Las flores brotaban con abundancia, la primavera había empezado casi un mes atrás y como todos los años desde hacía una década eso significaba el fin del frio y que el mundo volvía a florecer. Las festividades para celebrarlo y rendir honor tanto a Deméter como a su hija se esparcían por todo el mundo, la renombrada como diosa de la Primavera era una de las favoritas entre los humanos. Para Perséfone significaba además el aniversario de su matrimonio, pues cuando su tiempo en el Inframundo había llegado a su fin habían vuelto a unirse en el mundo exterior.
A pesar del tiempo su corazón se calentaba agradablemente cuando recordaba cuan atractivo había estado su varonil marido con una delicada corona de flores hecha por su madre. Que fuese ella quien organizó la segunda boda les sirvió para enterrar los rencores, incluso alguna vez había bajado durante el invierno para conocer el Inframundo y había ayudado a mejorar aun más los Campos Eliseos.
Las ninfas jugueteaban bastante despreocupadas mientras observaban su nuevo atuendo, les había costado volver a tratarla como antes después de recibir su corona, pero en general (salvo la que se había aprovechado de sus contactos para intentar bajar al Inframundo en primavera para "consolar" a su solitario marido que había acabado recibiendo la ira de la diosa) todo volvía a ser como antes. Salvo por el tema de hablar de Hades, claro.
Zeus les había convocado al consejo de nuevo y, aunque ser reina mejoraba en mucho como la trataban los demás dioses, no es que le gustase el Olimpo especialmente. Aunque desde luego disfrutaba mucho cada vez que veía a Afrodita, tenía mucho que agradecerle y se había convertido en una gran amiga. Una amiga que se cobraba la ayuda con su peso en diamantes, pero una amiga, algo escaso entre dioses.
Coronada con flores y diamantes, la diosa de la primavera y del Inframundo montó en el carruaje de su madre; últimamente su madre le parecía más hermosa, no sabía si era por verla menos o porque por fin se estaba ocupando de su propia vida en lugar de la de ella. Quizás un día se encontraba con que le anunciaba que tenía en camino más hermanos.
A penas llegaron al Olimpo y dejaron su transporte se le rompió la expresión hierática que trataba de mostrar ante los demás dioses. El sombrío carro del señor del Inframundo ya estaba en su sitio ligeramente apartado de los demás, como siempre. Antes Hades solía ser prácticamente el último en llegar, de hecho solían ser siempre los últimos en invierno, pero en primavera solía llegar temprano porque por mucho que dijera que estaba ocupado haciendo todo lo pesado de su trabajo cuando ella no estaba sabía que a su marido no le gustaba perder la oportunidad de verla un poco fuera de época. Teniendo en cuenta que casi había vestido a su madre y empujado al carro al ver que iba con retraso ella podía decir que se encontraba en la misma situación.
No es que nada les impidiese verse de vez en cuando, pero es que realmente se encontraba ocupada en el tiempo que pasaba sobre la tierra, además al principio a su madre le gustaba pasar tiempo con ella sin tener a su marido alrededor. Eso no quería decir que cuando se despistaba la tierra se abriese de vez en cuando bajo sus pies y volviese más sonrojada y feliz a cumplir sus labores al cabo de unas horas.
No tardó en encontrarlo apartado de la multitud, con cara de odiar estar ahí. Esa cara duró hasta el momento exacto en el que la localizó, saliendo de su pequeño rincón apartado para ir directo hacia ella. No era un secreto para nadie que el temible dios estaba profundamente enamorado de su esposa, muchos lo tomaron como una ventaja hasta que descubrieron que su adorable compañera se convertía en alguien tan temible como él cuando la situación lo requería.
Al alcanzarla Hades saludó respetuosamente a Deméter que respondió con cordialidad, desde fuera parecía que las cosas habían vuelto a su cauce, aunque Persefone sabía que en el fondo seguía un poco resentida con su marido. Después del saludo se excusó y dejó a los señores del Inframundo juntos, entendía perfectamente que su hija tenía que ejercer como reina en ese momento. No le gustaba decirlo demasiado, pero le gustaba ver como Persefone había madurado y no era simplemente una consorte sino una respetada reina en plena posesión de sus poderes.
La reunión terminó, aunque como en todas se celebró una fiesta. No era extraño para nadie que Hades desapareciera a mitad de una, aunque sí lo era cuando pasaba en verano. Se fue distraídamente al establo hasta ser atacado por un montón de heno.
-¿Sabes que simplemente tienes que invocarme cuando quieras verme, no? -las quejas no sonaron creíbles, menos aun cuando lo primero que hizo fue besar a su esposa.
-Pero no puedo evitar recordar el día que me encontraste escondida así y las ganas que tuve de besarte, no recrearlo haciéndolo cada vez que podemos sería una blasfemia -sonrió mientras se abrazaba contra él- Estamos a mitad de primavera.
-Lo sé mi flor, cuento los días, los cerberos están imposible por todo lo que te echan de menos -lo dijo con un dramatismo tan exagerado que ella tuvo que reírse, hasta que le dijo al oído- O puedes ir esta noche a visitar a Hécate, ya sabes...
-Hécate nos va a odiar por usar el intermedio que es su casa tanto...
A pesar de decir eso, ella sabía que le diría esa noche a Deméter que tenía algo que discutir con Hécate encantada. Obviamente su madre no se lo creería ni por un segundo, pero tampoco diría nada al respecto. Y la diosa de las brujas tendría su recompensa, sabía que su marido le había regalado otra casa bastante mayor en compensación por las veces que la hacía salir de su hogar, aunque tampoco es que la bruja se hubiese quejado fuera del contexto de broma jamás.
Saliendo con cuidado de su escondite y después de darle un beso más a su esposa, el rey del Inframundo se montó majestuosamente en su carro. A penas había avanzado unos metros cuando la brecha se abrió y se lo tragó.
-Pobre reina Persefone -la voz de Hera detrás de ella la sorprendió- viendo de nuevo un recuerdo de como fuiste secuestrada. En fin querida, vivir con nuestros maridos no es sencillo.
-¿Secuestro? ¿Van diciendo que fue un secuestro? -había escuchado rumores malintencionados, pero no creía que nadie les hiciese caso- Ni mucho menos, estimada Hera. No fue así, lo que en verdad paso fue...
Fin
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La Flor Del Inframundo
FantasyEl dios que representa la justicia en el Inframundo no parece un dios que abriría la tierra sin más para secuestrar a una doncella. Puede que hubiese encuentros perdidos entre la muerte y la primavera...