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Jaebum siempre supo que había algo mal con él. Desde muy temprana edad se dió cuenta de que algo en él no era del todo normal y supo que sus más profundos sentimientos debían permanecer en secreto de todo aquel que le conociera.
Jaebum era sólo un niño, pero eso no le impedía darse cuenta de lo que ocurría a su alrededor.
Escuchaba al pastor de la iglesia a la que asistía con su familia hablar de lo repulsivas y pecaminosas que eran las relaciones entre personas del mismo género. Notaba la forma en que sus padres fruncían el ceño cuando veían a dos hombres tomados de la mano. Escuchaba los comentarios de asco que hacían sus compañeros de clase cuando siquiera oían hablar del tema.Jaebum aprendió que había algo mal con él. Incluso si él no comprendía el por qué, todo mundo decía lo mismo: a los chicos no les pueden gustar otros chicos. No le quedaba más que asumir esto como verdad.
Él creció con está idea. Gustar de otros chicos es algo malo, le decían. Así que Jaebum prefería mantenerse callado y no hablar sobre lo que sentía.
Seguro era sólo una fase. Ya se le pasaría, ¿no?
Durante gran parte de su vida había logrado enterrar su verdadera identidad en lo más profundo de su ser. Incluso llegó a pensar que ya todo había pasado, que finalmente había alcanzado ese estado de normalidad que siempre había deseado desde niño. Tal vez pronto conocería a la mujer correcta, se enamorarían y podría pasar el resto de su vida junto a ella. Su carrera musical estaba yendo bastante bien, y si bien una relación no sería ideal en ese momento, tal vez eventualmente lograría cumplir ese sueño que siempre tuvo: tener una novia hermosa y carismática con la que pudiese pasar el resto de su vida.
Mas sus ideas y planes fueron puestos de cabeza gracias a él: Kim Yugyeom.Él era un joven de sonrisa radiante y rostro inocente. Sus labios siempre se encontraban curvados en esa pícara e infantil sonrisa con la que Jaebum le asociaba desde que lo conoció.
No era secreto que Jaebum le tenía afecto, pero no era distinto al que sentía por el resto de sus compañeros de grupo. Eran su familia de cierta forma, ¿cómo no iba a quererlos?
Sin embargo, últimamente el cariño que sentía por el dulce maknae sobrepasaba los límites de la amistad. Se encontraba mirándole incluso sin notarlo él mismo. Sus ojos viajaban por su rostro y se detenían en esos tentadores labios más de lo apropiado.
No ayudaba tampoco que desde hace tiempo el menor insistía en seguirle a todas partes y le coqueteaba descaradamente delante de todos. Jaebum prefería no darle vueltas al asunto. Después de todo, así era Yugyeom. Era coqueto con todos, y no era raro que entre ellos juguetearan de esa forma.