Cerca mío.

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...

"Nadie puede tomar esto de ti

No, nadie puede cuidar esto por ti

Pero sí tú puedes y quieres hacerlo

O puedes caer sí tú quieres

Yo también siento lo mismo qué tú

Tú puedes bailar sí tú quieres

O quebrarte si quieres

Yo también siento lo mismo que tú

Lo mismo que tú."

Sonó una y otra vez del SoundDock, sentí cada palabra en mi, como se me hinchaba el corazón con cada letra, cada sonido, cada recuerdo, cada recuerdo de Giselle en mi mente, su sonrisa, su mirada, su voz, sus labios, enloquecía por ella, la amaba, amaba lo que hacía en mi.

Estaba listo para ir a verla, me coloqué mis Vans y un poco de perfume (Medio tarro a decir verdad, me gusta oler bien), no estaba de más, tomé mi gorro, me peiné y estaba listo para el mejor sábado de la vida.

...

Iba en camino a la puerta, ya me había despedido de mamá, cuando de sorpresa: ¡Era ella! ¡Ella estaba al frente mío! ¡Ella estaba en mi casa!, ¿Cómo sabía ella dónde vivía?, tantas preguntas en mi mente.

—¡Cariño! —dijo ella lanzándose a mis brazos. Un dulce abrazo, como nunca en tantos años me hizo feliz, esa clase de cosas me hacían quererla tanto

—Ho..hola —dije tartamudeando—, ¿Cómo llegaste a mi casa?

—Cariño, jajaja, ¿Ya olvidaste que te veía salir cada mañana a tomar el autobus? —dijo ella risueña.

—¡Oh, ciertamente, dulzura! —dije sonriente— ¿Quieres salir o?..

—De hecho me gustaría entrar, conocer tu casa y bueno.. saludar a tu querida madre, tengo años sin verla —dijo ojeando la casa de un lado a otro.

Oh, esto era nuevo, tenía en mente salir con ella o ir a su casa, pero no sonaba nada mal un sábado en casa con ella, sonaba divertido.

—Oh, claro, adelante. —dije dando la espalda y buscando a mi espalda sus manos.

Tomó mis manos y me siguió, no podía evitar sonrojarme, esto no sólo era nuevo para mi, era muy lindo, era tan real que era irreal para mi cada día, seguía preguntándome lo mismo que la primera vez que nos reencontramos, ¿Qué veía en mi?, aunque algo era seguro, lo que yo veía en ella era esplendido, maravilloso.

—¡Madre! ¿Estás en casa? —dije en un tono alegre—, Alguien quiere verte.

—¡Ya voy hijo! —dijo ella desde la cocina.

Llegó a la sala, sonriente y expectante, luego la vio y no pudo evitar ruborizarse, sus ojos brillaban, supongo que esto será algo bueno.

—¡Giselle, chica! ¡Tanto tiempo! —dijo mi madre dando a ella un gran abrazo.

Giselle estaba terriblemente sonrojada, supongo que eran buenos indicios.

—Señora Fuentes —dijo con un tono muy alegre—, Si, mucho sin verla, está muy preciosa.

—¡Gracias querida! —dijo con mucha más alegría—, ¿Gustas algo de tomar o comer?

—No se preocupe, estoy muy bien, en tanto necesite algo se lo haré saber —dijo ella muy educada.

Y se sentaron en el sofa, bien me fui un rato y volví mucho tiempo después y aun charlaban, pensé por un momento que mi madre me había robado la tarde, en todo caso lo valía, que congeniaran me hacía muy feliz.

—Es un gusto haber hablado contigo linda —le dijo mi madre—, estás muy guapa.

—El gusto fue mío, gracias por esta gran charla —dijo ella feliz.

—No hay porque, te dejaré a solas con mi hijo, creo que lo hemos hecho esperar mucho —y río mi madre.

Al unísono rieron Giselle y mi madre, no pude evitar hacer un puchero al respecto.

—Y cuidado, confío en ustedes —dijo mi madre.

—¡MAMÁ! ¡Sólo somos amigos! —dije terriblemente sonrojado.

—Si, si, como sean, tengan cuidado y disfruten su tarde —dijo con una sonrisa complaciente en su rostro.

Y así sería, le tomé de la mano y la llevé a mi cuarto, nos sentamos en la cama, pero al rato nos aburrimos así que nos sentamos recostados a la cama.

—¿Y qué hay para divertirnos aquí, cariño? —dijo ella picando el ojo.

—Pues podemos escuchar música toda la tarde y charlar, ¿Te parece buen plan? —dije sin evitar mostrar mi entusiasmo.

—Me parece buen plan —me miro y sonrío.

No podía evitar perderme en su mirada.

Y así pasamos las horas, acostados en el suelo, yo en su abdomen, ella en mis piernas, charlando, viendo como atardecía, como dejaba de entrar la luz de sol poco a poco, como anochecía.

El mejor sábado de la vida.

Nos quedamos mirando el uno al otro, nos acercamos y me dijo al oído:

—Gracias por esto, esto es algo que es y siempre será nuestro —dijo sonrojada—, es nuestro momento y nadie nos quitará eso.

—¿Nunca? —dije casi sin voz.

—Nunca —dijo ella.

Y lo siguiente no lo vi venir.

...

If I Lose MyselfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora