Uno de los momentos que más me gustan del día es ver el amanecer, me gusta ver el cielo tenido de colores que avanzan poco a poco hasta formar una obra de arte. A veces tengo una vaga sensación de claustrofobia cuando camino por las calles, cada día se llena de personas este lugar, o tal vez tengo esa sensación porque de este lado de los muertos también se ha existido un aumento considerable.
Cuando doy mis caminatas matutinas me gusta pasar a la escuela secundaria de la cuidad, tiene la vista que tanto he buscado. Siempre subo a la parte más alta del techo, donde guardan las sillas oxidadas y los adornos de los festivales anteriores, me siento en el borde para ver por unos instantes al sol naciente. Al llegar el timbre que anuncia las siete en punto sé que es momento de moverme. Me gusta pasar entre los chicos y notar su energía en el aire. Parece que no nos llevamos muchos años de diferencia pero comparado con ellos, no estoy en onda. Los chicos por las mañanas son como una pequeña "odisea al día", es decir, algunos caminan sonrientes mientras charlan con sus amigos, algunos son el ejemplo de dormirte a las dos de la mañana y levantarte a las cuatro, tienen más ojeras que yo... y eso ya es mucho. Cuando se distraen me gusta jalar de sus mochilas para despertarlos. Creo que si no hubiera muerto me hubiera gustado ser maestra o algo así.
Es temprano para la biblioteca o la iglesia, así que camino escuchando la radio matutina del señor del puesto del café y por supuesto, saboreando su aroma. No recuerdo cuál era su sabor. Cuando camino y la gente pasa sobre mí, atravesándome por completo es como sentir un hormigueo por todos lados, ya estoy acostumbrada a esa sensación pero no es una de mis favoritas, así que prefiero caminar como los demás, como si ellos alguna vez pudieran chocar conmigo.
Sigo caminando cuando veo a una mucama salir a toda prisa del Mesón "Mi pueblo", la mujer regordeta corría hacia la otra avenida con la cara pálida y una crisis que la hacía temblar más que una gelatina. Sigo su caminata con la mirada y algunas carcajadas me interrumpen, de las puertas abiertas sale un pequeño niño, con el cabello enmarañado y pantaloncillos cortos. Seguía riéndose a carcajadas, tanto que su cara enrojecida parecía tornarse morada. Se detuvo por un momento al notar mi presencia y trata de volverse serio.
- ¿QUE?- exclamó.
- No es divertido Teo, pudiste matarla de un susto.- dije cruzando los brazos. El volteo los ojos desesperado, sabía que pronto comenzaría a fastidiar con un agradable sermón.
- ¡Déjame en paz, Cala!, solo quiero divertirme un poco y ya, eso es todo.- retomo al momento de empujar la puerta para que el peatón que leía su periódico se estrellase estrepitosamente.
- ¡Eres una calamidad Teo!, te he dicho cientos de veces que no debes molestar a las personas, ellos...-
- aún están vivos.- exclamo irritado, terminando la oración. Me moleste al ver este gesto pero no dije nada, sabía que sería inútil discutir con él. Despeine su cabeza antes de continuar mi camino.
- Buenos días señoritas- digo al pasar frente a la ventana del asilo, las dos abuelitas se asoman y me regalan una cálida sonrisa, me gusta verlas porque son la muestra de que puedes envejecer y morir con clase. Ambas son delgadas y con un cabello corto y canoso, escuche que fueron amigas desde que eran niñas y que al ser abandonas aquí, tardaron algunos años en volverse a encontrar. La abuelita de lentes azules murió primero, de un paro cardiaco supongo y días después, recibió a su amiga, la abuelita de lentes negros, desde entonces, nunca se han separado, se han quedado juntas desde entonces. Pero entonces me pregunto... ¿Porque aún siguen aquí?, quiero decir, ¿Aún tienen algo por hacer o simplemente decidieron quedarse a vagar con tal de no separarse?. Continúo mi caminata cuando una pregunta en mi cabeza hace que me detenga en seco.
-¿Por qué sigues aquí?-
Incluso escuchar a mi voz interior en mi cabeza me da una sacudida, creo en todo este tiempo había estado olvidando ese tipo de preguntas importantes, sin darme cuenta, estaba resignándome a que todo el tiempo que me queda (y que por cierto es indefinido) estaría tratando de crear una nueva identidad, una donde yo era parte de este mundo de almas en pena, creyendo que las cosas seguirían igual pero... ¿Hasta cuándo?
Una voz grave pero al mismo tiempo cálida llama reaccionar, levanto la vista y puedo ver al chico Caqui, con una suerte azul marino y sus pantalones Caqui. Era el chico del día anterior. Estaba cerca de una cabina telefónica, trataba de susurrar pero su voz comienza a subir de tono.
- Lo entiendo pero me gustaría que tan solo consideren mi posición.... Sé que no es su culpa pero el rector Rojas dijo que aún había un lugar disponible y que si mejoraba mi rendimiento tal vez yo...- dice con la voz entrecortada, tarda un momento en continuar, se queda en silencio y su expresión se torna triste, no hace nada más que agradecer y colgar el teléfono. No puedo evitar sentirme acongojada al verlo pasar frente a mí, me quedo siguiéndolo con la mirada cuando veo una pequeña piedra estrellarse en su nuca.
- Auch...- dice tocándose la parte afectada, voltea algunas veces a su alrededor en busca de su agresor y minutos después sigue su camino. Mi sorpresa se hace evidente y puedo ver a Teo con su expresión burlona de nuevo.
- así que...- dice con los brazos cruzados.
- ¡¿Qué haces aquí Teo?!- exclame rápidamente, guiándolo de regreso.
- Estaba tirando algunos periódicos cuando te vi atontada en medio de la avenida, me di cuenta que estabas mirando a ese chico y decidí hacerle una pequeña broma.- dijo tratando de excusarse. - ¿Quién era el?- prosiguió. Me sonrojo de repente y no contesto tratando que no se dé cuenta de este gesto.
- No puede ser tu novio porque eres tan fea que no le gustas a nadie- dice mientras lo sigo empujando.
-ja-ja-ja, que creativo- digo con sarcasmo.
- Bueno, es mejor a que no le gustes a nadie, no quiero perder a mi "Hermana mayor".-
Me quedo sorprendida de esas palabras, solo bajo la mirada y revuelvo su cabello, sonriéndole a ese niño que, sin saberlo, ha alejado las tinieblas en las que camino y las ha convertido en un sendero claro.
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Hola de nuevo, gracias por llegar hasta aqui!
Espero que la historia este gustándote, tratare de actualizar cada semana mientras la universidad me lo permita. Así que tendrás esta historia para un largo tiempo.
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La chica que miraba en la oscuridad
Ficção Adolescente-Estaba perdida, caminando sola sin tener ganas de seguir hasta que te vi, creo que me has devuelto a la vida chico caqui...-