Black Ronin

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Jun se encontraba camino a la prisión, según le habían reportado, debía encontrarse allí de inmediato.

— ¿Qué es lo que ha pasado? — murmuraba para sí mismo mientras apresuraba el paso.

Sus ojos se ensancharon una vez que se encontró con la prisión, había sangre recorriendo el piso de las celdas y manchando las paredes, ya no había prisioneros, solo estaban sus cuerpos sin vida, con heridas que abrían su pecho o cuello.

— Una katana — susurró al ver la superficie fina de las heridas, cortadas limpiamente, seguramente con una hoja metálica fina y afilada. Podía recrear la escena en su mente, los ataques, la espada penetrando la piel, abriendo una hendidura mortal en su víctima.

Jun camino por el pasillo, encontrándose con la misma escena una y otra vez, todos los prisioneros, sin excepción, estaban muertos.

— ¿Qué sucedió aquí? — le preguntó a un soldado que había llegado antes que él. Este al ver a su superior primero lo saludo, y luego se dedicó a contarle lo que sabía.

— Cuando llegamos ya todos estaban muertos.

— ¿Y los custodios de la prisión? — dijo mirando detrás del soldado, donde se hallaban dos hombres sentados sobre la pared, se los veía algo perdidos y adoloridos.

— Los encontramos inconscientes. No recuerdan nada, recibieron un fuerte golpe en la cabeza — respondió el soldado.

Unos gemidos de dolor interrumpió la conversación de los militares, los jadeos provenían de una de las celdas. Jun corrió junto al soldado, hacía donde provenían aquellos lamentos. En la celda se encontraba un extranjero, agonizando, mientras intentaba decir cosas ininteligibles.

Jun se agachó junto al moribundo y exigió una respuesta.

— ¿Quién fue?

— Black ronin... black...black ronin...— el prisionero no dejaba de repetir aquellas palabras, mientras la luz de la vida que albergaba sus ojos, se iba renando lentamente con cada nueva respiración dada, hasta que finalmente murió, todavía con las palabras en la boca.

— ¿Qué es un black? — preguntó el soldado, quien no conocía la lengua del extranjero.

— No lo sé — confesó Jun despreocupado — Pero por lo menos ahora sabemos que se trata de un ronin.

— Tukusama-sama, ¿Cree que el asesino sea un villano o un héroe?

— ¿Héroe? — preguntó Jun sorprendido.

— Todos los presos eran enemigos del emperador. Tal vez esa sea su forma de llamar la atención del emperador. Actuando como un justiciero.

Jun se quedó en silencio un segundo, pensando en lo que acababa de escuchar.

Ahora mismo el reino estaba en paz, las guerras habían terminado, el emperador había ganado la guerra pero había perdido a su hijo en la batalla, y con él perdió a su heredero, ya no había nadie que pudiera heredar su trono. Entonces, luego de llorar semanas en el funeral de su primogénito, anunció a todos los reinos que conformaban su imperio que había llegado a una decisión, aquel que se casara con su hija, se convertiría en el siguiente emperador, pero él, el mismísimo emperador, sería quien eligiera al esposo de su hija, por eso mismo todos los jóvenes ricos querían resaltar de una u otra manera, para que el Rey los eligiera a ellos. Y seguramente este incidente de la prisión llegaría los oídos del Rey. Y así fue como sucedió, pero no solamente el emperador se enteró del misterioso ronin que había matado a todos los presos políticos, sino que también su fama se desparramó por los reinos, extendiéndose como una enfermedad mortal en un cuerpo, su hazaña estaba en boca de todos, todos los habitantes se preguntaban: ¿Quién era aquel famoso Black Ronin?

Antología "Cuentos Realistas"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora