—¿Lo has entendido Taehyung?
El susodicho asintió entre la duda. Su hyung le había pedido expresamente a el que vigilara delante de la puerta de una habitación en lo que unas señoras mayores con pinta de no amar tanto su trabajo se adentraban en ella a tratar a una paciente. No le parecía una misión muy difícil, ya que como cuerpo de seguridad, podía asegurar que desde que llegó nada extraño había acontecido.
Caminó a su lado con la presencia de aquellas señoras llevando un carrito metálico con algunas cosas. Dese una pequeña comida en puré, una cuchara de plástico hasta unos cuantos botes done deducía que su contenido no era otro que las famosas pastillas curativas. A juzgar por la cantidad de personas que lo rodeaban solo para atender un paciente debía ser un caso especial.
Eunsoo notó enseguida la incomodidad de Taehyung. Se removía nervioso a medida que se acercaban a la habitación.
Su perfecto rostro y facciones ligeramente talladas por los dioses se volvían extrañas cuando observó a la lejanía los cuartos de los demás enfermos.¿Dónde estaría el enfermo al que debían ayudar esta vez?
Unos minutos más tarde, por fin habían llegado a la habitación en cuestión. Esta estaba relativamente apartada de todas las demás. Una zona de la clínica desconocida para él. El ambiente se sentía frió y pesado. No era lindo estar allí. Las luces parpadeaban sin un fin, no estaban en condiciones para alumbrar el pasillo.
Taehyung observó un panel cristalino al lado del marco de la puerta de acero, en ella se escribía los datos a tratar sobe el paciente, «Paciente 1119 - ... » No pudo leer lo demás, Eunsoo lo llamaba.—Vale. Taehyung, nosotros entraremos primero. —comenzó. —Solo necesito que te quedes frente a la puerta vigilando. No tiene que pasar nada, pero como entenderás siempre es necesario tener a alguien por precaución.
—¿Por qué precaución? Todos se toman sus medicamentos pacíficamente.
La voz inocente del que se supone que debía ser un trabajo para un hombre intimidante, logró dejar perplejas a las enfermeras. Se escucharon risas entre ellas en lo que preparaban agujas y abrían botes. El más joven se sintió avergonzado. Su bocota de nuevo había hablado sin pensar.
—Siempre hay excepciones Taehyung. Desgraciadamente el guardia que se encarga de la inspección de esta habitación ha tenido que darse de baja... —dijo en un tono algo opaco. Frió. Incluso triste.
—Entiendo, entonces daré mi mayor esfuerzo. Espero que se recupere correctamente. —sonrió. Eunsoo también lo hizo y dio la señal para abrir la puerta.
Taehyung observó como una mujer sacaba un llavero con bastantes llaves. El sonido de estas le gustaba, era relajante. Casi estuvo a punto de preguntarle a la enfermera si le regalaba las llaves, pero se contuvo al pensar que sería una muy mala idea y eso no le haría verse bien. Si quería que lo respetaran y trataran como un adulto, debía comenzar por resistirse a las tentaciones como aquellas.
La puerta se abrió después de varios intentos. Sin poder evitarlo, antes de que esta se abriera por completo, se inclinó a un lado poniéndose de puntillas –aunque esto último no fuera expresamente necesario. -.
Eunsoo le dejó observar, sabiendo que de ninguna forma desde aquella distancia estaba seguro. Con otra señal de dedos, indicó a las personas de allí que era momento de entrar. Y así lo hicieron.
Taehyung pudo observar un cuerpo medio tumbado en una camilla. Podía ver un cabello lacio y bastante largo. Este era de un color avellana muy bonito, ¿debería decírselo? Era posible que esa aura depresiva se esfumara en cuanto escuchara su sincero cumplido. De todas formas, el quería hacerlo.
Después de que las enfermeras se adentraran primero, Eunsoo colocó su mano en el hombro del nuevo guardia, asegurándose con esa acción que cumpliera su papel. Taehyung se giró quedando se espaldas a la puerta abierta, dispuesto a obedecer. Después, fue Eunsoo quien entró.
La puerta no fue cerrada en ningún momento. Dejaba sus anchos hombros y espalda al descubierto ante cualquier ataque. Sabía que quien fuera que estuviera enfermo en aquella habitación no le iba a hacer ningún daño a él. Nunca lo hacían por el simple hecho de ser Kim Taehyung. Algo en el evitaba el daño físico a toda costa, y por ello siempre lograba socializar fácilmente con las personas. Siempre caía bien, hasta al más rudo. Un ejemplo había sido Eunsoo.
Escuchó unas voces féminas. Unos toqueteos e inspección corporal tal vez. Y después un pequeño esfuerzo para levantar el cuerpo.
Sin poder evitarlo se giró sobre sus pies y miró por el rabillo del ojo de quien se trataba. Vio una cabeza baja conectada al cuerpo que portaba el ya reconocible pijama blanco. No podía ver su rostro, pues el largo cabello lo ocultaba cruelmente.Parpadeó entre una mezcla de sentimientos en cuanto reconoció entre hilos avellana una sonrisa. Se alegraba que la paciente sonriera, no todo era tan malo entonces. Pero su felicidad se sintió agria al no saber descifrar el significado de aquella sonrisa. Había visto muchas sonrisas; algunas eran felices, otras tristes, otras completamente histérica, y las falsas. Esas en particular no le gustaban nada. Pero la sonrisa de aquella chica era diferente a todas ellas. Su sonrisa era larga y abultaba sus mejillas. Cínica sería la palabra quizás. Sus labios se entreabrían un poco y de ahí, en el silencio de la habitación, se comenzó a escuchar una risa pausada. Tosca y sin vida. Esta resonaba como ondas de choque. Rebotaban por las paredes y de ahí, poco a poco parecían haber más personas riendo. Pero solo era ella.
Había algo que no entendía, ¿Acaso habían contado un buen chiste y no se había enterado?