III

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El jardín de tus flores.
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"Locura".

Se estaba haciendo tarde, y él aún no se veía por ningún lado.
Estaba aterrado.
Estaba aterrado y me sentía patético por eso. Fui yo quien me trajo aquí, quien se enamoró de alguien que jamás se atrevería a dirigirle la palabra, y quien ridículamente pensó en mantenerlo a su lado, con simples flores.

Siendo eso lo único que podía entregar, y a lo cual había puesto mi alma en ello; sentí que algo en lo más profundo de mi pecho, se había enredado en pequeñas espinas.

Me senté sobre el pasto, y por primera vez mi jardín parecía verse horrible. Le faltaba su hermosa vista llena de colores; o simplemente le faltaba un propósito por el cual existir.

Escuché pasos, y me hice pequeño tras el árbol. Sentí los pasos más cerca, y el terror en mí no tardó en aparecer, cuando escuché su voz.
Se detuvo a unos metros de mí, justo donde había plantado la flor. Lo miré atento, y juraría que el sol había salido de nuevo, cuando lo vi tan feliz elogiando la flor, que yo con tanto cariño, había plantado sólo para él.

Mi jardín parecía haber recuperado su hermosa vista, las flores brillaban a pesar del cielo ya oscuro, y aquel aroma tan inconfundible inundaba mis pulmones. Siendo la vista de mi jardín la menos hermosa, dediqué aquellos minutos para verlo.

¿Cómo podría describirlo?.
Era alguien completamente merecedor de lo más bello, alguien que te quita las ganas de mirar algo más.
Propietario de toda las definiciones de belleza, y que sin dudarlo, aquellos rasgos tan delicados, habían sido creados con el propósito de ser plasmados en algún lugar, puesto que el mundo se sentiría infeliz, si no es capaz de verlo alguna vez.

Sentía que el alma se me iba, que la respiración no era suficiente para mantenerme vivo, y que el amor que le tenía, me llevaría a perder la cabeza.

Su dulce voz comenzó a cantar una melodía desconocida para mis oídos, pero que sin duda, se había convertido en mi favorita, desde la primera vocal que salió de sus labios.
Cuando pensaba que el amor que le tenía no podía ser más grande, me regalaba otra razón para seguir plantando flores para él.
Y es que sentía que el amor se me saldría del pecho.

Había perdido mis sentidos, y de nuevo confirmé la idea, de que alguien como yo, estaba destinado a amar en silencio, a alguien como él. Di un paso hacia atrás y una rama crujió debajo de mi pie.
Me maldije.
Tapé mi boca y nariz para callar mi respiración, quedándome quieto en espera de lo peor.

—¿Hay alguien?

El jardín de tus flores.❀ Kookgi. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora