Una chica de 18 años comienza a trabajar en la empresa en la cual trabajo su padre por muchos años. Allí conoce a quien cambiaría el resto de su vida y quién sería su primer amor
- Bien , Amelia- dije. Aquí está tú abrigo. Gracias por prestarmelo para la junta.
Me dirigí a mi área de trabajo como cada mañana. Dejé mis cosas sobre el escritorio para ir al baño pues había salido de a casa muy apresurada. Me fuí a mi escritorio para continuar un trabajo que el señor Antonio le había pedido. Cuándo llegué, en mi escritorio; curiosamente había un café Late con leche de Vainilla y una nota que decía:
-Lamento haber dejado caer tú café -
Era claro que había Sido Jake, el hijo de mi jefe. Mientras tomaba el café terminé el trabajo que Don Antonio me había pedido así que me dirigí a su oficina. Toqué la puerta y al entrar estaba Jake en la oficina buen Don Antonio obviamente.
-Buenos día Don Antonio- dije.
-Buenos días, Kath. ¿Qué se te ofrece?
- Señor, aquí están los documentos que me había pedido.
- Muchas gracias, Kath. Me gustaría pedirte un favor- dijo el. Por la gran amistad que tuve con tu padre me gustaría que quitarás el Don y solo me dijeras Antonio. Así no me siento tan viejo- dijo riendo.
Acentí con la cabeza mientras me sonreí. Debo admitir que estba ruborizada por la presencia de Jake allí.
- Jóven, muchas gracias por el café- dije avergonzado. No debió molestarse.
Jake volteó y sonrió mientras me miraba fijamente a los ojos. Era un chico encantador.
-De nada, Kath- dijo el. Espero que te haya gustado. Me tomé la molestia de preguntarle a la chica de la cafetería que café habías pedido.
- Late con leche de vainilla. Es mi favorito.
Salí de la oficina algo avergonzada. Rápidamente me fuí al baño para escribirle a Aliha sobre lo que había sucedido. Éramos mejores amigas así que nos contábamos todo.
Mensaje de texto
Yo: No sabes lo que acaba de ocurrir...
Aliha: Haber qué pasó?
Yo: Un late con leche de vainilla en mi escritorio. Fue Jake...
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El teléfono de mi oficina sonó, era Don Antonio. Me pidió que fuera hasta su oficina. Toque y estaba su hijo, Jake. Me pidió que pasara y me sentara. Don Antonio había tenido que salir así que me tocaba resolver unos asuntos de la oficina con el. Comenzamos a trabajar y de un momento a otro no podía dejar de mirar sus ojos.
-¿Qué tanto miras?- preguntó el con una sonrisita coqueta.
- Nada- dije cambiando la vista hacia los papeles de trabajo.
Estaba demasiado nerviosa. Debo admitir que la presencia de Jake me hacía sonrojar. Era la primera vez que me pasaba esto con un chico. Cuándo terminamos de trabajar Jake me pidió que me quedara un poco más para hablar. Como no tenía más pendientes me quedé con el. Nos envolvimos hablando y conociéndonos. Cuándo me fijé en mi reloj ya habían pasado dos horas.
- Ya me tengo que ir- le dije.
- Espera- dijo el. Acepta cenar conmigo hoy por favor.
- Disculpame, pero hoy no puedo. Debo estudiar para la universidad.
