¿Quién es Disco?

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Me senté sobre el cordón de la vereda, con una sensación de aburrimiento inundándome por completo. Había vuelto de la veterinaria, de comprar el alimento para mis peces, y ya no sabía que más hacer.

Mis padres se habían mudado al extranjero por trabajo y me habían dejado sola en la casa. Y como no tenía ningún amigo, me sentía verdaderamente sola. Ya me había aburrido de jugar en la computadora y en la televisión no había nada bueno para ver. Así que me dediqué a observar la calle, viendo como los autos pasaban indiferentes.

Pasaron los minutos, y cuando giré el rostro hacía la izquierda, me percaté de que había alguien sentado a mi lado, era un joven de aspecto algo llamativo. Su cabello era de color azul verdoso brillante, sus cejas eran negras, y tenía tatuada una franja que recorría su rostro, de un pómulo al otro cruzando por el puente de su nariz. Tenía una camisa roja a cuadros, un jean negro y botas militares. ¿De dónde salió este chico?

Lo espié de reojo, y vi que el peliazul miraba la calle, como segundos antes yo hacía, siguiendo con la mirada a los autos que pasaban, con una enorme sonrisa infantil pegada en su rostro.

— Emmm— barbullé intenté llamar su atención. El joven giró, enfocando sus ojos esmeraldas sobre mí.

—Hola — saludó familiarmente, como si nos conociéramos de toda la vida, pero era la primera vez que lo veía.

— ¿Quién eres? — le pregunté realmente curiosa, nunca había visto a alguien con una apariencia similar.

El muchacho dibujó en su boca una sonrisa algo pícara, y luego de permanecer unos segundos en silencio, se digno a responderme.

— ¿Qué nombre crees que debería tener?

Me quedé unos segundos en silencio, intentando asimilar su pregunta. ¡Qué chico más raro!, se supone que debería decirme su nombre, no que le inventé otro, ¿Qué razón extraña tendría para eso?, cualquier persona normal en esta situación seguramente se asustaría de alguien semejante, pero en vez de asustarme, lo vi como una buena oportunidad para batallar contra mi aburrimiento.

— Mmm — pensé mirando al joven de arriba a abajo —Una persona con una imagen tan extravagante debe tener un nombre igual de llamativo.

El joven alzó una ceja, como si fuera un truco de magia, mientras ponía una expresión divertida.

— ¿Qué tal....?, ¿Merlín?

— ¿Merlín? — el joven me miró con una expresión desagradable. No le gustaba el nombre para nada.

— Sí, como el mago — insistí.

— Pero, yo no soy un mago — dijo mientras se señalaba a sí mismo con el pulgar.

— Bueno, entonces... — esto era mucho más difícil de lo que parecía — ¿Polilla?

— ¿Polilla?, ¡Es un nombre asqueroso! — se veía realmente horrorizado.

— ¡Está bien! — le recriminé levantando la voz, ¿Para qué decía que le busqué un nombre sino le gustaba ninguno? — Déjame pensar un momento...

Comencé a rebuscar en mi mente, algo, lo que sea. Miré la bolsa que sostenía entre mis manos, donde cargaba el alimento que les había comprado a los peces, y fue cuando una idea surgió, iluminando mi mente, como una vela que se enciende de repente en una habitación plagada en sombras.

Antología "Cuentos Realistas"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora