Al siguiente día la alarma sonó a las 4:40 de la mañana, puesto que Antony tenía que estar presente en el trabajo antes de las 7:00. Se levantó de la cama para bañarse, aunque a él no le gustaba tanto, pues el agua de ahí estaba demasiado fría.
-Madre, buenos días.
-Hijo, me alegra que te hayas despertado solo.
-Fue la alarma, pero si tú quieres, puedes seguir despertándome todos los días.
-Por supuesto que sí. Ya casi está el desayuno, apresúrate a ducharte.
-Si, madre, iré a bañarme, vuelvo enseguida.
Entró al baño, la ropa se quitó y abrió la llave, sintiendo el agua casi helada, como caía por su cuerpo, gritaba por el frío que tenía.
-¡Joder! ¡Joder! El agua está muy fría.
-Hijo, ¿pasa algo? -dijo su madre tocando la puerta.
-Nada, el agua está muy fría, pero todo bien -decía temblando de frío-, salgo enseguida.
-Si tú quieres puedo calentarte agua.
-No, de verdad gracias, mamá, ya casi acabo.
En tan sólo 5 minutos terminó de bañarse. Salía del baño con mucho frío, con los cabellos de los brazos parados y con la toalla en la cintura. Corrió hasta su cuarto y llegó cansado y el frío se le había quitado un poco.
-Ay no, creo que con mi primer sueldo compraré un calentador, mi papá debe sufrir cada mañana con esa agua -se dijo sí mismo.
Buscaba en su clóset el único traje que tenía, pues éste lo había ocupado para la boda de Ryan, un primo que, por cierto, no era de su agrado para Antony.
-Me imagino que como es mi primer día, debo de ir muy formal, tal vez esta camisa blanca me lleve -dijo tomándola.
Sharon fue a su habitación a avisarle que el desayuno ya estaba listo:
-Hijo, date prisa, tu comida está sobre la mesa.-En un momento voy, sólo me peino y me pongo un poco de perfume.
-Ay hijo, que guapo y apuesto te ves con ese traje negro, pero no te has puesto bien esa corbata, deja la acomodo.
-Gracias, mami, eres increíble.
-Eres mi hijo y tengo que ayudarte aún me necesites o no, ahora ya apúrate.
Antony tomó el cepillo y comenzó a peinarse hacia atrás con un poco de gel para el cabello, así también, se echó un poco de perfume para oler bien. Salía de la habitación y se encontró a su hermano.
-Elías, es un milagro que te despertaras temprano.
-Sólo me levanté para ir al baño.
-Ya decía yo, tu sólo duermes y tragas, tragas y duermes.
-No estoy de humor para tus comentarios, además yo no te he dicho nada hoy -dijo mientras tallaba sus ojos con las manos.
-Mejor ya baja, estorbas el paso y tengo prisa.
Bajaban las escaleras con cuidado, pues Elías estaba más dormido que nada.
-¡Apresúrate ya! Parece que estás borracho.
-Ya voy, ya sólo falta un escalón y no me grites que me duele la cabeza.
Antony caminó hasta el comedor y se sentó.
-No se te olvide hacer la oración, hijo mío.
-Es cierto, ahora mismo lo haré.
Comenzó a orar por los alimentos, después de ello, vio en su reloj que faltaba una hora para irse, pero eso no significaba que tenía tiempo, al contrario, era demasiado tarde. Devoró la comida, muy pero muy rápido y de la silla se levantó.
ESTÁS LEYENDO
Un amor sin rumbo.
Teen FictionRicardo cuenta una linda pero terrible historia a sus hijos, donde él intenta expresar el dolor y el amor a la vez. Antony Valenzo, el protagonista de esta historia, entra a trabajar a una empresa, donde conocerá al supuesto amor de su vida. Tambié...