- Sueeee, por fa ...
- Ahora no, mosca cojonera.
- Venga, por fi, por fi, por fi ...
- Yo no quiero ir, huele a mierda.
- Venga Sue, papá no puede llevarme hoy, tiene que encargarse del circuito. Además, quién sabe, igual hay algún caballo libre y te dejan montarlo.
Sue se levantó, cogió los cascos y le lanzó uno a su hermano dejándolo sorprendido.
- Que conste que lo hago por los caballos, no por ti. - Dijo Sue señalándole con el dedo.
John sonrió de oreja a oreja y con un pequeño saltito se dirigió a su habitación.
- Espera, espera, ¿a dónde vas ahora? – Dijo Sue dirigiéndole una mirada inquisitiva a su hermano.
- A cambiarme. – Dijo John como si fuese la cosa más obvia del mundo.
- ¿Es que no estás listo?
- No pensé que aceptarías. - Sue soltó un bufido y comenzó a caminar en dirección a su Ducatti.
Cuando ya había terminado de cambiarse, siguió a su hermana hasta la moto, donde le dio un efusivo abrazo, y le gritó "gracias" al oído, lo que hizo que Sue le empujara hacia atrás en señal de venganza.
***
- ¿Y ahora dónde coño aparco? -Dijo ella buscando una zona pavimentada mientras su hermano corría ansioso hacia la recepción del centro de hípica "Al Alba". Cogió ambos cascos y se ajustó el tirante del peto que llevaba; era de su madre y le quedaba algo grande.
- Buenos días, llamé el otro día para apuntarme. - Dijo John a la señora que se encontraba en la recepción; era una mujer de mediana edad, muy morena y vestida con ropa de montar.
- Buenos días, soy Judith Brown, la dueña del centro. ¿Me podrías decir tu nombre para buscar tu ficha?
- John Evans. - Dijo mirando entusiasmado a su hermana que acababa de entrar en la sala. La mujer pareció teclear de forma aburrida en su ordenador, y con un asentimiento de cabeza volvió a dirigirse a John.
- Sí, aquí está. Ya está todo listo, acompáñame a ver los caballos para que elijas el tuyo.
- ¡Guay! - Dijo John. - Pero me preguntaba si también habría un caballo disponible para que mi hermana pudiera montar hoy. - Dijo señalándola.
- Oh, no. No hace falta. Sólo vengo a acomp ...
- ¡Por supuesto! - Dijo Judith interrumpiéndola con una gran sonrisa, haciendo que se marcasen sus líneas de expresión. - Acompañadme por aquí John y... - Dijo haciendo un gesto de alusión a Sue.
- Susan, pero puedes llamarme Sue.
- Encantada Sue, por cierto, me encanta tu pelo azul. - Dijo Judith tomando la iniciativa en el camino. - Es por aquí.
Judith les guió por un camino arenoso y acompañado de un mal olor.
- Te lo dije pequeño Johnny, iba a oler a mierda. - Dijo Sue con retintín.
Pasaron junto a un picadero donde se encontraba un señor de mediana edad domando a un pura sangre. Sue y John se quedaron rezagados mirando el fascinante espectáculo. El caballo realizó una serie de trucos y seguidamente recibió una recompensa por parte de su domador. Los hermanos estaban expectantes viendo cómo el animal disfrutaba de su recompensa, sin embargo, Judith les sacó de su asombro e hizo que volvieran a seguirla hasta los establos.
- Ya veo que os ha gustado Sena. - Dijo mientras caminaba a paso ligero. - Es nuestra yegua más reciente, es bastante... salvaje, nos está costando un poco más de lo normal adiestrarla, pero no os preocupéis. - Dijo girándose hacia los chicos. - Contamos con la ayuda del mejor domador de la ciudad, Jacob, a quien podéis preguntar todas vuestras dudas. Pero venga, no nos entretengamos más.
Sue y John siguieron a Judith aun pensando en ese majestuoso caballo marrón. Tras andar unos minutos llegaron a la explanada desde donde pudieron observar los establos que se encontraban al fondo y, junto a ellos, un carro de madera antiguo lleno de flores, por lo que Sue supuso que se trataba de mera decoración. Sin embargo, se quedó sorprendida debido a lo cuidadas que se encontraban las instalaciones.
- Wow. - Dijo Sue impresionada.
- Es bonito, ¿verdad? - Añadió Judith. - Las ha puesto ahí mi sobrino, la verdad es que es bastante meticuloso con los detalles. Le encantan las flores.- Judith se quedó ensimismada un segundo, pero los chicos no lo notaron.- Está por aquí normalmente, puede que lo conozcáis hoy. A él también le podéis preguntar lo que queráis, al igual que al resto de trabajadores. Bueno, - dijo entonces dirigiéndose a John - ¿quieres escoger ya tu caballo?
- ¡Síííí! – Respondió John en un tono muy agudo que provocó la risa de su hermana. - ¡Sí! - Dijo de nuevo en un tono mucho más grave que hizo que Sue continuase riendo.
- Aquí están los cuatro caballos entre los que puedes elegir; este es Zeus, un andaluz bastante dócil con el que te será fácil aprender, - John asintió, observando al animal atentamente; era un caballo grisáceo con la crin blanca y parecía que le estaba observando con sus grandes ojos negros. - Blue, es un americano un tanto salvaje, pero podrás hacerte con él. - Esta vez era marrón con manchas blancas, algo más delgado que el anterior y obstinado, como pudo comprobar John tras oírle relinchar.
Judith siguió presentándole el resto de caballos, pero John no podía apartar la vista de Zeus; sin duda, el animal había sido capaz de cautivarlo.
- Entonces, ¿con cuál te quedas? - Preguntó Judith.
- Con Zeus, por favor.
- Genial, buena elección, es mi favorito. ¿Y Sue, cuál eliges?
- ¿Qué? ¿Cómo? Umm... - Musitó, distraída. No había escuchado ni una palabra de lo que había dicho Judith ya que su atención estaba centrada en otro caballo, mas exactamente en un percherón negro.
- Que qué caballo quieres. - Repitió Judith, esta vez un poco más alto pero sin abandonar ese tono amable que parecía caracterizarla.
- Me gustaría ese, si puede ser, claro. - Dijo señalando al caballo con el cual se había quedado ensimismada.
- Um, ese... Vale, no creo que le moleste a su dueño, - le dedicó una amistosa sonrisa a Sue - al fin y al cabo es sólo un día. - Ella asintió, y le dirigió una mirada cómplice a su hermano.
- Esperad aquí por favor, enseguida vendrá alguien a enseñaros a colocar la silla y bueno...en general, todo.
***
- Adam, ¿estás ocupado? – Preguntó a su sobrino que se encontraba llenando los depósitos de agua.
- Sí, pero esto va para rato así que puedo dejarlo para otro momento, ¿qué necesitas?
- Hay un nuevo alumno acompañado de su hermana que también quiere montar. Todos los instructores están ocupados. ¿Puedes encargarte tú?
- Vale, sí, ahora voy. – Contestó él, de manera obediente.
Y con esto y un bizcocho, os dejamos una foto de nuestro protegido, Adam, al que debemos proteger y querer como si fuera nuestro propio hijo. (Que lo es prácticamente; solo nos ha faltado parirlo)
Nos vemos!
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Encantada de corromperte
RomanceSusan Evans es la definición del anti-drama. Sin embargo, la vida tiene pensado otras cosas para ella; todo cambiaría en el momento en el que Sue decidió enfrentarse contra alguien que se encargaría personalmente de convertir su vida en un infierno...