RUNAWAYS

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Corríamos por la estación de trenes en Amsterdam. Esme y yo buscabamos con desesperación los baños, los cuales no aparecían.

- ¿¡Qué la gente no caga en este lugar?!- gritó en ruso mi mejor amiga y compañera de misión.

Como habíamos parado a respirar, todo ser vivo dentro de esa inmensa estación holandesa viró su cabeza en nuestra direccion. 

-¡Ni idea!¡Pero cenizeros tienen hasta para regalar!- le grité de vuelta, también en ruso- He de suponer que gritamos en ruso en medio de un pais neerlandés para que nadie nos comprenda, cierto?-

- Tambien para llamar la atención- dijo mientras me guiñaba un ojo.

Rodeé los ojos y volvimos a correr. 

¿Por que corríamos? Simple. Estabamos escapando.

¿De qué? O más bien, de quiéen? También facíl, de los "Agentes de la Paz", como nos gustaba llamamrlos. Y sí, nos leímos la trilogía completa de "Los Juegos del Hambre".

Estos Agentes nos perseguían porque pensaban que éramos peligrosas. Tal vez venimos de otro mundo, hagamos cosas raras y, tal vez, solo tal vez hayamos matado a alguien. O a alguienes (mal dicho a propósito). Que seamos diferentes no significa que seamos peligrosas.

Por fin hallabamos los baños cuando por unos altavoces, que ninguna de las dos había notado, anunciaron a los civiles que evacuaran la zona. Los mierteros Agentes nos habían encontrado.

Al llegar a la puerta de baño una oleada de mujeres, con un problema de exceso de maquillaje, nos cortó el paso. Pero pasando un minuto, la estación completa estaba vacía.

Entramos a los baños de mujeres rápidamente, trabamos la puerta y nos subimos al labavo agílmente. Esme se puso a rebuscar en su complejo abrigo inmediatamente. Y seguido a esto, los asquerosos Agentes comenzaron a forsejear con la puerta para pasar. 

-¡Esmeralda Cheyin apúrate por favor!- la apuré.

Sacó la pequeña bolsa con brillantes polvos verdes. Tomé un par y los arrojé sobre el espejo. Por una cuestión de destino o de mala suerte, nuestros perseguidores lograron abrir la maldita puerta e ingresar al baño.

Sujeté la mano de Esme y la lansé dentro del espejo. Luego yo me metí dentro.

Cada espejo lleva a diferentes lugares, y tenía el leve presentimientode que habíamos ingresado en el incorrecto.

Y sí qué tuvé razon.

Aparecimos en medio de un gran desierto. El "espejo" por el que habíamos emergido era un simple trozo de cristal, no mayor que cualquier simple pulgar. Miré a mi acompañante directamente a los ojos y exclamé:

- Mierda, espejo equivocado...- 

Cuentos cortos para dormirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora