Capitulo 2. The Flaming Sword

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Lamentablemente para Aziraphael no pudo ni probar la comida de la mesa, ni saber que era lo que le pasaba a su amigo. Pero una cosa era segura, que Gabriel estuviera ahí y los viera a ambos juntos era algo terrible, y tendría consecuencias iguales o peores a las de un año atrás.

-¡Aziraphael!.- Lo saludó de manera exagerada el arcángel.

-Gabriel, ¿Qué haces aquí?.-

-Lo mismo puedo preguntarte yo...- El de menor rango se puso algo nervioso.

-Estaba... en medio de algo...-

-Con un demonio.- Gabriel se estaba regodeando, se daba demasiada importancia a si mismo y el tener que estar ahí no era algo para él.- Veámonos mañana en St James. Al medio día.-

Aziraphael jugueteaba con sus manos tratando de tomar fuerzas y negarse, Crowley le había dicho hace mucho tiempo atrás que era demasiado bueno y tenía que dejar de serlo, aunque fuera un poco, aunque fuera en contra de su naturaleza, por su bien.

-No, no quiero...-

-Vamos, no te puedes negar, te involucra a ti y al demonio.- Le respondió su superior a manera de despedida antes de desaparecer, preocupado buscó con la mirada a su infernal amigo, pero no lo vio.

Suspiró sin remedio, si involucraba a ambos, entonces no importaba lo que pasara tenía que averiguar de que se trataba.

El resto de la noche e incluso a la mañana siguiente esperó por una llamada de su amigo o alguna señal como en los viejos tiempos, algo sencillo que le dijera que estaba bien. La reacción de Crowley en el restaurante por su retirada no había sido la mejor, pero su salida tan rápida era su culpa, era claro que estuviese molesto.

No pudo esperar más, ya casi era medio día y necesitaba averiguar que era lo que sea que Gabriel sabía. Tomó el autobús con la ruta más rápida para llegar en unos minutos a aquel hermoso parque, no necesitaba buscar al arcángel, sabía que sería él quien lo encontraría.

Y así pasó, no tardó mucho en aparecerse al lado de él frente al estanque de los patos, aquel lugar al que solo iban él y el demonio, era más que claro que tanto el cielo como el infierno sabían donde eran sus encuentros.

-Viniste.-

-No tenía opción...- Agachó la mirada con nerviosismo, sabía que en cuanto menos lo esperara algún otro arcángel llegaría y lo secuestrarían de nuevo, justo como la última vez, aunque aquella vez Crowley estaba en su lugar.

-No, no la tenías.- Respondió en tono burlesco el más alto.- Esas aves son una creación increíble, son de mis favoritas.-

-Son Patos...- Dijo en un suspiro el peliblanco.

-¡Patos!.- Rió el otro.- Son tan... unidos, justo como nosotros debemos ser.-

Aquella era una comparación absurda, la entendía apesar de ser algo (muy) tonta, pero entendía que Gabriel no estaba acostumbrado a la vida en la tierra.

-¿Unidos?.-

-¡Si!.- Por alguna razón el más alto estaba feliz, pronto sabría el porque.-Escucha, el año pasado iba a ser el armagedón, pero por culpa tuya y de tu anormal amigo...- Apenas y volteó a ver al arcángel un poco molesto por hablar mal de quien no estaba ahí.- El Gran Plan se fue al carajo. Pero tenían razón en algo.-

-¿Sí?, ¿En qué?...-

-El plan inefable.- No entendía, ¿Acaso habían encontrado algo más en las sagradas escrituras?.- Otra manera de que todo acabe, con menos revuelo por supuesto.-

Una sonrisa forzada se mostró en la cara de Aziraphael, en si la idea de un segundo Apocalipsis no le agradaba más que el primero.- ¿Y de que se trata esta vez?.-

-La derrota del infierno ya sabes... El inicio del fin, lo mismo que la otra vez, solo que ahora...- En un simple movimiento hizo aparecer la espada flameante del pequeño y se la entregó en las manos.- TÚ, serás quien nos dé la victoria.-

Temeroso de que algún simple mortal viera aquella arma el pequeño ángel devolvió a su lugar la dichosa espada.

-¿Yo?.- Exclamó asustado y confundido.- ¿Por qué?.-

-¡Por que es una orden!.- Le gritó su acompañante, algunas personas voltearon a verlos solo para luego seguir su camino.

-¿Y qué se supone que haga?.-

-Fácil, mata al demonio.-

Un inesperado y torpe abrazo de su superior lo puso aún más incomodo. Algo dentro de Aziraphael se detuvo, matar a su amigo, su compañero de toda la existencia, imposible, no podría hacerlo, ¿O sí?. Sus perturbados pensamientos se vieron afectados con un comentario extra.

-¿Qué es ese horrible olor?.- Se quejó Gabriel con una mueca.- Huele como a...-

-Azufre...- El olor de un demonio, mezclado con el de una costosa colonia de humanos.

-Si, como sea, prepárate.- Y una vez más el arcángel Gabriel desapareció.

Aziraphael se quedó solo en el parque, pues el dueño de aquel olor tan distintivo al que estaba costumbrado también se había marchado, y vaya a saber Dios si escuchó algo.

Bad TimesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora