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Remus cumplió, y Tonks lo vió varias veces más dando vueltas por el Castillo ese año. Incluso hasta coincidió con una salida a Hogsmeade, donde ambos volvieron a Hogwarts casi al anochecer, hablando de la vida. Pero el último año de curso para ella llega a su fin, y esa fué la última vez que lo vió. Aunque para ser sinceros, ese verano fue bastante extraño para Tonks, pues se dividía entre intentar disfrutar el tiempo que le quedaba antes de meterse de lleno en su carrera como Auror, pensar en Remus y la ansiedad que tenía por conocer el Ministerio.

- ¿¡CÓMO QUE A RUMANIA!? -gritó Tonks a Charlie, una noche de Agosto.

El pelirrojo se achicó ante el centelleante cabello rojo sangre de su mejor amiga, y las chispas que parecían emanar sus ojos.

- Bueno, es que allí es donde mejor puedo aprender sobre Dragones...-murmuró.

- ¿Y me lo dices días antes de irte? ¡Charlie! no puedes irte. Eres mi mejor amigo, eres todo lo que tengo, además de mi familia.

- Prometo escribirte todas las semanas, y venir de visita cuando pueda. Lo prometo. -dijo él, abrazando a la chica. La conocía lo suficiente como para saber que ese estallido de furia no había sido más que una pantalla al miedo de quedarse sola.

Tonks abrazó a su amigo con fuerza, como negándose a dejarlo ir.

- Y yo que tenía planeado que nos juntáramos los viernes para ir a tomar una cerveza...-comentó, con una sonrisa triste.

- Lo haremos cuando venga de visita ¿Si? Anda, no te enojes.

Ella asintió.

- Como no me escribas seguido, me voy a Rumania a patearte el trasero ¿Entendido? 

- Entendido. -respondió el pelirrojo.

Con su mejor amigo lejos, pero sabiendo que conocería nuevas personas, Tonks comenzó sus estudios para ser Auror. Era cansador, exigente y arduo pero al fin y al cabo nada se consigue sin esfuerzo. Y los años comenzaron a pasar como agua entre los dedos, y cuando quiso darse cuenta...

- ¡Feliz Cumpleaños, cariño! -exclamó Andrómeda, despertándola.

Tonks se revolvió en la cama y parpadeó un par de veces para acostumbrarse a la luz que se colaba por la ventana.

- Gracias, mamá.

- ¡No puedo creer que ya cumplas veintiún años!

- Ni me lo recuerdes. ¿Y papá?

- En la cocina, preparándote tu desayuno.

Ella se sentó en la cama, con el cabello turquesa revuelto y despeinado.

- Está bien, ahora voy.

Andrómeda salió de la habitación, y Tonks se vistió. Se quedó mirándose al espejo un momento, deteniéndose en aquellas botas de combate que tanto amaba, las cuales podían combinar con todo: con vaqueros, con pantalones cortos, o con cualquiera de sus faldas o vestidos cortos. Al principio, en la academia de aurores, su estilo algo punk rock había dado que hablar; hoy por hoy, luego de tres años, el ministerio en pleno se ha acostumbrado. Decidió dejar su cabello en aquel turquesa y salió a desayunar, encontrándose con la mesa llena de regalos.

- ¡Muñeca! Feliz cumpleaños. -dijo Ted, y abrazó a su hija.

- Gracias, papá. -respondió ella, correspondiendo el abrazo.

- Tienes muchas cartas y regalos. Pero primero desayuna, ¿si? -pidió Andrómeda.

- Claro.

Los tres se sentaron a desayunar, recordando cumpleaños anteriores y riendo. Una vez terminado el desayuno, Tonks se puso de pié y se despidió.

Nymphadora TonksDonde viven las historias. Descúbrelo ahora