tenido ahí durante tantos años le seguía resultando inquietante. Lo habría quitado hace tiempo si no fuera porque este ocultaba una mancha del tamaño de un puño que ambos habían hecho cuando tenían 12 años. Desde entonces Sue no le ha dejado entrar a su habitación con ningún tipo de pintura.

Se frotó los ojos perezosamente y se volvió a acurrucar durante un par de minutos en su cama, mientras pensaba en la tarde que le esperaba entrenando con el equipo de baloncesto. No eran demasiado buenos, y normalmente ganaban gracias a las habilidades del capitán. No era una persona demasiado amable, pensó ella mientras poco a poco volvía dormirse, pero sin duda era bueno en lo que hacía. Mientras se imaginaba a ella misma sujetando una copa rodeada de sus compañeros al tiempo que vitoreaban su nombre y tiraban confeti de colores, un pitido agudo e irritante le sacó al instante de su pequeño momento de gloria. Sue abrió el ojo derecho y volvió a mirar el despertador. Las 8:20.

Tras un gran esfuerzo físico y mental, se levantó de la cama de un salto, se dirigió a su armario y cogió lo primero que encontró; unos pantalones negros rotos y una camiseta morada de tirantes sin planchar, que dejaba ver el tatuaje de su espalda, un lobo mirando hacia delante, sereno, rodeado de enredaderas y flores de lis pequeñitas con detalles. Estaba muy bien hecho, y Sue se sentía la mar de orgullosa de llevarlo; sin duda el tatuador de su padre era digno de confianza. Observó radiante la obra de arte que llevaba en la espalda en el espejo alto de su habitación, que estaba rodeado de frases de libros, videojuegos y sobretodo películas que le habían gustado; entre ellas se encontraba una de un fragmento de Harry Potter, en la cual Albus le decía a Snape: "¿After all this time?", y él contestaba "Always". Esa parte le hizo llorar un poquito.

También estaban las míticas como "It's dangerous to go alone, take this!" de The legend of Zelda, "Estás loco, majareta, pero déjame decirte una cosa; las mejores personas lo están" o "Me hicieron cosas monstruosas, y crearon un monstruo" de V de Vendetta. Eso le recordó a Sue que tenía que hacerse con la máscara de la película. Pero sin duda la que más le gustaba (y que estaba marcada con fosforito de distintos colores) era "Soy el sargento de artillería Highway. He bebido más cerveza, he meado más sangre, he echado más polvos y he chafado más huevos que todos vosotros juntos, capullos" de la Chaqueta metálica. No podía esperar a usar esa frase en algún momento de su vida.

Se sentó en el suelo y con un suspiro resignado se puso las Panama, se recogió el pelo en un moño algo mal hecho y rápidamente cogió la mochila negra con pequeñas ramas de colores. 

Antes de salir de su habitación, cogió la chaqueta de cuero que le había quitado a su madre meses atrás y se la puso. Comenzaba a hacer frio.

Bajó las escaleras a gran velocidad, haciendo que casi se cayera por ellas, lo que despertó las risas de su hermano.

- ¡Aleluya! Por fin terminaste. Sabes, deberías replantearte salir menos de fiesta. - Ella se limitó a mirarle con mala cara, ya que no tenía energía suficiente para contestarle, y tampoco es que se le ocurriera una buena forma de hacerlo en ese momento.

Con un gran bostezo, agarro las llaves de la moto, cogió ambos cascos y le lanzó uno a su hermano, dándole en la cara.

- Serás...

- A mi al menos me dejan salir de fiesta - Su hermano abrió la boca de par en par y Sue sonrió de manera autocomplaciente. Parecía que sí tenía una buena respuesta al fin y al cabo. Tras varios empujones por ver quien salía antes por la puerta principal y después de que John se atara los cordones de sus zapatillas, se subieron a la Ducati negra de Sue, en dirección al instituto.--  

- ¡Chicos! Olvidáis vuestro almuerzo. - Su madre gritaba desde la ventana de la cocina sujetando dos bolsas, justo antes de que Sue pudiese arrancar. Ambos se miraron, entendiéndose sin pronunciar ni una sola palabra.

- Piedra, papel o tijera. - Dijo Sue a su hermano.

Una vez más, le tocó al chico ir a por el almuerzo y ella alzó el puño, victoriosa.

- Siempre sacas tijera. - Dijo Sue regodeándose de su victoria.

- Cállate. – Contestó él subiéndose de nuevo a la moto.

Antes de que John entrara al instituto, Sue le agarró de los mofletes como si fuera una abuela con su nieto. Él le miró, atónito, como si supiera lo que estaba a punto de hacer.

- Ten cuidado ahí fuera, pequeño Johnny, hay niños muy malos; recuerda, no le des tu comida a los matones, no aceptes caramelos de desconocidos y procura no hacerte pis en clase, que no te pase como la última vez. - La voz de Sue había adquirido un tono dulce e inocente, lo que le daba más rabia a John.

- ¿P-Pero qué estás diciendo? - Éste miró a su alrededor completamente avergonzado, y para su desgracia había un grupo de chicas riéndose y dirigiéndole miradas furtivas, consiguiendo así que John se pusiera aún más rojo. - Esta me la pagas, Susan Evans - dijo él, señalándola con el dedo. Ella le sacó la lengua y vió como su hermano entraba dentro del edificio.

"¿Me habré pasado?" pensó Sue, mientras volvía colocarse el casco enmarañando aún más su pelo. Sin embargo, a lo lejos vió como un chaval rubio mucho más alto que John se le tiraba encima rodeándolo con un brazo mientras ambos reían. Con una sonrisa en los labios, pensó en las infinitas venganzas de su hermano y de cómo se las devolvería. Con la cabeza en las nubes, se fue a la universidad, donde la esperaba algo mucho peor que una simple venganza.

Hola! *carraspean* somos centímetros cuadrados, CM2 para abreviar. ¿Por qué ese nombre? Es un anagrama de nuestros nombres y, todo el mundo sabe que el metro es la mejor unidad de medida que existe. Jódete, América.

Actualizaremos cada lunes. Si los patos no nos han conquistado o perdemos inspiración, esperemos que esto se mantenga.


Encantada de corromperteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora