nueve [ prt. uno ]

10.3K 1K 143
                                    

Sonrío y guardo mi teléfono en el bolsillo de mi sudadera

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Sonrío y guardo mi teléfono en el bolsillo de mi sudadera. Miro al frente y cruzo la avenida cuando el semáforo peatonal cambia a verde; poniendo mis manos en los bolsillos de mi pantalón, sintiendo como las gotas de lluvia cada vez se hacían más rápidas y pesadas. Pero no corro, ¿qué caso tendría hacerlo si de todas formas me mojaré?

Y, aunque caiga una tormenta, rayos o un puto meteorito, no me quitará la felicidad que siento; ya pronto es la fiesta sorpresa de Jeonggukie y no puedo esperar a ver su reacción.

Sintiendo como mis manos se iban congelando y como el frío abrazaba mi cuerpo, suelto un suspiro al llegar a las puertas de mi edificio. Dándole una inclinación a la pobre anciana del 14, que está ahí con su perro viendo la calle como las personas caminan bajo la lluvia. A veces esa señora era muy extraña, pero no le tomo importancia y voy directo al elevador.

Presiono el botón y entro en él, de nuevo presiono el botón con el número cuatro y espero a que cierren las puertas. Gruño por lo bajo y me quito el gorro de la cabeza, sintiendo como mi cabello ya está húmedo.

Chasqueo la lengua, y salgo del elevador cuando llego a mi piso, poniendo una sonrisa en mis labios, ya queriendo ver a Guk.

Abro la puerta y noto que todo estaba oscuro, no hay ninguna luz.

—Cariño, ya estoy aquí —hablo un poco fuerte, quitándome de encima la sudadera y dejando el gorro a un lado del perchero.

No escucho respuesta y frunzo el ceño. ¿Dónde estará?

Voy caminando lentamente por el pasillo hasta que escucho pequeños sollozos. Me pongo nervioso y camino directo hacia mi habitación. Abro la puerta y mi pecho se oprime al ver a Jeongguk llorando, desconsolado en medio de la cama.

Camino rápido hacia él, ahora también escuchando pequeños balbuceos.

—Hey, Guk —le intento llamar pero él sigue hecho bolita y llorando.

Me siento en la cama, también notando como había tres latas de cerveza vacías alrededor de él.

No entiendo nada, ¿qué le sucede?

—Cariño —le tomo del hombro y trato que me mire, pero sigue hecho bolita.

—Y-ya n-no me qui-ere —escucho que balbucea.

Frunzo el ceño y no entiendo que hacer. ¿Por qué está llorando?

Trago un poco de saliva y niego con la cabeza, le tomo de los costados y lo giró hacia mí, dejándome ver cómo sus ojos estaban rojos e hinchados y como de sus lindos labios salían sollozos.

Lamo mis labios y tomo su rostro entre mis manos, intentando quitar esas lágrimas de sus mejillas, pero siguen siendo manchadas por más.

—Bebé —intento que me mire pero sus ojos siguen cerrados— cariño, dime qué pasa —acaricio sus mejillas, esperando una respuesta.

Siento como su llanto disminuye al compás de mis caricias, pero aún así pequeños sollozos, casi inaudibles, salen de sus belfos.

—Yoon-nie h-hyung ya n-no me ama —escucho perfectamente salir de su boca y me sorprendo un poco.

Intento negar con la cabeza, hacerle saber que eso no es verdad. Y cuando estaba dispuesto a decirle cuánto le amaba y que tan equivocado estaba, él de nuevo habla:

—Ya s-se aburrió de mí —su voz se escuchaba rota y eso me destroza un poco más.

—Yo te amo, jeongguk, más que a mi vida —digo fuerte y claro, sintiendo como mis ojos se cristalizan— no tienes idea de cuánto te amo, ¡Mierda!

De pronto mis lágrimas ya estaban escurriendo, pero era porque me dolía ver a Jeongguk de esa forma. La rabia de no poder hacer nada.

—Se cansó, s-se a-aburrió de mí —chilla un poco más— se-guro es po-porque no me he entregado a él —escucho cómo se lamenta y me siento culpable ante eso.

Un nudo se forma en mi pecho y no tengo cabeza para pensar de dónde sacó eso. Sé que está borracho, pero de alguna forma siento que lo dice de verdad.

—¿Por qué dices eso? —me atrevo a preguntar, queriéndome sacar de esa duda.

—Ya no me hace caso y me evade —me siento como la mierda al escucharle. Sé que es mi culpa, él piensa que le estoy engañando. Qué estúpido soy.

Todo es mi culpa y no es que lo haya hecho a propósito, simplemente no quería que él supiera de su fiesta sorpresa. Pero creo fui muy obvio al no querer que supiera. Soy un idiota.

—Jeongguk —le llamo, queriendo que me mire a los ojos— mírame —él trata de evitarme, pero mis manos en sus mejillas se lo impiden— por favor, solo mírame —le suplico con la voz en un hilo, ya no queriendo que llore. Y cuando por fin me mira, siento como se roba mi aliento— por favor confía en mí y en amor que te tengo y ya no pienses que me he aburrido de ti, porque eso no es verdad; yo te sigo amando y mucho más de lo que alguien podría llegar a entender. Y perdóname por todas las estupideces que he hecho; por no ser el mejor novio; por hacerte llorar; por hacer que desconfiaras de mí. ¡De verdad lo lamento!

»Pero solo necesito que confíes en mí y en las palabras que te estoy diciendo. Yo de verdad nunca jugaría con tus sentimientos y jamás te engañaría. —trago un poco de saliva, y me permito ver su expresión antes de seguir— Y de nuevo te pido perdón por hacer que desconfiaras de mí. De verdad, no sé qué haría sin ti en mi vida.

Y mis lágrimas se escurren con más fuerza, sintiendo una gran culpa y dolor dominarme, al punto de hacerme temblar.

De pronto siento los brazos de Jeongguk envolverme en un abrazo, escuchando también sus sollozos. Yo me aferro a él y no puedo evitar decirle pequeños 'te amo'. Pero una parte de mi se tranquiliza al escucharle en un susurro decir:

—Está bien, Hyung, te creo.

Inocente | yoonkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora