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—¿Podrían decirme qué está pasando aquí?, —dice mi madre con un tono muy tranquilo y curioso—, ¿Me he perdido de algo en estos últimos días?
Y me calmó mucho escuchar su tono de voz, al menos sabía ahora que estaríamos en problemas, pero ahora tendríamos mucho por contar.
—Bueno madre, lo que sucede es que.. —dije, pero fui interrumpido por ella.
—No se preocupen de eso por ahora, —dijo en tono comprensivo—, no puedo ignorar el hecho de que necesitas recuperación y no quiero agobiarte con eso ahora.
Y era perfecto que lo hubiese considerado, incluso cuando me sentía totalmente disponible para responder, me daba tiempo de organizar ciertas dudas, y aún tenía mucho que hablar con Giselle.
—Le prometo que le contaremos cada detalle, señora Fuentes, —dijo Giselle dulcemente.
—Está bien, les regalaré un poco de privacidad, linda, —dijo mi madre—, siento que han pasado mucho sin hablar, lo necesitan.
—Muchas gracias señora Fuentes, —responde Giselle de vuelta.
—Llámame Victoria —dice amablemente mi madre.
—Muchas gracias señora Victoria, —contesta nuevamente de vuelta.
—Gracias mamá, te amo, —le dijo dulcemente y le lanzó un beso en el aire.
Me sonríe y cierra la puerta de la habitación, Giselle se acerca con mucha más paz en su mirada, sus ojos volvían poco a poco a su habitual dulzura, a esa a la que me he acostumbrado a ver, a amar, lentamente planta un beso casto en mis labios y me dice:
—No te librarás de mi tan fácil —dice cuidadosa y risueña—, aquí estaré para ti, cielo.
Y me planta otro beso dulce, y se recuesta a mi lado, con su cabeza y su cabellera apoyada a mi brazo izquierdo.
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