Sus ojos se deslizaron por las estanterías de la tienda hasta que sus dedos toparon con el borde de una fina lámina de cartón. En su interior ocultaba un disco de treinta centímetros de diámetro que cantaba al girar.
Ya nadie escuchaba vinilos.
Se alistó al ejército a los dieciocho años, anhelante de una libertad que la gente confundía con hacer la guerra. Llenó un macuto con los gritos de su padre, se lo echó al hombro y se subió a un autobús camino a la base.
Allí conoció a Benn.
Él estaba cerca de la treintena, y Shanks juraría que ya por aquel entonces tenía el pelo canoso. Él le enseñó a disparar con el rifle, abrir un botellín de cerveza con los dientes y complacer a una mujer.
En la primera semana le llevó a un bar cercano al campamento. Se había remetido la casaca, tres tallas más grande de lo que debería ser, por la cintura del pantalón. Los pies le bailaban dentro de las botas, y pese a que había insertado la aguja del cinturón en el orificio más pequeño, cada dos pasos se tenía que subir los pantalones.
Estás demasiado delgado, le había dicho Benn. Ya ganaras músculo y llenarás el uniforme.
Recordaba el ambiente soporífero, las camisas con olor a destilería y el humo de los cigarros bailando sobre su cabeza. Una bola de discoteca, una canción melancólica de fondo y los cascos de los botellines sonando contra las mesas.
Esa fue la primera noche que la vio.
Detrás de la barra, con una sonrisa inmarcesible y secando un vaso con un trapo.
El amargor de la cerveza le atacó cuando bajó por su garganta, y por mucho que intentó disimular su desagrado por su sabor no consiguió evitar que Benn se carcajeara a su costa. Esa noche bailó – o más bien se balanceó de un lado a otro -, cantó las letras de U2 y de The Police y se acostumbró al sabor de la cerveza.
Cada noche que volvía al bar, ella estaba allí.
Me llamo Makino, le dijo en una ocasión que él fue incapaz de despegar los ojos de ella.
Yo soy Shanks, acertó él a decirle.
Un mes después se fue a la guerra. Y cuando volvió, ella ya no estaba.
Cuando consiguió llevarse a la cama a la nueva camarera ya se había cansado del paquete de cerillas en el bolsillo trasero del pantalón, el silbato colgado de manera perenne a su cuello y las letras de U2. Bueno, quizás de esto último no.
La buscó en otros bares, en el fondo de los botellines de cerveza y entre las sábanas de otras. Benn se reía de él y le reprendía cuando se emborrachaba de más. Le ayudó a buscarla y le ayudó a olvidarla.
Acabó la guerra en Irak y el muro de Berlín cayó. Benn dejó el ejército y a él lo liberaron cuando perdió el brazo izquierdo por una sepsis. Se mudó a una pequeña ciudad costera, compró un local y se instaló en la trastienda.
La gente pasaba a comprar vinilos, y en su tocadiscos siempre giraba The Joshua Tree. Al cabo de unos meses se mudó a un apartamento y compró un rótulo para el local.
Esa tal Makino debía ser alguien importante para que le pusieras su nombre a tu tienda, le dijo una vez una clienta con un piercing en el ombligo.
Shanks se encogió de hombros y le devolvió el cambio.
Tuvieron que pasar treinta años; un cambio de siglo, el descubrimiento del genoma humano y el huracán Katrina. Se rindió a dedicar una parte de la tienda a la venta de CDs, tomar pastillas para el colesterol y dejar de llamar "aguachirri" a la cerveza sin alcohol.
Hasta que, un día cualquiera, ella entró en la tienda.
***
- Militar.
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One Piece Week 2019
Random¡Hola! Aquí subiré los capítulos de la "One Piece Week 2019" que tendrá lugar del 8 al 16 de julio de 2019. ¡Nos leemos! mhdt #onepieceweek2019