La casa de los Tonks está situada en el pintoresco barrio de Paddington, en Londres. Andrómeda y Ted, habían pasado muchas complicaciones para poder estar juntos, pero finalmente lo habían conseguido. Y aquella unión, quedó sellada con el nacimiento de una maravillosa niña, a la que llamaron Nymphadora. Grande fue su sorpresa al ver que su hija, con tan solo minutos de nacida, cambiaba de color un mechón de su cabello: era metamorfomaga. Desde siempre la pequeña fue especial, no solo por su don, sino por su manera de relacionarse con el mundo. Era una niña con un fuerte carácter, y muy sincera. No se estaba con vueltas cuando algo le molestaba, pero sus padres habían logrado que aquella sinceridad no se convirtiera en falta de respeto.
Nymphadora tenía "tíos" a los que adoraba, y que siempre le visitaban y le llevaban dulces: James, Sirius, Peter y Remus. La niña no entendía la relación que los unía a ella, pero aún así eran sus tíos y los quería muchísimo.
En la mañana del día del cumpleaños número seis de la pequeña, la puerta de la casa de los Tonks sonó tres veces con golpes firmes. Andrómeda se levantó de la mesa y se dirigió a ver quién era, dejando a su esposo y a su hija desayunando en la cocina. Cuando regresó, lo hizo acompañada de cuatro de personas favoritas de Nymphadora, cuyos ojos se iluminaron al ver a sus tíos cargados con bolsas. A James le acompañaba Lily, su esposa, a quien la niña quería muchísimo también.
- ¿Dónde está la cumpleañera más colorida del Reino Unido? -preguntó James, abriendo los brazos hacia la pequeña.
Sin dudarlo, ella saltó de su asiento a los brazos de James, tumbando la taza de leche sobre la mesa.
- Oops. -Dijo, cubriendose la boca con una manita.
- Oh, Dora...-soltó Andrómeda, mientras Ted reía por lo bajo.
- Un accidente le ocurre a cualquiera. Felicidades, pequeña. -le dijo Remus, poniendole un mechón de pelo de color fucsia detrás de la oreja.
- ¡Te he traído muchas golosinas! - exclama Sirius, levantando la bolsa que traía en la mano.
-¡Golosinas! -exclama la niña, extendiendo una mano hacia la bolsa.
-Seguro tu madre preferiría que primero termines tu desayuno ¿No crees? -le dijo Lily, con una sonrisa, y acariciandole un brazo. - Felicidades, Dora.
- ¿Y Peter? - preguntó la niña, mirando alrededor.
- No ha podido venir, estaba ocupado con no se qué cosa. Pero te envía un abrazo fuerte. - respondió James, mientras dejaba a la menor en el suelo.
- ¡A que no saben lo que tengo! Me lo ha regalado un amigo de papá. -dijo Dora, y salió corriendo hacia su cuarto, mientras los recien llegados se miraban entre divertidos y curiosos.
Cuando la pequeña regresó, todos estaban sentados a la mesa. Ella se sentó en su silla, dió a todos una teatral mirada de suspenso, y dejó su nueva adquisición sobre la mesa, de un golpe dramático.
- ¿Eso es una insignia de...? -empezó a decir Sirius, pero la niña le interrumpió.
-¡De auror! ¡Si! Y tiene mi nombre, mira, ahi. -Señaló las letras.- Nymphadora.
Todos rieron debido al entusiasmo de la niña.
- ¿Tú quieres ser Auror cuando crezcas, Nymph? - preguntó Remus, mirando la insignia con interés. Ella asintió.- Y ¿Sabes lo que hacen?
- Claro. ¡Pelean con magos malos!
- Pues tienes la vocación, Dora. Eso seguro. -le dijo Sirius.
- Y será la mejor Auror de todas ¿verdad, princesa? -añadió Ted.
- Sip. -Aseguró la menor, muy segura.
- ¡Y cada vez te falta menos para Hogwarts! -exclamó Andrómeda, sonriendole.
- ¿Crees que serás Gryffindor como tus tíos? -preguntó James.
La niña negó con la cabeza.
- No. Yo quiero ir a Hufflepuff.
- ¿De verdad? -preguntó Sirius, incrédulo.
- Ajá. El otro día vimos un tejón en el jardín ¿Verdad, mami?
Andrómeda se echó a reir.
- Así es. Y desde ese día está segura de que irá a Hufflepuff, es toda una adivina.
- Tu mami fue a Slytherin, podrías ir allí tu también. -aventura Lily.
Dora hace un gesto de desagrado.
- No quiero ir a esa casa, mamá me dijo que las tías locas fueron a esa casa también. Además no me gusta el verde, ni las serpientes. -añade, como si ese hecho sanjara toda la cuestión.
La charla continuó por un rato, hasta que James sugirió a Dora que debería abrir los regalos. Ella estuvo muy de acuerdo, y corrió a la esquina de la cocina donde descansaban las bolsas que habían traído los recién llegados. Comenzó abriendo una que dentro tenía un vestido de princesa blanco, con telas de varios colores. Chilló y lo sacó de la bolsa, para verlo mejor.
- Te dije que le iba a gustar. - le dijo James a Lily.
La niña abrió otra bolsa, que estaba repleta hasta arriba de golosinas: varitas de regaliz, ranas de chocolate, plumas de azucar, todo lo mejor de Honeydukes estaba en esa bolsa.
- ¡Genial! -exclamó, mientras le daba un mordisco a una varita de regaliz.
De la tercer bolsa, sacó un oso de peluche, de un tamaño considerable. Comenzó a mirarlo con detenimiento con los ojitos brillantes de emoción.
- Es un oso Teddy. -explicó Remus.
- ¿Se llama como mi papá? -preguntó Dora con una risita.
- Me pareció un detalle gracioso. -dijo Remus con un encogimiento de hombros.
- ¿Qué se dice por los regalos, Dora? -preguntó Andrómeda.
- Oh, si. -Se volteó a ver a sus tíos.- ¡Gracias!
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Dos años después, el día de Halloween, Dora estaba disfrazada de vampiro, revisando su botin de dulces, sentada en el suelo de la sala. Alguien golpeó la puerta con urgencia, y Andrómeda abrió, creyendo que eran niños buscando dulces. Pero era Remus, con horribles noticias.
A la mañana siguiente, Meda ayudaba a su hija a abrochar su vestido negro.
- ¿De verdad la tía Lily murió? -preguntó con tristeza la niña.
- Si, cariño.
- ¿Por qué?
- No hace falta que te atormentes con ésto, Dora. Sólo te diré que la mató un mago extremadamente malvado.
- ¿Voldemort?
- ¡Chsst! ¿Cómo sabes tu sobre el innombrable?
- Leyendo el periódico de papá y escuchando a Kingsley cuando viene a casa.
Andrómeda suspiró.
- No debes escuchar conversaciones ajenas. Pero sí, ha sido él.
- Harry se ha quedado sin mamá. Pobrecito. Y James...debe estar muy muy triste.
- Intenta no estar encima de tu tío hoy, ¿si? Necesita su espacio.
Dora asintió.