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Jaebum se encontraba hecho un desastre, y no tenía idea de cómo controlar el remolino de emociones dentro suyo.
El tierno maknae de su grupo, Kim Yugyeom, a quien nunca vió como algo más que un amigo, había robado su corazón y no parecía querer regresarlo.
Jaebum sentía que enloquecía. Yugyeom había consumido cada parte de su ser sin siquiera ser consciente de ello.
Cuando sus miradas se encontraban era como si el mundo se detuviera, como si no existiera más que la adictiva belleza de Yugyeom. Cada que sus pieles se rozaban el corazón de Jaebum palpitaba con fuerza. Se había enamorado y no había vuelta atrás.
Jaebum no sabía qué hacer, ¿debería confesar sus sentimientos al menor? ¿Sería mejor cerrar la boca y no hablar del tema? Simplemente no sabía y eso era lo que más le frustraba.
Lo único de lo que estaba seguro era que el menor lo volvía completamente loco. Deseaba estar con él en todo momento, acariciar su suave piel y sentir sus labios contra los suyos. El simple hecho de que sus manos se tocaran accidentalmente hacía explotar a su interior.
En ese momento, el encantador maknae se encontraba practicando una de sus muchas coreografías. ¿Cuál? Jaebum no lo sabía. Sólo podía fijarse en él y en sus ágiles movimientos. Lo único en lo que podía pensar era en cuanto deseaba tomarlo en ese momento, robarle un beso y sentir su cuerpo contra el suyo.
Quería conocer cada pequeño detalle del menor. Deseaba saber sus más íntimos secretos y enamorarse de sus defectos (aunque no podía imaginar que tuviera siquiera uno).
Yugyeom lo maravillaba de una forma que ni él podía entender.
Jaebum soltó un suspiro y recargó la cabeza sobre su mano. ¿Qué pensaría Yugyeom de él si supiera lo mucho que lo amaba en secreto? ¿Llegaría a corresponder ese sentimiento? Parecía algo imposible, pero a Jaebum le gustaba pensar en eso. Era lindo imaginar tener a Yugyeom sólo para él, poder besarlo y decirle cuanto lo adoraba. Sin embargo, aquello no parecía ser más que una fantasía, y eso le dolía más que otra cosa.
Sus pensamientos fueron cortados abruptamente al sentir un cuerpo sentarse sobre sus piernas. Jaebum levantó la mirada para encontrarse con los traviesos ojos de Yugyeom que lo miraban con curiosidad.
---¿Por qué tan distraído, hyung?---preguntó, rodeando el cuello del mayor con sus brazos.
Jaebum tragó saliva. Estaba acostumbrado a que el menor se comportara así, mas no podía evitar sentirse por lo menos un poco nervioso.