Capítulo X: La muerte de un líder

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Todos los hombres de Findor se habían levantado ya y llenaban las tabernas y la ciudadela esperando nuevas órdenes, aunque preferían quedarse allí, pues todo les era consentido en aquel lugar deshabitado.

Findor, Thor y Uriel estaban los tres en la ciudadela de aquel pequeño pueblo fortificado con apenas cuatro muros de contención.

- Mi señor Findor, debería ver esto. – le advirtió uno de los soldados

Findor le siguió y tras el, Thor y Uriel, como protegiéndole de algo. Subieron a las montañas y encontraron manto de la familia sobre un pedazo de tierra que bien se veía que estaba removida no hacía mucho.

- ¡Desenterrad! – ordenó Findor

Inmediatamente los tres soldados que habían comenzaron a desenterrar con unas palas que habían en el pueblo. Findor imaginando lo que podría ser lo que habian enterrado alli justo debajo del manto con el emblema real. Poco a poco se fue viendo que debajo de aquella tierra habia un cadáver y siguieron excavando para descubrir quien podría ser. Findor enseguida llegó en sus recuerdos que el primo de su padre, Braem, vivía alli con su familia, y bajó levemente la cabeza para no ver su cadáver en la tierra.

- ¿Quién es, mi señor, que se le ha dado el honor de ser enterrado con el manto con el emblema real?

- Es Braem, primo del rey. Desenterrad los otros dos cuerpos los llevaremos a que mi padre le pueda dar un entierro digno, al lado de la familia. Oh, Calh, no me dijiste nada – dijo finalmente a sí mismo

Los soldados así lo hicieron, desenterraron los cuerpos de la mujer y la hija y los llevaron al pueblo con cuidado.

- Vamos, pronto partiremos – dijo Findor desganado

Se aproximaba ya la tarde, y fuera hacían apuestas con duelos para sacar algún dinero para cuando llegasen a la ciudad con sus mujeres e hijos, y los más jóvenes para comprarse una nueva espada que pudiese manejar con facilidad y asi tener esperanzas para sobrevivir a más batallas. Se peleaban, apostaban, se emborrachaban, todo lo que querían podían hacerlo, solo les faltaban las mujeres para cuando se emborrachaban llevarlas a la cama y pasar un buen rato.

Algunos de los soldados se subieron a unas mesas que habían sacado de una casa y habian juntado, y borrachos bailaban aún con las cervezas en la mano y mientras bailaban echaban un trago a sus jarras, luego uno vino con un laúd y tocó unos acordes de gracia para seguir la fiesta ahora con música. Se divertían como si hubiesen ganado una guerra.

Mientras unos bebían y disfrutaban, otros se alejaban y preferían pensar y descansar.

- ¡Un mensajero! – gritó el que vigilaba la puerta

Pronto las canciones pararon y los soldados dejaron de beber en busca de conocer más información. El mensajero llegaba sin ninguna prisa pero pronto llegó a la puerta, donde ya estaban Findor y sus dos seguidores. La puerta se abrió y el mensajero entró y bajó de su caballo.

- Veo que estáis de fiesta

- Ligeramente – contestó - ¿Qué nuevas traes?

- Hablemos en privado - dijo el mensajero echando unas miradas a los demás.

Findor y el mensajero se fueron a la ciudadela caminando mientras hablaban. Mientras, Thor y Uriel se quedaron entre los soldados, que continuaron bebiendo y bailando.

Uno de los soldados cogió a Thor y lo subió a la mesa, Thor se dejó llevar por la alegre melodía de las notas del laúd y comenzó a bailar y a beber con los soldados, los cuales le adoraban y para ellos era como un líder y un soldado más, como ellos. Uriel se quedó mirando a Thor con repugnancia y enseguida se volvió a la taberna cerrando la puerta con fuerza tras de sí.

Calh, el Caballero Negro (sin revisar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora