7. 《Comienzos parte I》

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Steve

Evanna es mi mejor amiga.

Ella y sus padres vivían a unos pocos metros de mi casa, estudiábamos en el mismo colegio pero debido a que lo hacíamos en turnos contrarios nunca la había visto hasta el día que al llegar al colegio por la tarde la encontré sentada a orillas del portón de salida.

-Esperas a alguien?-_ pregunté
- Sí, a mi madre, quedó de ésta vez sí venir por mí- me contestó con una sonrisa despreocupada.

Lo que me sorprendió fué encontrarla en el mismo lugar a la hora que ya había concluido el turno vespertino.

Ésta vez no alzó la vista del suelo y pude ver cómo trataba de borrar las lágrimas que rodaban por sus mejillas con el dorso de su brazo.

Le extendí la mano_ -Vamos, mi chofer te llevará a tu casa-_ le dije.
Dudosa miró mi mano, pero al final la tomó, le dí un leve apretón que ella respondió con una sonrisa triste.

Ese fué el primer gesto desinteresado que hacía en mis cortos años; y es que Eva siempre a sabido sacar lo mejor de mí, y no, no es lástima lo que siento por ella, es algo más profundo y menos vanal.

Al llevarla a casa, su padre estaba afuera con un havano en los dedos, la mirada fría que le dedicó a su hija me caló los huesos.

- Déjame adivinar. Te prometió que volvería y tu ingenua, le esperabas hasta ahora- una risotada cargada de burla y enojo dejó su boca y Evanna sólo se perdió en el interior de la casa, no sin antes dejarme sus números de teléfono y sus redes sociales.

Al llegar a mi casa lo primero que hice fue tomar el teléfono y llamarla, temía que estuviese destrozada, pero para mi sorpresa la alegría al escuchar mi voz era muy evidente, no tocamos el tema de su madre en lo absoluto, hablamos de nuestros gustos y pasatiempos, trivialidades, cosas de adolescentes.

Al pasar los días la amistad se solidificaba, y con los meses fui apegandome a ella, luego todas las tardes me apresurada a llegar al colegio para verla a la hora de su salida, la llevaba a casa y luego regresaba a mis clases, al finalizar ella esperaba por mi afuera, subíamos al auto juntos y la volvía a llevar a su casa, un juego de niños.

Al finalizar el año le pedí a mi padre que por favor me cambiara de turno para pasar más tiempo cerca de ella, me preguntó a qué se debía mi repentino interés, sólo me bastó decir "hay una chica..." el alzó su mano antes de que pudiese continuar_ -sí estás dispuesto a despertar temprano todas las mañanas, es porque la chica debe ser muy interesante- _ me dijo y agregó_ - Claro que sí, mañana mismo solicito el traslado, a cambio quiero que traigas a tu chica a almorzar-. Mi chica, eso sonaba muy bien en ese entonces, yo tendría unos 15 años, pero todo cambio al cumplir 17 y dejar el high School para empezar la universidad, y claro, conocer a Robert.

Tu, Yo y... ¿Él?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora