La noche de las mil voces

239 7 0
                                    

El camino estaba repleto de baches, los cuales se sentían todavía más en la parte trasera del auto, ahí estaba yo, junto a los bolsos de mi hijo Gabriel.

Hace una hora que habíamos salido, y mientras Pablo dormía, yo escuchaba las incoherencias que salían de la boca de José, de las que mi hijo disfrutaba al parecer.

"José ¿cómo es el pueblo?" Pregunta Gabriel, mientras juega con la tapa de mi celular Nokia

"Y...Como todo pueblo. Aburrido, no hay mucho por allá. Lo que si, son un poco tumbados*"

"Vamos a trabajar, así que eso no importa"

Contesté, para después arrullarme en mi lugar e intentar dormir lo que restaba del camino.

-Una montaña, pastos altos y secos, nadie más que yo estaba ahí. El sol poco a poco perdía su calor, y de la nada muchas luces estaban sobre mi, cegandome con su brillo.-

Desperté una vez llegamos al pueblo, agradecí a José y le pagué por sus servicios. Desayunamos en un café cerca de allí, Gabriel pidió un café, mientras que Pablo y yo tomamos mates con un termo prestado. Quince minutos fue el tiempo que marque para el desayuno, después de todo era por trabajo que estábamos allí.

Diez minutos habían pasado desde que nos sentamos a comer, cuando me percaté de un individuo el cual no dejaba de mirar hacia nosotros, tome con fuerza el bolso donde teníamos las herramientas y la plata, pero me di cuenta de que esa persona no tenía intención de robarnos.

Su mirada era fría, parecía un loco. Corte el desayuno y salimos de ahí, no sin antes preguntar por un taxi trucho que nos llevará a la casa de 'Don Carlos'.
...........................................................

Definitivamente José no estaba mintiendo, era un pueblo de desequilibrados.

El hombre que se ofreció a llevarnos, Martín, no paraba de contar sus fábulas. Hablaba de una criatura semejante al "chupa cabras" que mataba al ganado y secuestraba a las personas del pueblo. Sin embargo y muy a mi pesar, dentro de su delirio informó algo que me preocupo.

"Nadie de acá los va a llevar o buscar después del atardecer"

Así que tenía que estar atento a los tiempos desde ahora. Una media hora más tarde llegamos a la casa de Don Carlos, el cual nos recibió con gran algarabía, nos explico donde teníamos que trabajar y todo los cuidados que debíamos de tener.

"Hay una vaca muerta, no se asusten, apareció muertas hace como dos semanas, pueden ir por atrás para no cruzarse con ella"

Sentí un poco exagerada su advertencia, pero no dije nada.

Así pasaron las horas, trabajando. Preparando cemento, levantando las paredes, acomodando los caños.

La noche de ese lunes fue tranquila, aun estando en un campo con animales sueltos, me sorprendio bastante debo admitir, ni siquiera un respiro.

El martes nos levantamos temprano en la mañana, desayu-namos sin hacer mucho ruido y luego nos fuimos.

No era medio día aún, pero ya teniamos gran parte de la nueva casa en pié, si manteniamos ese paso pronto terminariamos. Estabamos por cortar para comer cuando Don Carlos llegó.

"Hola muchachos, ¿Pudieron dormir? Los animales se inquietan mucho durante la noche"

Nosotros nos miramos, y Gabriel contesto.

"Descansamos muy bien, Don, no sentimos nada"

El parecio un poco confundido por la respuesta de mi hijo, sin embargo no contesto nada sobre eso, solo sonrio y se marchó.

-Relatos De Terror-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora