Capítulo VIII: Los Caballeros de la Blanca Órden

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Llegó el alba. No puedes estar más tiempo aquí, vas a conseguir una insurrección y no puedo dejar que eso ocurra. Partirás mañana con el alba. Recordó las palabras de su hermano Findor.

Se levantó cansado y sin ganas, pero tenía que avisar a los demás. Fue en su busca, Keira y Girif estaban en la misma casa doblando la esquina de la casa más allá de donde Calh había dormido, los despertó no muy cortésmente, el sueño le impidió hacerlo de otra manera. Dirial y Brad, cerca de donde él había dormido, pero esta vez en Brad cuidó sus palabras y suavemente le avisó.

- Esperadme aquí, he de despedirme de mi hermano. Mientras, preparadlo todo. – propuso Calh cuando todos se hubieron reunido.

Calh fue a revisar casa por casa, pues cada vez estaba en una diferente. Le asombró encontrarlo en la casa de su tío, el padre de Brad. Entró en la casa despacio y sin hacer ruido, pero no estaba durmiendo, se hallaba arrodillado ante la cama, como lo estuvo antes Brad.

- ¿Por qué se llegó a esto? ¿qué cometido tendrían en su oscura mente para realizar tal acto? ¿tan débiles eran sus mentes?

- Hermano, no sabemos qué oscuridades utilizó ese elfo. Las artes oscuras no son mi punto fuerte, pero todos sabemos de lo que puede llegar a hacer. Convertir al hombre más valiente en el más cobarde, del mejor de los hombres al más ruin de ellos, del rey más honrado al más traidor...

- No sigas hermano, sé a dónde quieres llegar y no lo consentiré. Padre ha cambiado, pero no por ello debemos juzgarlo, nos ha llevado él sólo durante mucho tiempo, este tiempo le ha tratado mal, lo entenderás cuando las canas te roben el color del cabello, cuando la frescura se marchite de tu cuerpo, cuando las fuerzas te vayan abandonando, cuando recuerdes una larga vida de penumbras y guerras hasta que hartes de vivir.

- Hermano, parece que lo dices como si fueses tú mismo.

- ¿Cuántos años nos llevamos, diez, once? Tú estas en la plenitud de la vida, cuando llegues a los treinta ves la vida de otra manera, todo te parece igual que el dia anterior y será igual que el día siguiente.

- Pero no es igual. ¿Cuándo fue la última vez que pudimos hablar tranquilamente y sin presiones, como ahora hacemos?

- En el fondo tienes razón, pero no imagino como lo pasará cada día padre.

- Pues entonces, no pienses, porque ya te llegará el dia de sentirlo y desearás no haber perdido el tiempo pensando. – le contestó mirándole a los ojos frente a frente y firmemente.

- Gracias, hermano, no olvidaré estos momentos en que hablar contigo me reconforta.

- Muchos tiempos habrá así, al menos por mi parte, ¿y por la tuya?

- El poder oscurece la mente, pero no dejaré que nuble mis recuerdos, que cuando el sol se apague y necesite un verdadero, echarte de menos. No dejaré que el poder domine mi mente.

- Eso es lo que quiero escuchar, y ver. Volviendo al tema del elfo oscuro, ¿qué habrá sido de él, qué habrá pasado con los Caballeros de la Blanca Orden?

- Seguramente acabarían con él. ¿A qué viene eso ahora?

- No lo sé, estaba pensando, aun noto una oscuridad, no me preguntes cómo lo noto pues ni yo mismo lo sé, pero espero que lo que tu digas sea cierto. – dijo finalmente Calh – Bueno he de despedirme, hermano, espero verte pronto – se abrazaron con cariño y fuertemente como los hombres tenían por costumbre.

Después de despedirse salió de la casa y encontró a todos los soldados fuera, con las espadas en la mano y los atavíos puestos, preparados para una batalla, el temor apresó a Calh, sin saber por qué. Inmediatamente más tarde salió por detrás, también armado, Findor.

Calh, el Caballero Negro (sin revisar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora