Second Life

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Esa vez, en mi siguiente vida, yo reencarné siendo un gato. Un pequeño gato de pelaje rubio y ojos marrones. Recuerdo que fui abandonado en una caja de cartón. Pero no me importó, porque esta vez, tú fuiste quien me encontró. Tú me encontraste, ¡Y cuán fue mi alegría cuando tú me llamaste por mi nombre nada más viste mis ojos! Maullé, tratando de dar una respuesta de felicidad. "Nikolai" Ah, sonaba tan bien si salía de tus labios. Tal vez debía maldecir el ser un felino y no poder comunicarme contigo, pero no, no iba a hacer eso. La vida me había dado otra oportunidad para reencontrarme contigo, mi querido Fyodor. No podía ocultar mi felicidad, aun me recordabas. Estaba realmente feliz de volver a encontrarte, aunque en ese momento fuéramos de distintas especies.

Me llevaste a casa, y yo solo podía observarte. No sabía si habías crecido desde la última vez que nos vimos o en la perspectiva de un gato, tú te me hacías alguien más grande. Más imponente. Pero seguías siendo hermoso, no había nada diferente. Tú cabello azabache cayendo por tu rostro pálido y algo enfermizo, contrastado con esos ojos lavanda que me miraban con suavidad. Esa mirada que me dedicabas solo a mí, tratando de asemejarse al cariño, pero... Me parecías tan inexperto, ¿Es que no te daban cariño, mi querido Dos-kun? No te preocupes, yo llenaré ese vacío de tu interior, confía en mí.

Estaba feliz, demasiado para ser real. El tiempo a tu lado me parecía una bendición. A pesar de no poder expresarlo con palabras, lo demostraba con acciones. Corría, saltaba a tu regazo o a tu cama, depende donde estuvieras en ese momento. Me restregaba contra ti y lamía tu rostro. A veces mi instinto felino me decía de sacar las uñas, pero me negaba. Yo no quería hacerte ningún tipo de daño aunque fuera jugando. Ya vi una vez tu sangre correr sin poder hacer nada y no iba a repetir eso, porque en ese tiempo donde mi alma vagó, sin rumbo, perdida en a saber dónde, me di cuenta de que no salías de mi cabeza, y no sabía si eso era bueno o malo.

Llenamos el tiempo que habíamos perdido, recuerdo que muchas veces trataba de convencerte de no salir de casa por quedarte conmigo, no quería desaprovechar un solo minuto, no quería quedarme solo en ese cuarto de paredes lavandas que te daban una falsa tranquilidad. Si me dejabas solo, no iba a estar tranquilo. Moriría de pena si te perdía de nuevo aunque fuera solo unas horas. Y reconozco, que siendo un gato, pude darme cuenta de algunas cosas. Yo, estaba obsesionado contigo, mi hermoso Dos-kun. Lo había escuchado en aquella caja con sonidos e imagen que llamabas "televisión" decía, que cuando tenías a alguien tanto tiempo en la cabeza, era que estabas enamorado. ¿No suena hermoso? Enamorado. Querer tener a esa persona toda la vida, darle todo lo que pudieras, aunque, ¿Qué podía yo darte siendo un simple gato? Solo podía darte mi amor y compañía, consolarte cuando las cosas no te salían bien, cuando venías triste. Cuando la medicación te provocaba malestares y quedarte sentado en el suelo del baño tratando de buscar oxígeno, ¿Sabes lo doloroso que es para mí verte así y no poder hacer más que restregarme contra ti? ¿Lo mal que me siento cada vez que te veo llorar de frustración? ¿El pánico que me entra cuando te escucho hablar de acabar con tu vida? No, no lo sabes... O tal vez sí, porque parece que cuando me miras, cuando pasas tiempo conmigo, algo en ti te da fuerzas para vivir un día más. Y eso me hace feliz, tal vez suena egoísta o incluso hipócrita, pero... Pensar que soy tu razón de vivir me enorgullece muchísimo. No puedo decirte lo agradecido que estoy de haberte encontrado de nuevo. De que seas parte de mi insignificante vida, aunque a tu lado, la más pequeña de las cosas, es hermosa. Por eso voy a seguir a tu lado, dándote fuerzas todos los días que pasemos juntos. Por qué eso es amar, ¿Cierto, Dos-kun?

Por desgracia, no todo puede ser del color de rosas. Era tan triste saber que no íbamos a poder seguir juntos. Yo llevaba un par de semanas sintiéndome mal, más concretamente desde que aquel gato negro se coló en casa. Yo, como buen protector de la casa, y de no dejar que nadie me separara de ti, traté de ahuyentar a ese intruso. Lo conseguí, victorioso fui hacía la cocina donde preparabas aquella sopa, el medico te dijo de comer cosas calientes porque habías vuelto a recaer. Y cuando fui a maullar, tú me miraste con pánico, yo no supe que sucedía hasta que noté que me cogías en peso y mirabas mi patita derecha, la trasera para ser exactos. Yo no entendía tu preocupación, ¿Por qué estabas así, mí amado Fyodor? Había conseguido ahuyentar al intruso y salir victorioso de aquella pelea. Y tú sin embargo estabas preocupado y de los nervios, siempre tendías a ponerte en lo peor. Por desgracia, tus temores y premoniciones siempre acertaban.

—Nikolai... No quiero que te mueras —No entendí esa oración, ¿Por qué iba a morirme? ¡No pensaba dejarte solo, nunca!

Tras desinfectarme la herida con una gasa y desinfectante especial para gatos, ponerme una venda y cogerme en brazos, fuiste al veterinario. A pesar de que no podía hablar, tú sabías que esa herida era de los dientes de aquel gato. Me fascinaba tu inteligencia.

Pero odiaba tu sexto sentido. Odiaba que adivinaras algo como aquello, que te pusieras siempre en lo peor. Lo odiaba, como también odiaba que te destrozaras los dedos cuando te los mordías.

Tenía sida, sida felino. Me moría. No había cura ni tratamiento, solo remedios paliativos. Aquel veterinario te explico lo que sucedía en mí... ¿Sistema inmunitario? Soy un gato, no entiendo algunos conceptos. Algo dijo sobre que mis Linfocitos-T se irían destruyendo.

No quise seguir escuchando nada de aquello. En mi mente solo quedó grabado el "Puedes darle una vida digna y duradera si sigues esto, pero no hay cura"

No quería perderte otra vez. A pesar de que dijo que podría tener una vida larga. Esa vida tenía fecha de caducidad.

Y a pesar de que mi vida se alargó al menos unos dos años más, finalmente se acabó. Esas semanas empeoré drásticamente. Perdí el apetito, mi pelaje se quedó sin su usual brillo, seguro que no te parecía ya atractivo. Perdí mucho peso, seguro que solo te daba asco y no lo mostrabas. Y qué decir de la diarrea, era lo peor, ponía todo perdido. Solo quería llorar, te daba tantos problemas. Yo no quería eso. Yo quería hacerte feliz. Perdóname por todo. Por ocasionar tantos problemas. Por hacerte sentir triste, mal, hacerte gastar el dinero en mis medicinas, por ocasionar peleas con tu madre, ella nunca me aceptó después de todo, y parecía que tampoco tuvo nunca amor para ti. 

Esta vez, irremediablemente, yo te dejé primero. Sin poder hacer nada más que retorcerme de dolor mientras tú me acunabas. Recuerdo que morí en tus brazos y yo solo escuchaba tu llanto. Lo siento, lo siento tanto...

Solo...

Espérame de nuevo, volveré a encontrarte. Y espero que esta vez sea un poco mejor. Te quiero, mi querido Dos-kun. Regresaré a por ti en mi siguiente vida. Lo prometo.

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Aquí reportándome a las 5:48 am. ¿Saben eso de que la inspiración viene de noche? (Aunque lo suba ahora)

Es real. Pero, me duele tanto escribir cosas tristes de ellos de noche. Con lo que yo les quiero, Y más narrando desde la perspectiva de Nikolai. Pero siento de verdad que ellos aunque quiera, la tristeza va de la manita.

Como siempre, ¡Gracias a todos por leer! •ᴗ•

ReincarnationDonde viven las historias. Descúbrelo ahora