No parecía el tipo de cosas que un hombre como él haría.
Hasta ese día su vida parecía de lo más normal. Ese día en que todo ocurrió.
Habrá sido su innegable carisma, su tierna e inocente sonrisa que lo cautivo apenas cruzó por la puerta. No lo sa...
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Sus manos estiran los rizos de mi nuca, pegando lo más posible nuestros cuerpos. Mis manos exploran sus formadas caderas, acercando su cuerpo haciendo así que su intimidad choque contra mi erección, ocasionando que ella jadee en mis labios. Sus manos dejan mi cabello un momento, yendo hacia mi creciente erección, la cual comienza a acariciar suavemente, volviendome totalmente loco.
Una de mis manos viaja a uno de sus pechos, el cual aprieto con lujuria al sentir que no trae nada debajo y lo duros y erguidos que estan sus pezones. Charlotte jadea un poco más alto esta vez aprovechando que mis dientes atrapan su labio inferior. Con la misma mano, bajó un poco más, viajando por su abdomen hasta llegar a la separación de sus piernas, donde comienzo a acariciar aún sobre la tela su intimidad, la cual deseo con ancias.
- Oh Rick - jadea ella despacio, comenzando a mover sus caderas al mismo ritmo que mi mano en la parte más sensible de su anatomía.
Nuestros labios se unen una vez más, saboreando con más intensidad el uno del otro.
- Rick - me separo de ella al escuchar una tercera voz, que se perfectamente a quién pertenece - ¿Eres tu?
Charlotte entreabre sus labios de la impresión, y con sus delicadas manos empuja mi torso para bajar de la barra de la cocina. Ella se tira al suelo sin hacer ruido, escondiéndose de mi esposa tras la barra de la cocina.
- Aún no hemos terminado - le susurro levemente - Si, he llegado Lori.
Acomodo mis pantalones lo mejor que puedo, aunque para ser honesto, la erección ha bajado debido al susto. Me apresuro a salir de la cocina, antes de que Lori entre a ella, topandomela justo en la puerta de esta.
- ¿Estuviste bebiendo? - cuestiona ni bien me tiene en frente.
- Solo un poco - le respondo, tratando de parecer lo más normal y menos culpable posible.
- Estuviste viendo a ese bueno para nada de Daryl ¿cierto? - cuestiona molesta, posando sus manos en su cintura.
- Por Dios, no empieces, me duele la cabeza - me quejo, pasando por su lado, para ir donde las escaleras.
- Sabes lo que opino de ese tipo - vuelve a decir - No es una buena persona.
- ¿Podemos ir a la cama, por favor? - le pido casi suplicando.
- Venia a buscar una pastilla para la cabeza - dice ella - Sabes que me da migraña de tan solo imaginarte con ese tipo.
Lori avanza con intenciones de entrar a la cocina, sin embargo, tomó su mano, deteniendo sus pasos. Ella gira a verme con su rostro serio, por lo que suspiro resignado.
- Lo siento - miento descaradamente - No volverá a pasar.
- Eso dijiste la ultima vez - dice molesta de nuevo.
- Lo sé, lo sé - digo, fingiendo arrepentimiento - Esta vez es real.
- Solo me preocupo por ti - dice Lori, mas calmada esta vez.
