Hora de partir

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Rhaenys se removió incómoda en su lecho. Sentía su sangre hervir, sentía que algo no fluía como debería... sentía que las cosas estaban a punto de cambiar, que el legado de los Targaryen comenzaba a arder como nunca antes lo había hecho.

Emitió un gemido de dolor, pero no despertó de su letargo. Jaime la miró a los ojos y acarició su mejilla.

- Oh Rhaenys... ¿Por qué presiento que en cualquier momento te separarán de mi lado, amor mío?

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Los cientos de dothraki caminaban por aquel camino, amparados solo por la luz del sol, muchos de ellos iban sobre sus caballos, otros sólo caminaban, no se detenían a mirar lo que ocurría a su alrededor.

La fina brisa movía la hierba de color dorado con briznas verdosas, haciendo que aquella travesía se viera más como un éxodo que como la ida a un hogar.

Daenerys Targaryen, miraba la multitud con cierta pena en sus ojos. Había sido "vendida" en matrimonio por su propio hermano para conseguir un ejercito.

- Debes beber niña - dijo un hombre que rebasaba la treintena, de cabellos rubios y ojos como zafiros - y comer

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- Debes beber niña - dijo un hombre que rebasaba la treintena, de cabellos rubios y ojos como zafiros - y comer...

Le entregó un pedazo de carne seca y curtida a la Targaryen.

- ¿No hay otra cosa? - dijo con cierta vehemencia.

Jorah Mormont hizo virar su caballo de nuevo para ponerse a la par de la menor de los hijos del difunto rey loco.

- Los Dothraki tienen dos cosas en abundancia. Hierba y callos. Y la gente no puede vivir de hierba.

Daenerys mordió el pedazo de carne, sus ojos se aguaron por un minuto y quiso llorar en aquel mismo intente, pero hizo acopio de todas sus fuerzas. Tenía que mantenerse firme.

- En las tierras sombrías, más allá de Ashai - comenzó de nuevo el norteño de piel bronceada - dicen que hay campos de hierba fantasma, blancos como la leche y que brilla en la noche, y mata al resto de la hierba. Los Dothraki creen que algún día lo cubrirá todo y así es como acabará el mundo...

Daenerys no dijo ni una sola palabra, se limitó a mirar a Khal Drogo, imponente sobre su caballo, con la cabeza alta, cabalgando entre los suyos, su pueblo, su gente ¿Así sería como ella y su hermano se sentirían cuándo regresaran a Poniente? ¿Cuándo recuperaran el Trono de Hierro?

Jorah siguió la mirada de la joven y soltó un suspiro ¿por pena? ¿compasión? ambas seguramente. Tan sólo era una niña a la que le habían arrebatado su infancia y la habían tratado como una vil y burda mercancía.

El Espíritu del DragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora