Capítulo 3

37 3 0
                                    

"¡Alex! La cena está servida" grita mi madre.

Torpemente apago mi computadora y bajo corriendo hasta el comedor donde mi padre ya está sentado.

"Buenas noches" me dice mi padre, está tan concentrado en su cena que no voltea a verme y no nota la herida en mi mejilla.

"Buenas noches" le digo mientras tomo asiento junto a mi madre, ella me echa una mirada insinuando que debería contarle algo a mi padre. Lo hacemos todas las noches, compartir alguna parte importante de nuestro día. Hoy no quiero hablar del mío.

Apenas abro la boca para hablar con mi padre y echarle la mentira que antes ya le había dicho a mi madre cuando él me interrumpe. "Hoy hablé con tu maestro, el Sr. Evans"

"Es el prefecto, no enseña" le contesto tajantemente, tengo miedo. Quizás haya sido la peor respuesta que le pude haber dado y soy capaz de afirmarlo por su reacción, dejó caer los cubiertos con los que comía con fuerza hacia su plato.

Volteo la mirada, mi mente está dispersa en cientos de pensamientos y el que más me afecta es el de la pantalla de mi computadora y aquella conversación abierta.

"Alexander, te estoy hablando, mírame a los ojos" me dice elevando desmedidamente el volumen de su voz, mi madre toma su mano y mi padre se relaja.

Las lágrimas logran mantenerse en mis ojos sin caer y le contesto con un nudo en la garganta "¿Qué fue lo que te dijo?"

"Que no estuviste en clase de química y tu imagen estaba tan desarreglada que parecías haber sido arrollado por un auto. ¿Se puede saber porqué?"

"Estuve en la enfermería, tropecé en el patio con rocas y me lastimé."

Su mirada permanece fija por un rato en la herida de mi mejilla, no sé si haya creído la mentira, pero sus ojos vuelven a concentrarse en su plato. "Ten más cuidado." Son las únicas palabras que dice durante el resto de la cena.

No tengo hambre, pero como un poco para evitar cualquier discusión. Todos han de decir lo mismo, pero la comida que prepara mi madre es la más deliciosa de todas, me hace sentir mejor.

Terminando de cenar pido permiso para levantarme y me marcho directo a mi habitación. Olvidé apagar el mini componente antes de bajar a cenar, sigue reproduciendo música. Lo apago.

Me recuesto sobre mi cama y abrazo mi almohada con tanta fuerza que mi mirada se comienza a nublar. Cierro los ojos, trato de no pensar en nada hasta que eventualmente el sueño se apodera de mi.

+++

Alguna vez oí decir a alguien que todos estamos destinados a hacer algo en nuestras vidas, llegamos a este mundo con un propósito definido, pero sin manual o instrucciones.

Es por eso que no llegamos solos, miles de personas nos acompañan a lo largo de nuestro viaje. Puede que no todas ellas nos agraden, y por supuesto que nosotros no agradaremos a todas ellas, pero no hay ninguna otra forma de crear nuestra propia perspectiva de la vida.

Así, también, las vivencias que tendremos han sido escritas desde antes de venir a habitar este pedazo de universo, y no nos queda más que esperar y aprender a reaccionar a ellas.

Pero se dice también, que el destino de una persona puede verse alterado cuando conoce a otra, no a cualquiera, únicamente a aquella que es capaz de ver a través de tu alma, que aprende a ser uno contigo, pero cuyos ideales no estaban definidos en tu trayecto, en tu destino.

Es entonces cuando tienes la oportunidad de cambiarlo y crear tu propia historia, o ignorar aquella oportunidad y decidir por el camino que fue planeado para ti desde un principio.

Dichosos seríamos si supiéramos a quién esperar o cuándo va a llegar. A veces he visto a gente tener esa oportunidad frente a sus narices y no darse cuenta de ello.

Nunca olvidaré el día que escuché esas ideas y palabras. Mi cumpleaños número dieciséis, 31 de diciembre del año 2020.

¿La autora? Mi abuela, quien aseguraba que su destino cambió a partir del día en que yo nací.

Lamentablemente esa fecha se tornó un total drama cuando al terminar el frenético discurso mi abuela cayó muerta al centro de la mesa. Un verdadero desastre.

Si lo que decía era verdad, entonces yo cambié su destino, yo soy el culpable de que ella muriera de esa manera y en ese preciso instante. Para mi desgracia, mi padre aceptaba esa idea, razón por la que hay cierta cantidad de odio en cada interacción que tengo con él.

Si aquello en lo que creía mi abuela llegase a ser real, entonces solo me queda esperar al día en que llegue la persona responsable de cambiar mi destino, porque lo que se ha escrito para mí, hasta ahora ha sido un total y absoluto fracaso.

+++

Al día siguiente me levanto temprano, a pesar de haberme duchado la noche anterior me siento sucio así que tomo un baño rápido. Me arreglo para irme a la escuela y antes de salir de casa solo tomo un vaso con leche acompañado con un sándwich de jalea de fresa.

Subo al autobús escolar y ahí está Elle, como todas las mañanas.

En las tardes no toma el autobús con este rumbo porque desde que sus padres se divorciaron, su padre la recoge en la academia y él mismo la lleva de vuelta a casa de su madre por la noche.

Me saluda con un abrazo, pone una mano sobre mi rostro y con el pulgar acaricia la herida, no me dice nada más, solo sonríe todo el camino hacia la escuela.

Tiene la sonrisa más linda que jamás haya visto, sus ojos verdes resaltan desde que tiñó su corto cabello de color negro. No es muy alta, al menos no mas que yo, lo que me hace sentir cómodo estando con ella.

Elle es de esas personas que con solo mirarte transmite mil palabras, puedo darme cuenta de que siente pena por mi.

Llegando al lugar charlamos caminando hacia el salón de clases.

"¿Me ayudarás con las clases de química?" Le pregunto. "No lo sé, tendrás que convencerme." Me contesta "deberías ir pensando en una buena forma de pagarme."

Ambos reímos y entramos al aula, se genera un silencio incómodo al entrar y puedo sentir la mirada de mis compañeros seguirme hasta mi asiento.

Esta es la clase de Literatura, con la que no tengo ningún problema. Hace unos meses odiaba leer, pero comencé a tomarle el gusto desde que encontré lecturas que me agradan bastante y, para ser sincero, no creí que existieran.

Todos vuelven a sus asuntos y comienzan a platicar. La maestra de literatura, la Sra. Kent, no ha llegado a clase, quizá su automóvil tuvo fallas o tuvo algún imprevisto en el camino.

No me acerco a platicar con nadie aunque, por otro lado, Elle lleva una buena relación con las demás chicas de la clase. A mí no me agrada su 'grupo' de amigas.

Estoy solo, sentado junto a la ventana leyendo una historia fantástica con la que últimamente he estado muy entretenido.

De repente, como si una bombilla se hubiera encendido en mi cabeza, suelto el libro mientras me esfuerzo en traer a mi mente el sueño que tuve la noche anterior, pero es una visión borrosa que no puedo recordar a la perfección.

Me sentía feliz, de eso estoy seguro.

A la par de mis pensamientos el ruido disminuye drásticamente y vuelvo a la realidad.

Entra el Sr. Evans al aula seguido de la Sra. Kent, pero no son los únicos en entrar. Con ellos viene alguien más, un estudiante nuevo.

Lo observo boquiabierto.

La EsperaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora