SEÑOR THOMPSON

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Dejó aparcada su moto en la puerta de la universidad, la ató a uno de los postes y con una resaca importante se fue a su segunda clase, ya que estaba claro que a la primera no llegaba. Los pasillos estaban completamente vacíos, salvo por algún rezagado o la parejita de turno enrollándose, lo cual le producía risa a la vez que algo de asco. Entró a la clase de sociología criminal, donde el profesor la miró enfadado, cansado de que llegara siempre tarde.

- ¿Otra vez tarde, señorita Evans?

- Oh, no. Es más bien lo contrario, llego 10 minutos antes. Vengo para la segunda hora. - Y sin dejar que el señor Wilson contestase, ella ya se había sentado al final del aula, tapándose los auriculares con el pelo (que se había desatado por completo) mientras escuchaba "Time after time" de Cyndi Lauper, canción que le había enseñado su madre la navidad anterior y que le había encantado desde entonces.

                                                                                       ***

Pasaron los minutos y Sue cada vez estaba más aburrida; incluso comenzó el replantearse el tirar pelotitas de papel con un canuto improvisado con un boli Bic, como hacía cuando estaba en el instituto. Por suerte sonó el timbre dando por finalizada la clase. Ella se acomodó en su sitio quitándose los auriculares, mientras observaba al resto de alumnos levantarse y marcharse a su siguiente clase. Intentó sacarle el nombre al menos a uno de ellos, pero se dió cuenta de que era incapaz de ello. Se rió para sus adentros, admirando su capacidad de ignorar a la gente con tanta facilidad. Mirando a su alrededor, vió al grupo de chicas pijas huecas de su clase entrar riéndose. Eran más pequeñas, (tanto en edad como estatura). Quizás por eso tenían tanto odio concentrado y eran tan irritantes. De todas formas, creo que no es necesario que expliquemos lo "agradables" que pueden llegar a ser este tipo de personas.

- ¡Vaya a quién tenemos aquí...!

Era el grupito repelente que la mayoría de la clase odiaba. Por suerte, Sue sólo las tenía que aguantar durante dos horas a la semana. Cuando llegaron a su mesa se pararon en seco, mirándola de arriba a abajo para luego echarse a reír, mientras que Sue se limitó a mirarlas con una sonrisa amplia y guiñarles un ojo. Ellas la miraron algo extrañadas, pero siguieron hacia delante como si nada. Le encantaba jugar con su diminuto cerebro; era realmente divertido. Se sentaron en una esquina del aula, mirándola de vez en cuando y cuchicheando sutilmente mientras Sue seguía ignorandolas por completo repasando su repertorio de música. Poco a poco entraron más alumnos al aula muy a su pesar, ya que su mini descanso había llegado a su fin. Entre las personas que entraban había un chaval bajito y pecoso llamado Jeff que a Sue, por alguna razón, le recordaba a su hermano pequeño; quizás por su tamaño o su personalidad, no lo sabía, pero le resultaba extremadamente adorable. Después entró una pareja compuesta de un chico con pelo largo color caoba con solo un auricular puesto y con cara de aburrido acompañado de una chica más bajita de pelo corto hablando animadamente a su lado. Ella daba grandes zancadas para mantener el ritmo del chico que 

parecía ignorarla. La parejita se pasaba toda la hora pegándose y bromeando, como si quisieran presumir de su buena relación delante de todos. La chica, Mery, era un año menor que Sue, sin embargo la asignatura de primero se le resistía como a ella mientras que el chico, Saúl, parecía que lo único que quería hacer era refugiarse en su habitación y viciarse a algún juego de rol. Aunque no eran pareja, la mayoría de la clase apostó cuánto tiempo iban a tardar en empezar a salir. Sue apostó 10 pavos a que empezaban a salir dentro de dos meses. Luego entró un chico de pelo castaño algo más alto que Saul con unas gafas rectangulares de pasta a paso agitado; parecía nervioso y tenía unas ojeras que ya eran características en él. Era Adam, el cerebrito de la clase con el que todos querían ponerse en los trabajo grupales. Tras unos minutos, fueron llegando el resto de alumnos, hasta que la puerta del aula fue cerrada por el profesor.

Encantada de corromperteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora