Martes. Él tras el visor

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El fotógrafo ajustó la amplitud del diafragma de su cámara e inmortalizó el momento en menos de lo que se tarda en parpadear.

Siempre le resultó curioso el símil entre disparar una foto y disparar un arma. Con la simple diferencia de que la segunda, en vez de inmortalizar, mata.

Se revolvió el pelo azabache con la mano que no sujetaba la cámara y suspiró. Las bodas no eran su evento favorito, más bien solía rechazarlas, pero era la boda de su hermano, y esas ocasiones no se repiten.

Sobre todo teniendo en cuenta su trayectoria y la de Ace. No, probablemente Sabo sería el único hermano en casarse.

Se ajustó la cinta de la que colgaba su dispositivo al cuello y se llevó una vez más el visor al ojo.

Desde detrás de esa pantalla encuadrada por unas finas líneas verdes, el mundo parecía distinto. Parecía ir más lento, con más calma. Parecía susurrarle al oído.

La gente no podía mirarle a través de su objetivo y mentirle. Él los descubría cuando no decían la verdad.

Y así lo hizo con él.

Lo había conocido en una sesión para una revista científica. Había aceptado el empleo porque de alguna manera se tenía que pagar la carne. Honestamente, no le apetecía pasar horas fotografiando a señores y señoras mayores con batas cuyas mangas no les llegaban hasta las muñecas sentados en un taburete alto.

Gafas cuadradas, ojos serios y polvo en las sonrisas.

Pero entonces apareció él. Según le contaron era un prestigioso cirujano que recientemente había descubierto una nueva forma de hacer una resección gástrica mediante laporoscopia. ¿Laparosquepia? Bueno, eso no es lo importante, ni lo que he venido a contar.

Se sentó, efectivamente, en el sobrio taburete, con las gafas descansando en el puente de la nariz y el aburrimiento derramándose por su piel.

Luffy carraspeó y levantó la cámara sin mediar palabra. Él le miró, y el joven pudo observarle a través de su objetivo. Sus manos comenzaron a temblar y bajó la cámara poco a poco.

"¿No vas a disparar?"

No se puede disparar al agua, quiso decirle.

Volvió a colocar el visor frente a sus ojos y tragó saliva. Él se estiró la camisa y Luffy sintió sus ojos grises clavarse en él a través de las lentes.

No podía fotografiarle.

Era como si una gacela quisiera darle caza a un león.

Su dedo tembló, indeciso, sobre el botón de disparo. Él frunció el ceño, con las manos sobre las rodillas y el cuerpo inclinado hacia delante. Ambos se observaron atentamente a través del objetivo de la cámara.

Luffy podía sentir el calor de los focos, el peso del aire sofocante sobre sus cabezas, el ronroneo de los conductos de ventilación.

Su gris sobre su negro. El roce de sus manos sobre la tela de sus propios vaqueros; sus zapatos reacomodándose sobre el suelo de madera.

"No tengo todo el día", le reprochó él con tono jocoso.

"¿Y esos tatuajes?" preguntó Luffy con voz ronca, atreviéndose a hablar por primera vez desde que él había entrado a la habitación.

Él se miró las manos, cubiertas con líneas de tinta que para el joven no significaban nada pero que sentía que podían significarlo todo, y sonrió.

"Tengo más" comentó él remangándose la camisa por encima de los codos.

Luffy se sentía cada vez más mareado.

La puerta se abrió con un crujido y por su umbral entró una joven con cabellos verdes. Él giró el rostro hacia donde ella se encontraba, y un hilo invisible tiró de la comisura de su boca hacia arriba.

Luffy seguía observándole a través del visor de su cámara.

Ahora te veo.

Y disparó.

Él se giró, sorprendido, para observarle con una ceja alzada.

Y Luffy volvió a disparar.

La joven entró resueltamente a la habitación sin percatarse de la tensión y recogió unos papeles del escritorio. Los apretó desordenadamente sobre su pecho y se acercó a él con una mano extendida.

"Dame la llave de tu despacho, tengo que ordenar los ficheros.", dijo ella.

Él echó el cuerpo hacia atrás, buscando la citada llave en el interior del bolsillo de sus vaqueros, y cuando la hubo encontrado se la tendió a la joven de pelo verde.

Después de que ella se fuera, Luffy le hizo unas cuantas fotografías más. Él se bajó las mangas de la camisa, tapando sus tatuajes. Estiró la espalda con sobriedad y relajó el rostro.

Luffy encuadraba la foto, enfocaba, y apretaba el disparador después de cerrar los ojos.

No podía verlo.

Porque, de nuevo, no era a él a quien veía al otro lado del visor.

Después de la sesión él se fue tras estrecharle la mano.

Luffy siempre juraría que una parte de la tinta de sus dedos se había quedado adherida a su piel.

Semanas después, cuando publicaron la revista, el joven la compró. El quiosquero le observó con desconfianza, sin terminar de creerse que ese muchacho, obsesionado con las revistas de cyborgs y coches extravagantes, leyera artículos científicos.

Por supuesto, la fotografía que los editores habían elegido para hablar sobre él había sido una de las que Luffy había tomado con los ojos cerrados. Cómo no.

Sabo le devolvió a la realidad, a la dichosa boda con olor a jazmín y a azúcar sacudiéndolo del hombro con ímpetu.

"Ven a hacernos una foto a Koala y a mí con sus padres", le pidió.

Luffy asintió y siguió los pasos de su hermano, todavía con el recuerdo de aquella tarde diluyéndose en su mente. Apretó los labios, intentando contener la risa. No había sacado mucho en claro tras leer la revista, excepto que la palabra correcta era "laparoscopia".

Y excepto una cosa más.

Ahora, sabía su nombre.

Y con un nombre, puedes encontrar a cualquier persona.


***


- Amor secreto.

- Modelo.

- Boda.

One Piece Week 2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora