Siempre me ha parecido muy extraño que, cuando un hombre muere se lleva consigo a la tumba todos los conocimientos que ha adquirido durante su vida, en sus travesuras de juventud o en sus éxitos y deja a sus hijos o a sus hermanos menores el trabajo de comenzar a aprender todo por propia experiencia, ¿por qué no pasarles sus conocimientos de manera que ellos principiaran en la vida con cierto bagaje, de tal suerte que pudieran ascender en la escala de eficiencia y sensatez de inmediato?
Es con esa idea que me siento impulsado a anotar a algunas de las dificultades que se me han presentado en la vida y decir cómo encontré que fuere mejor contender con ellas. No digo que "Contendí, con ellas", pues algunas veces no hice lo que debía, y no fue sino más tarde, cuando mis propios errores me enseñaron lo que debía haber hecho.
Así pues, este libro no es para los hombres experimentados. Se los advierto. Es para vosotros los jóvenes que debéis tener la sensatez de ver hacía el porvenir ansiosos de vislumbrar hacia adónde váis, y qué debéis hacer en la vida. Y debo decir que vosotros, las nuevas generaciones, sóis un poco más sensatos en ese sentido que vuestros predecesores. No os propongáis a hacerla de gansos, tal como los describe B. B. Valentine en la balada de negros "Ole Master".
"Hay algunos que parecen gansos por la forma en que marchan a la zaga, los que van delante no saben a dónde van: solamente siguen las huellas porque los hijos imitan a los padres y nunca hacen nada que papi no haya hecho."
Sugiero que llamemos a este libro "Roverismo hacia el éxito".
Veréis la razón de esto en el último capítulo.
Por Roverismo no quiero decir vagabundear sin finalidad, lo que quiero decir es encontrar uno su camino por senderos con objetivo definido y teniendo una idea de las dificultades y peligros que va a encontrar en él.
Deberéis contar con que se os presentarán muchos escollos. He probado muchas de las amarguras, pero también muchas de las dulzuras de la vida en diferentes lugares del mundo, así pues, no vayáis a suponer que estoy poniendo estas ideas delante de vosotros, de memoria. La vida sería incolora si fuera de azúcar; la sal es amarga si se la toma sola; pero cuando va mezclada con los alimentos, les da gusto. Las dificultades son la sal de la vida. La madre de Goethe daba una buena idea de la vida al expresarse así: "No busco las espinas, pero recojo las pequeñas alegrías. Si la puerta es baja, me agacho. Si puedo retirar una piedra de mi camino, la retiro. Si es demasido pesada, la rodeo."
En otras palabras, no se daba topetones buscando dificultades, tomaba las cosas como se le presentaban y sacaba de ellas el mejor partido. Y éste es el camino del éxito.