Taehyung se removió incomodo en su sitio. No había lamentado darse la vuelta, pero al conectar sus ojos con los orbes de la paciente había sentido la necesidad de girarse de nuevo. No porque fueran feos o le intimidaran, era por el simple hecho de temer quedar atrapado en su mirada. Los flecos de pelo que ocultaban sus facciones fueron amables de desvelar el brillo de sus ojos. Eran hermosos, pensó. Taehyung quería verlos más de cerca, pero sabía que no sería posible. Eunsoo le había dicho claramente que no podía darse la vuelta, y entonces decidió volver acatar sus órdenes.
Ante la risa extraña y la penetrante mirada de la chica vestida de blanco, Taehyung se giró lentamente con un nudo en el estomago. Jugaba con sus dedos y de vez en cuando se revolvía el pelo nervioso. ¿Aun lo estaría mirando?
—Abre la boca. —escuchó. Junto a la amarga voz de una de las mujeres enfermeras, escuchó el choque de la cuchara de plástico y el cuenco de madera. El chirrío de estos dos frotarse le hizo arrugar el rostro. El sonido no era agradable.
Después escucho una sacudida brusca, que lo hizo ponerse recto y alerta. A continuación una respiración agitada y la misma risa de antes se hicieron eco por todo el lugar.
—Ni de coña... —escupió.
Su voz sonó muchísimo más pausada que su risa, pero era dulce. Tenía una linda voz, no como la enfermera. Casi parecía que no terminaría la frase, y eso que solo fueron tres palabras.
La enfermera insistió acercándole la cuchara a la boca, y la paciente 1119 inclinó la cabeza a un lado sonriendo, jugando con las articulaciones de su cuello para volver loca a la enfermera.
—Come un bocado, si no te gusta lo dejas. —habló seriamente Eunsoo.
La joven, lo miró directamente a los ojos. Intentando intimidarlo. Pero era Eunsoo. Si alguien intimidaba en aquel lugar, ese era él.
—Comételo tú si no te faltan huevos machote.
Taehyung frunció el ceño al escuchar tales palabrerías. Era un poco malhablada, pero nada que no se pueda arreglar con un par de lecciones de protocolo social. Eso si su hyung la dejaba viva claro.
—Vamos a ver si nos entendemos niña. —Eunsoo agarró la cuchara con el puré intentado mantener la calma ante tal falta de respeto. ¿Pero que podía esperar? Estaba frente a una loca.
La muchacha lo miró con gracia, ansiosa de ver como seguiría. Eunsoo agarró su mandíbula con una sola de sus enormes manos y con la otra acercó a cucharilla a los labios de la joven enferma. Ella, de nombre desconocido aún, agarró su muñeca con las manos, pequeñas y finas. Y canturreó una secuencia de la misma vocal conforme estaba en desacuerdo con su acción.
—Ah, ah, ah... —negó con el dedo frente a sus narices. Y con el mismo, señaló la espalda del joven guardia frente a la puerta.
Eunsoo y ella miraron a la vez al joven Taehyung, ausente de todo lo que ocurría detrás de él. Pero ansioso a la vez por darse la vuelta. Después la miró a ella, preso de la rabia.
—Ni siquiera lo pienses... —Susurró en un tono amenazante. No pensaba dejar que la nueva incorporación al cuerpo se enfrentara a un paciente, y mucho menos a la cínica con la que incluso a él, le costaba tratar.
—Es él o la cuchara en tu tercer ojo, tú decides guapo —le susurró relamiéndose los labios y soltando una risa perversa. Taehyung se frotó los brazos inconscientemente al sentir un pequeño escalofrió y la muchacha agrandó la sonrisa al notar lo que ella provocaba en el.
Al mayor, la impertinencia de la muchacha le ponía enfermo. La sonrisa de ella comiéndose a Taehyung con la mirada no era nada bueno. Con ella nunca lo era.
Las enfermeras miraron a Eunsoo expectantes. Esperando recibir órdenes o simplemente retirarse deseosas de volver con pacientes más fáciles de trabajar. La paciente 1119 acostumbraba a dar problemas en cuanto se aburría. Y tras la noticia de la baja inoportuna del guardia de seguridad que protegía la zona, nadie estaba muy contento con la idea de tratar con ella.
Eunsoo, dubitativo, dejó la cuchara dentro del cuenco de madera. Y ante las inseguras miradas de las enfermeras y la divertida de la paciente, hizo una señal con la mano y llamó al más joven.
—Taehyung.
El alto y fornido se giró de inmediato, arrepintiéndose al instante cuando se veía atentamente observado por todos. Incluso por la chica, que ahora ya no tenía el pelo en la cara y podía observarla más cuidadosamente. Pero no logró hacerlo tanto como le habría gustado, pues su hyung volvió a llamarlo por su nombre.
—¿Si?
—Acércate.
Taehyung acató la orden y se aceró a su lado, pasando por el borde de la camilla y rozando las sabanas con la tela de su vestimenta. Intentó no ponerse nervioso estando tan cerca de la paciente. Debía mostrar una igualdad por todas las mujeres internadas, y tratarla igual de amable que con todas. Pero no podía evitarlo de todas formas, algo había que le ponía alerta. Tal vez el hecho de que no pudiera sentirse libre de hablarle, Eunsoo no se lo permitiría. Y estaba ansioso por hacerlo.
Eunsoo suspiró: —Perdóname por meterte pero... —comenzó. No sabía cómo decirle a un guardia de seguridad de la que su misión era solo vigilar, que diera de comer a una paciente. Pero había llegado a unas alturas en las que debía tomar decisiones precipitadas. De otra forma se volvería loco junto a esos enfermos.
De alguna forma, Taehyung pudo comprender que necesitaba de él. Sonrió feliz de que confiará en él para esa tarea y tomo entre sus largos dedos el cuenco de madera.
—¡Yo me encargo hyung! Puedes confiar en mí.
Entonces, para sorpresa de todos, la paciente hizo ademan de sentarse correctamente y hacer un gesto con la mano. Indecisos, la observaron.
—Que salgáis, fuera de aquí ahora mismo.
Eunsoo, ya harto de la situación y los juegos, agarró el cuello del pijama y se la acercó bruscamente. Gruñó con desdén.
—¿Que es lo que quieres?
La muchacha sonrió con perversidad. Si había algo en el mundo que disfrutaba estando encerrada en aquel sitio, era provocar. A cualquiera.
—Comerme a tu soldadito. —susurró con diversión.
El mayor, a punto de perder la paciencia con ella y propinar un golpe, soltó bruscamente a la enferma gracias a Taehyung, que lo intentaba apartar a toda costa.
—Hyung, permíteme a mí hacerlo. Por favor, juro que haré que se coma todo, ¡estará súper limpio el cuenco! —insistió preocupado, apartándolo de la camilla.
Eunsoo, se dio la vuelta de un movimiento y lo agarró de los hombros. Mirándolo fijamente. Taehyung se encogió un poco por la cercanía y la presión en su traje, se arrugaría si seguía agarrándolo de aquella forma. Le costaba mucho esfuerzo plancharlo y que quedara lisito para el trabajo.
—Cualquier cosa, lo que sea, mínimo movimiento brusco que te preocupe. —espetó, y dejó un artefacto en sus manos. Algo así como una pistola. —Apunta y aprieta el botón. Le dará una descarga. Nosotros entraremos de inmediato.
Taehyung sujetó el supuesto taser que le permitiría defenderse con algo de miedo. Arrugando la nariz al imaginarse que en un momento tan casual como lo era dar de comer a los pacientes necesitaría de aquello para salir ileso. Era demasiado, ¿y si se le escapaba la mano?
—Anda, si es mi mejor amiga la taser. —habló entre risas la muchacha. Su mirada, perdida en algún lugar, solo la incitaba a seguir riendo y ocultarse en la locura.
—H-hyung, creo que esto es pasarse...
—Hazme caso.