Aitor entró en la sala de profesores y suspiró. Ese día no podía volver pronto a casa a disfrutar su merecido descanso tras lidiar con sus alumnos todo el día. Tenía que acudir a la primera reunión para organizar el viaje de fin de curso, nada más y nada menos que a India. <<Me cago en todos los muertos de quien tuvo la brillante idea de proponer este viaje>>, pensaba mientras resoplaba subiendo las escaleras hasta el primer piso.
A Aitor no le desagradaban sus pupilos; de hecho, algunos de ellos le caían especialmente bien, a pesar de que pertenecían a la absolutamente terrible generación Z. Y menos mal, porque si no, probablemente hubiera inventado alguna excusa para escaquearse de ese viaje.
Todos estaban en el aula cuando llegó. Junto con los chavales estaban sus padres. Algunos lo miraron expectantes, a la espera de que empezase a explicar. Otros aún charlaban entre ellos. Al darse cuenta de que Aitor había llegado, los que hablaban dejaron de hacerlo. El profesor sintió todas las miradas fijas en él. Llevaba años ejerciendo su profesión, y aún no se había acostumbrado a ser el centro de atención (probablemente porque sus alumnos no solían hacerle mucho caso, aunque por lo menos no jugaban al Scalextric como en otras clases).
Aitor recorrió con la mirada todas las personas de la habitación. Los jovenzuelos eran los típicos adolescentes de casi dieciocho años; suficientemente razonables como para mantener una conversación con ellos, pero aún demasiado verdes para poder ser considerados adultos.
De pronto, la mirada del profesor se detuvo en una cara conocida. Ella le sonrió. Algo se encendió dentro de él, y sintió que se sonrojaba, pero mantuvo la compostura y sonrió de vuelta. Sabía perfectamente quién era esa mujer... cómo olvidarla. Todo esto transcurrió en pocos segundos: Aitor apartó la vista rápido, ya que tenía que atender su responsabilidad más urgente, que era llevar a cabo esa reunión. Se dijo a sí mismo que acudiría a ella tras la reunión.
Todo se llevó a cabo sin muchas incidencias, aparte de un par de disputas entre algunos padres que pretendían tener la razón en todo. Aitor estuvo nervioso de principio a fin. No veía el momento de dejar a un lado todo lo que tuviera que ver con aviones, hoteles, excursiones y vacunas y poder mantener una conversación con quien menos esperaba encontrar ahí. Al acabar, padres e hijos empezaron a salir a toda prisa; en medio del caos, nuestro protagonista daba vueltas sobre sí mismo buscando a cierta persona.
-¡Aitor! ¡Cuánto tiempo!
La exclamación pilló desprevenido al hombre, que pretendía tomar la iniciativa. Como siempre, algo planeado le salía mal. Se giró y sonrió. Por fin, tenía frente a frente a quien deseaba ver.
Os estaréis preguntando quién era esa persona tan especial. Pues precisamente para responderos esa pregunta estoy yo: Se llamaba Pilar, y había sido compañera de trabajo de Aitor, en los días que él empezaba su trabajo como profesor. Pero, ¿por qué era ella tan especial para nuestro docente favorito? Para saberlo tendréis que leer el siguiente capítulo...
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PILTOR: LA HISTORIA 100% REAL NO FAKE
RomanceEsta historia es un chiste, una mofa, una befa, un chanza, un pitorreo, una chufla, una guasa, un escarnio; en definitiva, una broma, y encima de mal gusto. Si os gusta la literatura chunga, este es vuestro relato. Disfrutad, vaquitas <3