Amberly se miró en el espejo y suspiró consternada.
Era inútil intentar negarlo por más tiempo.
Había pasado.
Tenía ojeras.
¿Cómo podía tener tan mala suerte, se preguntó?¿Cómo era aquello posible?
Oh, no, se dijo. Esa pregunta no era del todo acertada. Ella sabía perfectamente el por qué de aquella situación.
Vaya que lo hacía.
Llevaba seis días sin dormir.
¡Seis días!
Lo había intentando mediante todos los medios a su alcance; contar ovejitas, leer en la cama, tomar extrañas infusiones con sabores aún más extraños, montar a caballo todo el día para cansar su cuerpo tanto que inevitablemente este cayera rendido...
Pero nada había dado resultado. ¡Nada! Y todo debido a su mente. Su odiosa mente, que se negaba a desconectarse, a descansar, a dejarla tranquila ni un solo minuto.
Era demasiado. Demasiado de absolutamente todo; sentimientos, pensamientos... se sentía desbordada por la situación y sin saber muy bien, por primera vez en su vida, cual era el siguiente paso que debía dar.
¡Ella! ¡Amberly Adams! La joven que siempre sabía cual era su lugar. Sensata, inteligente, concienzuda y tan, pero tan decidida...
Allí estaba ahora, hecha un total y completo lío y manojo de nervios.
Aquello era, pensó con amargura, en cierto modo irónico, pues a diferencia de sus hermanas, nunca había querido una historia de amor tranquila. Ella, en secreto y en voz alta, siempre había deseado una relación apasionante, llena de sentimientos desbordantes, emociones que la confundieran, problemas que resolver.... un relato memorable que contarle a sus hijos y nietos, lleno de ternura y pasión, pruebas que superar, un villano y mil obstáculos que vencer, que comenzara con un flechazo y terminara con un "y aún a pesar de todo, triunfó el amor".
Y ahora lo tenía. Más o menos.
Pero para variar, el destino había acabado con el tiempo por cumplir su más grande anhelo, le había dado su historia de amor, pero al hacerlo, la había desfigurado y convertido en algo muy desagradable y que ella particularmente detestaba, tanto en los libros como en la vida real; un triángulo amoroso.
Por un lado, su pianista; un caballero triste y misterioso que acababa de conocer y ; por otro, su caballero de los ojos brillantes, con el que llevaba toda su vida soñando.
Amberly era consciente de que aún no estaba enamorada de ninguno de ellos porque, y a pesar de su corta experiencia al respecto, sabía que el amor no era instantáneo, que no aparecía de la nada de golpe por arte de magia.
El amor, quizás por la inmensidad del sentimiento en sí o por su profundidad, era lento, gradual. Era apreciar las virtudes del otro, aprender a querer sus defectos, conocerse y mostrarse a la otra persona de una nueva forma desconocida para uno mismo hasta el momento.
Sí, sabía que había distintos tipos de amor y que algunos de ellos no requerían de tanto, pero el bueno, el verdadero, el que ella quería, ese requería tiempo y dedicación.
Por lo que estaba segura de que aún no amaba a ninguno.
Pero, y de una forma extraordinaria que aún no comprendía y que la sorprendía, algo en su interior le gritaba que había encontrado a la persona que le daría esa historia de amor que llevaba tanto tiempo buscando.
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Lady Soñadora Adams ( Saga héroes de guerra 3)
Historical FictionAmberly Adams es, sin lugar a dudas, la más hermosa de todas las hermanas Adams. De cabello negro y ojos azules, risueña y soñadora, ha recibido más propuestas de matrimonio de las que puede contar. Pero las ha rechazado todas. "No es él" es lo úni...