Capítulo 1

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—Elle, vamos a ir a dar una vuelta, ¿te apuntas?

-Carol, dime que no vamos con Jack y me apunto a lo que sea.

- ¿ Cómo no va a venir ? ! Es mi novio!- pude imaginarme como fruncía el ceño- Además, no entiendo por qué te cae tan mal.

- No lo soporto, fin.

-Ni siquiera le has dado una oportunidad...

- Le he dado demasiadas, créeme. No se acuerda ni de que eres intolerante a la lactosa.

- Lo del helado fue solo una vez, Elle, no es para tanto.

- Sí, sí que lo es. Solo a Jack se le ocurriría intoxicar a su novia.

- Pero no lo hizo con esa inten-

-Basta, he dicho que no voy y punto. Pasáoslo bien.

La escuché sollozar y rodé los ojos. Qué sensible es.

-Carolina, no te pongas así, es una tontería.

Colgué el teléfono cuando conseguí tranquilizarla. Me quedé mirando la pantalla y revisé mis mensajes. Mi madre quería saber que había comido hoy y mis amigas hablaban de una nueva serie. Intenté seguir el argumento pero me aburrí cuando empezaron a hablar de uno de los actores. Ya sé por qué les gustaba tanto esa serie. Reí y apagué el móvil. Lo lancé al sofá y suspiré pesadamente, tenía cosas pendientes.

Terminé algunas tareas de la universidad y recogí mi cuarto todo lo que pude. Las horas habían volado y ya me notaba cansada. Cuando terminé, decidí hacerme algo de cenar y tumbarme en el sofá, dispuesta a verme cualquier serie ya empezada. Pronto me quedé dormida.

***

Abrí los ojos mientras me retorcía en la cama para estirarme.

-Dios- murmuré cansada.

Mi tercer año no había hecho más que empezar y ya estaba cansada de madrugar. Llevábamos apenas una semana y no encontraba el momento de volver a no hacer nada.

Oí el crujido de mis huesos y me di por satisfecha.  Pegué un salto y salí de la cama al ver la hora que era. Me vestí y peiné rápidamente. ¡Joder!, ¿ por qué siempre llego tarde?

Me lavé los dientes y cogí algo para el almuerzo. Otro día sin desayunar, pensé. Cogí los auriculares y salí por la puerta dando grandes zancadas, la parada de autobús estaba cerca, pero la lluvia me entorpecía.

El sonido de una llamada entrante interrumpió mi canción favorita. Justo ahora que venía el estribillo. Saqué el móvil del bolsillo, sorprendiéndome tras leer el nombre de la persona que me llamaba. No sabía qué hacer. Me paré en medio de la lluvia a unos pasos de la parada y me armé de valor Descolgué y hablé antes de escuchar su voz.

-Olvídame.

Solo contesté para dejar claro que esto no tiene arreglo. Ni lo tendrá. Me repetí a mí misma porque se merecía todo esto y la culpa se disipó. No le debo nada.

Miré al frente y apreté los ojos, no iba a dejar que una llamada insignificante me estropeara el día.

¿ Cuánto le faltaba al maldito autobús?

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